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El ICS alerta del abuso a la hora de prescribir inhibidores de la bomba de protones

Más de la mitad de los pacientes atendidos en la atención primaria que toman fármacos inhibidores de la bomba de protones lo hacen sin que se les hayan prescrito.

28/12/2016

En los últimos años, los profesionales del Instituto Catalán de la Salud (ICS) han conseguido reducir de manera considerable el número de redundancias terapéuticas entre los pacientes que consumen varios medicamentos (es decir, los casos en que los pacientes toman dos o más fármacos que se consideran equivalentes). En este ...

En los últimos años, los profesionales del Instituto Catalán de la Salud (ICS) han conseguido reducir de manera considerable el número de redundancias terapéuticas entre los pacientes que consumen varios medicamentos (es decir, los casos en que los pacientes toman dos o más fármacos que se consideran equivalentes). En este sentido, durante el año 2015, las redundancias terapéuticas se redujeron un 40,8%, lo que representa un total de 8.805 casos. Además, durante el mismo año, en las consultas de atención primaria del ICS también se llevaron a cabo 7.604 acciones de desprescripción en pacientes polimedicados (aquellos que toman cuatro o más fármacos) y se resolvieron 3.320 contraindicaciones relacionadas con algunos fármacos.

Durante estos años los profesionales del ICS han mejorado de forma considerable la calidad de la prescripción farmacéutica en las consultas de atención primaria. Desde hace más de 15 años, la institución utiliza una herramienta para medir la calidad de las indicaciones de las recetas de medicamentos, que se llama Estándar de calidad de prescripción farmacéutica (EQPF), que se incluye dentro del proceso de incentivación de los profesionales. El logro de la EQPF ha pasado del 23,5% en 2000 al 86,7% en 2015.

El año 2013, el Departamento de Salud puso en marcha el Proyecto esencial, para promover entre los profesionales sanitarios comportamientos que eviten la aplicación de prácticas clínicas que no aportan valor a la ciudadanía. En este sentido, se evita la utilización de medicamentos y otras tecnologías sanitarias que no aportan beneficios a la salud de los pacientes. Esto permite mejorar la calidad de la atención sanitaria y liberar recursos que puedan ser destinados a procedimientos que sí que añaden valor a la práctica clínica. Un ejemplo de ello es la disminución de la sobremedicación.

Un caso habitual de sobremedicación son los inhibidores de la bomba de protones, unos fármacos que se suelen recetar muy a menudo a las consultas de atención primaria. De hecho, el 11,57% de los pacientes adultos que se atienden en estas consultas del Instituto Catalán de la Salud (ICS) toma este tipo de medicamentos, un porcentaje que sube hasta el 49,19% en el caso de las personas mayores de 75 años.

Los inhibidores de la bomba de protones permiten reducir la producción de ácido en el estómago y sirven para prevenir la úlcera gástrica y para tratar la esofagitis por reflujo, así como las enfermedades que provocan un exceso de secreción ácida en el estómago. En nuestro país se comercializan de cuatro tipos: omeprazol, lansoprazol, rabeprazole y esomeprazol.

Estos fármacos se encuentran entre los más consumidos en todo el mundo, pero varios estudios han detectado un uso excesivo. A pesar de que se consideran seguros y bien tolerados, no son inocuos. Como ocurre con todos los medicamentos, los inhibidores de la bomba de protones tienen efectos secundarios que deberían ser menores en comparación con los beneficios que aportan. La administración de dosis elevadas o durante un período prolongado de estos productos conlleva un aumento del riesgo de sufrir fracturas óseas.

También puede conducir a una reducción de la absorción de la vitamina B 12, que es importante para el metabolismo de proteínas y para la formación de glóbulos rojos y el mantenimiento del sistema nervioso central, por lo que algunos estudios han relacionado el consumo prolongado de inhibidores de la bomba de protones en edades avanzadas con un aumento del riesgo de sufrir deterioro cognitivo.

Del total de prescripciones de estos medicamentos realizadas en la atención primaria del ICS en personas mayores de 75 años, el 31% son inadecuadas. Este porcentaje aumenta hasta el 51,8% entre toda la población adulta. Sin embargo, este porcentaje se ha ido reduciendo con el tiempo. Hace un año era cercano al 55% ya principios de 2014 superaba el 60%.

Por otro lado, el 13,3% de los hombres mayores de 50 años sin patología prostática se les continúa prescribiendo la realización de pruebas del antígeno prostático específico (PSA), lo que no es necesario. Este procedimiento se utiliza como marcador de riesgo del cáncer de próstata. Hasta hace pocos años, muchos médicos y organizaciones profesionales recomendaban realizar un análisis del PSA una vez al año a todos los hombres mayores de 50, pero varios estudios han demostrado que la realización de esta práctica como método de cribado poblacional aporta más efectos adversos que beneficios. En las consultas del ICS, durante los últimos años, la cantidad de hombres a los que se ha solicitado un análisis del PSA sin indicación se ha reducido. Hace un año, este número era del 15,8% y en el mes de enero de 2015, cuando se empezó a contabilizar este indicador, era del 17,5%.

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