Aproximadamente un 10% de los pacientes con cáncer de vejiga desarrollan con el tiempo un cáncer de uréter y pelvis renal. El doctor Carlos Núñez, jefe del Servicio de Urología de MD Anderson Cancer Center Madrid, explica que, "el riñón tiene dos partes: la corteza y la médula renal, el ...
Aproximadamente un 10% de los pacientes con cáncer de vejiga desarrollan con el tiempo un cáncer de uréter y pelvis renal. El doctor Carlos Núñez, jefe del Servicio de Urología de MD Anderson Cancer Center Madrid, explica que, "el riñón tiene dos partes: la corteza y la médula renal, el llamado parénquima renal, cuya función es la producción de orina, y el uréter y la pelvis renal, cuya función es excretora". De todos los tumores de riñón el 7% se producen en la pelvis renal y uréter. Además, explica este especialista, "entre un 75 y un 80% de los pacientes con un tumor de uréter infiltrante o de alto grado van a desarrollar nuevos tumores en ese mismo uréter o en el uréter contralateral", explica este especialista.
Ante esta situación, la técnica quirúrgica habitual en este tipo de paciente es la nefroureteroctomía, es decir, la exéresis o extirpación completa del riñón y del uréter hasta la vejiga, con el problema que conlleva la extirpación del riñón en un paciente debido a las complicaciones posteriores: diálisis o trasplante. "Para vivir, una persona tiene que tener al menos el 60% de un riñón", enfatiza el Dr. Carlos Núñez. Por eso, la cirugía conservadora aparece como una opción con muchas ventajas para los pacientes con tumores no infiltrantes o de bajo grado, es decir, aquellos pacientes con tumores más superficiales que no afectan a la pared del uréter o de la pelvis renal.
En estos casos, es posible realizar una técnica llamada ureteroscopia, que consiste en la utilización de un tubo muy fino que se introduce por la uretra (el pene en los hombres y el meato urinario en las mujeres) hasta llegar a la vejiga y, posteriormente, al uréter y la pelvis renal a través de la desembocadura del uréter. "Es una técnica endourológica, utilizamos el conducto normal para ascender y tratar el tumor que se expande en el interior", aclara el doctor Núñez. Una vez localizado el tumor, se utiliza el láser de Holmio para proceder a la fotovaporización, que se llama así porque, señala el doctor Núñez, "vaporiza el tejido, lo fulmina, convirtiéndolo en vapor y así lo hace desaparecer".
De hecho, debido a esta característica de fotovaporización, en muchas ocasiones el diagnóstico y el tratamiento quirúrgico del tumor se hacen en una misma sesión. "Ante la sospecha de un cáncer de uréter o pelvis renal, hacemos una primera ureteroscopia para tomar una muestra del tumor, realizar una biopsia y valorar el tipo de tumor", explica el doctor Núñez, quien continúa explicando que "en caso de que el paciente sea candidato, es decir, que tenga un tumor no infiltrante o de bajo grado, intentamos no extirpar el riñón y el uréter y tratamos el tumor con este láser de fotovaporización". En cuanto a los resultados de control tumoral, el doctor Núñez explica que son similares a los obtenidos con la nefroureteroctomía si se selecciona bien a los pacientes candidatos.
De hecho, subraya este especialista, "la fotovaporización láser es eficaz en el 75% de los casos, es decir, es posible eliminar mediante abordaje endourológico el 75% de estos tumores de tracto urinario superior, alguno de ellos de gran tamaño". En el 25% restante, se recurre a una segunda ureteroscopia o, en algunos casos, a cirugía laparoscópica.
Otra de las ventajas de esta técnica es el tiempo. Mientras que un paciente sometido a una extirpación del riñón se somete a una intervención que puede durar unas dos horas y que requiere una hospitalización posterior de varios días, un paciente al que se le realiza una ureteroscopia tarda entre treinta minutos y una hora en ser diagnosticado y tratado y puede irse a casa en las siguientes 24 horas.
Ureteroscopio flexible vs rígido
Anteriormente, la ureteroscopia se realizaba con un ureteroscopio rígido, con las limitaciones de acceso que eso conllevaba. La utilización actual de los ureteroscopios flexibles, que además son algo más finos, ha permitido llegar a zonas mucho más altas y más complicadas del riñón, lo que ha ampliado el porcentaje de pacientes que se pueden beneficiar de esta opción. Además, el ureteroscopio flexible tiene el extremo móvil, lo que facilita todavía más la intervención.
El uréter y la pelvis, a la altura del riñón, se abren en diferentes cálices, llamados grupo caliceo superior, medio e inferior, y es en el tratamiento de los tumores que se encuentran justo aquí donde más posibilidades se han abierto con la llegada del ureteroscopio flexible. Como señala el doctor Núñez, "con el ureteroscopio rígido, solo podíamos acceder a lo que teníamos en línea recta, por lo que era casi imposible acceder a un cáliz inferior o medio si las circunstancias no eran muy favorables; en cambio, con un ureteroscopio flexible, podemos entrar en cada uno de los cálices e incluso angular el ureteroscopio para poder acceder mejor a estos tumores".
En los últimos dos años, más de 20 pacientes con sospecha de tumor de uréter y/o pelvis renal han sido tratados en MD Anderson Madrid por el equipo del doctor Núñez, quien destaca también la colaboración del Servicio de Radiología en la intervención. Esta técnica, que se utiliza de forma muy frecuente para el tratamiento de los cálculos renales, requiere la participación de personal experto y con mucha experiencia en el tratamiento de tumores de uréter y/o pelvis renal.