Expertos nacionales en tecnologías biomédicas han comunicado los más recientes avances en este ámbito en el marco de la XI Conferencia Anual de las Plataformas de Investigación Biomédica. La reunión ha girado en torno a las colaboraciones que facilitan la innovación y el acceso al mercado de productos nanomédicos, terapia génica y celular y biomarcadores. En la apertura, el Dr. Ferrán Sanz ha destacado el valor de las herramientas dirigidas a compatibilizar los datos clínicos de diferentes fuentes y centros sanitarios, para así poder explotar el enorme potencial que ofrece el Big Data.

"El sector sanitario produce datos todos los días" afirma Ángel Lanuza, representante de la Plataforma de Tecnología Sanitaria. Respetando el anonimato del paciente, esta información puede acelerar los ensayos clínicos e incluso ser utilizada como ensayo clínico prospectivo, según indica Joaquín Dopazo, representante del Servicio Andaluz de Salud. En el mismo sentido se manifiesta el Dr. Sanz, haciendo mención de la iniciativa EMIF, que recoge el historial clínico de 50 millones de pacientes de toda Europa y que constituye un buen ejemplo de las oportunidades que esta opción ofrece. En alusión a los elevados costes de la terapia celular con linfocitos portadores de receptores quiméricos, la cual ha proporcionado excelentes resultados en algunos pacientes en EE.UU., el Dr. Javier Urzay ha asegurado que el sistema de salud español está en condiciones de sufragarlas.

En una reseña sobre el impacto que el actual marco tributario tiene en la investigación, el Dr. Josep Samitier hizo un llamamiento a que se realicen cambios importantes, tales como la eliminación del IVA retroactivo sobre subvenciones a actividades científicas ya realizadas y la mejora de los contratos laborales para los investigadores. En el primer caso, el montante requerido por la Agencia Tributaria ascendería a unos 20 millones de Euros, aplicables a presupuestos que ya han sido agotados y para cuyo pago no existen fondos designados. En el segundo caso, Samitier indica que muchos investigadores pasan de tener contratos estables a temporales, lo que supone un aumento de la precariedad y pone en riesgo la continuidad de muchos proyectos.