Superado el tiempo en que muchos facultativos consideraban la Dermatología como una especialidad de pacientes vitalicios y escasa mortalidad, lo cierto es que esta parte esencial de la Medicina ha ganado complejidad y transversalidad en los últimos tiempos. Prueba de ello son las nuevas terapias biológicas que surgen para un ...
Superado el tiempo en que muchos facultativos consideraban la Dermatología como una especialidad de pacientes vitalicios y escasa mortalidad, lo cierto es que esta parte esencial de la Medicina ha ganado complejidad y transversalidad en los últimos tiempos. Prueba de ello son las nuevas terapias biológicas que surgen para un problema de creciente prevalencia como la psoriasis, junto a otras parcelas terapéuticas clásicas, en franco retroceso, como los tratamientos antiacné.
Atendiendo a la psoriasis
Como ejemplo dotado con personalidad propia en Dermatología, la psoriasis merece capítulo aparte en su abordaje terapéutico. Trastorno crónico de la piel caracterizado por la presencia de manchas rojas y escamosas, no es raro que también provoque dolor cuando dicha piel se agrieta y sangra o deriva en artritis psoriásica. Castigo del 3% de la población del planeta, sus causas autoinmunes motivan que el problema pueda aparecer sin discriminación de sexo y edad, dándose también en bebés. Con la subsistencia todavía del falso estigma que relaciona esta patología con la falta de higiene personal, extremo totalmente infundado.
La psoriasis requiere tratamiento vitalicio una vez que aparece, aunque hay muchos casos que evolucionan satisfactoriamente en el tiempo. Tal tratamiento depende del tipo especíco de psoriasis, la zona de piel afectada y la gravedad que revierta, siendo necesario elegir la terapia idónea para cada caso o combinar varios recursos. El arsenal terapéutico, como recuerda Acción Psoriasis, va de los tratamientos tópicos a la fototerapia, pasando por los tratamientos sistémicos, entre los que destacan últimamente algunas terapias biológicas.
Enfoques locales o integrales
Los tratamientos tópicos, indicados para las formas leves y moderadas de la enfermedad, procuran alivio local por aplicación directa sobre las zonas afectadas, con buena combinación potencial con la fototerapia y los tratamientos sistémicos. Dentro de estas terapias de aplicación directa sobre la piel están los corticosterorides tópicos, que lideran el mercado dermatológico sujeto a este análisis, con el beneficio de reducir la inflamación y aliviar el prurito. También son tratamientos tópicos los análogos de la vitamina D, síntesis de esta vitamina que enlentecen el crecimiento de las células cutáneas, al igual que hace la antralina, que es capaz de suavizar la piel y eliminar las escamas atroadas. Junto a ella, están también los retinoides tópicos que aplacan la inflamación al ser derivados de la vitamina A. También es un tratamiento tópico el alquitrán de hulla que, aunque puede irritar la piel en algunos casos, contribuye a reducir la descamación, el picor y la inflamación característica de la psoriasis. Como también reduce la descamación el ácido salicílico, al eliminar las células muertas que la patología acumula en la superficie de la epidermis. Y sin olvidar los hidratantes que, sin ser curativos, sí hacen más llevadera la patología, ayudando a contrarrestar su sequedad propia.
Sobre los tratamientos sistémicos cabe decir que, aunque suelen presentar más efectos adversos que los tópicos arriba mencionados, muchas veces son imprescindibles, ya sea por vía oral o inyectable. Su indicación da respuesta a las formas moderadas, graves y/o resistentes a otros tratamientos. Entre ellos también están, por ejemplo, los retinoides así administrados o el Apremilast, que es un inhibidor de la enzima fosfodiesterasa 4 (PDE4) destinado a las formas en placas o reactivas a otras terapias. Destacando igualmente la Ciclosporina, que reduce la actividad del sistema inmunitario, o los Fumaratos, con efecto inmunomodulador, antioxidante y, por tanto, antiinflamatorio. Además del Metotrexato y su potencial para hacer más lenta la progresión de la artritis reumatoide.
Aunque el capítulo más reciente y esperanzador es el iniciado por los medicamentos biológicos que atacan directamente el mecanismo autoinmune y patológico de la enfermedad. Su indicación va dirigida a las formas moderadas y graves, cuando los tratamientos clásicos se muestran ineficaces o cuando ya es clara una asociación de la psoriasis dermatológica con la artritis psoriásica que arraiga en las articulaciones. En este terreno, Ixekizumab, comercializado como Taltz y de eficacia equivalente al Secukinumab ya conocido, es un novedoso anticuerpo monoclonal para el tratamiento de la de la psoriasis en placas de moderada a grave. Su efecto antiin‑amatorio viene de neutralizar la acción de la interleuquina 17A (IL-17A), citoquina del sistema inmunitario responsable de activar dicha inflamación.
Junto a estos enfoques tradicionales e innovadores de la terapéutica, la fototerapia sigue teniendo su espacio en el abordaje de la psoriasis. Esta utiliza la luz ultravioleta (UV) de origen natural (luz solar) o artificial. Esta segunda se divide entre luz ultravioleta A (UVA) y ultravioleta B (UVB), buscando en todos los casos eliminar de manera más lenta las células que mueren en la piel, reducir la descamación y la consecuente inflamación..
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