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El día que el ébola salió de África

Aún pendientes del estado de evolución de Teresa Romero, la auxiliar de enfermería contagiada por ébola, cabe analizar la información generada por la crisis inesperada de este virus, que aconseja parar unos minutos y pensar en todo lo acontecido.

16/10/2014

El tiempo de este mes de octubre será recordado como la hora del ébola y todas sus implicaciones, zozobras, incompetencias y sobresaltos. Sin entrar en la polémica de traer, o no, a la Península a personas enfermas de patologías mortalmente contagiosas y sin tratamiento conocido, lo cierto es que se produjo uno de los peores ...

El tiempo de este mes de octubre será recordado como la hora del ébola y todas sus implicaciones, zozobras, incompetencias y sobresaltos. Sin entrar en la polémica de traer, o no, a la Península a personas enfermas de patologías mortalmente contagiosas y sin tratamiento conocido, lo cierto es que se produjo uno de los peores escenarios posibles. Una profesional sanitaria resultó contagiada tras estar en contacto con uno de los pacientes traídos desde África Occidental, región paupérrima del planeta en la que los fallecimientos ya se acercan a las 5.000 personas. El caso de que se produjera con posterioridad  la misma situación en EE.UU. con una enfermera contagiada, no restó un ápice de impacto a la actualidad en España.

En un número reducido de días, Teresa Romero pasó de trabajar en el Hospital Carlos III, adscrito desde hace poco tiempo al Hospital Universitario La Paz, a ser ingresada en la sexta planta de máxima seguridad como paciente, despertando la atención de todos los medios de comunicación del mundo. Desde su aislamiento informó al doctor Germán Ramírez de que su contagio pudo deberse a un movimiento reflejo en el momento de quitarse el traje protector. Con este dato, los médicos dejaron de indagar en otras posibles causas que hubieran podido burlar los protocolos internacionales. Tras esa confesión, probablemente debida a su estado psicológico, entró en escena el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, quien acusó a la enferma de “haber mentido”. Esta intervención pública reportó las mayores críticas al consejero, desde todos los ámbitos, haciendo crecer las peticiones para su dimisión. Desde ese momento, Teresa asistió a la colonización que el virus está realizando en su cuerpo (riñones, hígado, pulmones), en dura  lucha con los tratamientos en uso. 

La ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, convocó con carácter de urgencia el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS), el pasado 10 de octubre. Tras su celebración se emitió una declaración ofreciendo una postura sin fisuras autonómicas ante la crisis del ébola, tema monográfico del sínodo. Acto seguido, se reunió en el Palacio de la Moncloa un gabinete de crisis, liderado por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Fruto de esta reunión fue la creación de un Comité Científico del Ébola con carácter inmediato Con la irrupción de Sáenz de Santamaría al frente del Gobierno en la crisis generada por el contagio, quedó evidenciado el arrinconamiento de la ministra Mato en un episodio que muchos le reprocharon no haber sabido atajar.

Uno de los últimos actos con los que la ministra Mato exhibió todavía algún atisbo de liderazgo fue el pasado 11 de octubre, con la publicación de un nuevo protocolo destinado a garantizar la detección y el diagnóstico precoces ante posibles casos de ébola. Estos deberán notificarse de inmediato al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad y al Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III. Para el diagnóstico utilizará el  test rápido de antigenemia, sin excluir otras valoraciones individualizadas. Las muestras de sangre tomadas en fase aguda de la enfermedad, a los siete días desde el inicio de los síntomas deberán ser convenientemente recogidas, prácticándose segundos tests cuando sea necesario. Detrás de cada traslado, el medio de transporte elegido deberá ser completamente desinfectado. En la protección personal se deberá incluir mascarilla quirúrgica, guantes dobles, bata desechable impermeable de manga larga que cubra la ropa hasta los pies o equivalente, calzado impermeable o cobertura equivalente, gorro o capuz y máscara facial o gafas. Su retirada tras las funciones laborales debe ser realizada bajo atenta supervisión y con ayuda. Además, se reforzará la formación, la información, la sensibilización y la supervisión, así como los procedimientos de respuesta y seguimiento. El protocolo clasifica el tipo de contactos en alto y bajo riesgo. Los primeros incluyen un metro entre el sanitario y el paciente, especialmente si hay fenómenos de diarrea, hemorragias o vómitos. En los casos de alto riesgo, se tomará la temperatura de forma supervisada a lo largo de los 21 días posteriores a la posible exposición al contagio, momento en que podrá ser descartado.

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