La enfermedad tendría su orígen en una sobreconexión de las regiones sensorimotoras, a expensas de las funciones de orden superior que se desarrollan más tarde.
Científicos de la Universidad Estatal de San Diego han descubierto que niños y adolescentes con desórdenes del espectro autista presentan un excesivo desarrollo de las conexiones neuronales que discurren entre el córtex cerebral y el cerebelo. Esta disposición del conectoma va en detrimento de las áreas cerebrales donde residen funciones ...
Científicos de la Universidad Estatal de San Diego han descubierto que niños y adolescentes con desórdenes del espectro autista presentan un excesivo desarrollo de las conexiones neuronales que discurren entre el córtex cerebral y el cerebelo. Esta disposición del conectoma va en detrimento de las áreas cerebrales donde residen funciones cognitivas superiores. Aunque el cerebelo había sido foco de interés en el autismo décadas atrás, la inconsistencia de las observaciones llevó a abandonar la búsqueda de la relación entre ambos.
El descubrimiento actual, publicado en la revista Biological Psychiatry, ha sido posible gracias a la aplicación de técnicas de resonancia magnética funcional (fMRI), las cuales han permitido comparar el conectoma de 28 autistas con el de otros 28 individuos con desarrollo normal. Los resultados de imagen demuestran que, en el autismo, las áreas cerebrales relacionadas con la atención, el lenguaje y la toma de decisiones están infraconectadas. Las conexiones sensorimotoras entre córtex y cerebelo maduran en los primeros años de vida, cuando los cerebros de los niños autistas crecen en volumen más que los de los niños normales. En cambio, las conexiones que sirven las funciones superiores se desarrollan más tarde. En el autismo, la superconexión sensorimotora inicial dificulta el establecimiento de las conexiones nuevas, ya que, una vez se da la especialización funcional de una región del cerebro, no hay razón para que éste decida cambiarla en una fase posterior de la vida.
Este descubrimiento podría ayudar a científicos y clínicos a entender mejor cómo las diferentes anormalidades del desarrollo cerebral conducen a los diferentes desórdenes del espectro autista, así como contribuir al uso de la fMRI como técnica diagnóstica adjunta del autismo. Foto: SDSU MARKETING AND COMMUNICATION