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Los beneficios del fármaco IBP superan los posibles efectos secundarios y adversos cuando se utiliza correctamente

Publicación del Posicionamiento de la SEPD ante la seguridad y eficacia a largo plazo de los IBP.

12/07/2016

Los beneficios del tratamiento con inhibidores de la bomba de protones (IBP), tanto a corto como a largo plazo, superan los posibles riesgos o efectos secundarios, siempre y cuando la indicación clínica además de la dosis y la duración del tratamiento sean adecuados. Esta es la principal conclusión del Posicionamiento ...

Los beneficios del tratamiento con inhibidores de la bomba de protones (IBP), tanto a corto como a largo plazo, superan los posibles riesgos o efectos secundarios, siempre y cuando la indicación clínica además de la dosis y la duración del tratamiento sean adecuados. Esta es la principal conclusión del Posicionamiento sobre Efectos Adversos de los IBP, un documento recientemente publicado por la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) en su revista científica REED (Revista Española de Enfermedades Digestivas), en respuesta a las dudas y la alarma surgidas sobre esta clase de medicamentos, ya fuera entre profesionales o entre pacientes. El uso adecuado de los IBP y la prevención de sus posibles efectos adversos ha sido objeto de debate entre los expertos reunidos en la Semana de las Enfermedades Digestivas (SED) organizada recientemente por la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD).

Los inhibidores de la bomba de protones (IBP), entre los que se incluyen nombres comerciales tan conocidos como omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, rabreprazol y esomeprazol, son uno de los grupos de fármacos más recetados y con mayores niveles de facturación en el Sistema Nacional de Salud (SNS). El consumo de IBP en España ha aumentado de forma considerable en los últimos años, pasando de 21,8 dosis diarias definidas por cada mil habitantes en el año 2000, a 96,57 dosis diarias definidas por mil habitantes en el año 2008. Entre el año 2000 y el 2008 la prescripción de IBP aumentó un 200% y entre 2004 y 2010 su consumo incrementó un 227%; sin embargo, el coste para las arcas públicas aumentó solo un 21,3%, suponiendo un coste total de alrededor de 626 millones de euros gracias al impacto de los genéricos.

A partir de 2010 y a raíz de algunos artículos publicados en revistas científicas que relacionaban este grupo de fármacos con la demencia o con el infarto y que han alcanzado una gran repercusión mediática, se ha generado una importante alarma social alrededor del uso de IBP. “En los últimos años hemos pasado de una situación en que todo el mundo tomaba IBP y en la que hemos tenido incluso un problema de automedicación, a una situación inversa, en el que un número considerable de personas se acercan a las consultas de Atención Primaria demandando mayor nivel de información sobre IBP o de pacientes que estando correctamente tratados con IBP quieren abandonar el tratamiento por temor a sus consecuencias”, explica el Dr. Cristóbal de la Coba, especialista en Aparato Digestivo y uno de los autores del posicionamiento además de coordinador del Comité de Excelencia Clínica de la SEPD, en el momento de la publicación del trabajo.

Ante esta situación, la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) ha considerado conveniente realizar una revisión exhaustiva de la evidencia científica existente, y elaborar y publicar un documento de posicionamiento institucional valorando la seguridad de estos fármacos a largo plazo. “Desde la SEPD, creemos que se deben destinar esfuerzos a evitar la prescripción inadecuada, especialmente en las personas ancianas polimedicadas y las personas dadas de alta tras una estancia hospitalaria, y es fundamental informar a los pacientes de la duración adecuada de su tratamiento y de cómo evitar otros factores de riesgo asociados a estos efectos adversos”, afirma el Dr. De la Coba.

La consideración de los IBP como un simple “protector gástrico” sin prácticamente efectos adversos ha disparado su utilización en muchos casos sin una indicación clara o por síntomas no asociados a una hipersecreción ácida. En España se prescriben IBP en un 70% por encima de la media europea. Desde la SEPD se subraya la necesidad de utilizar los IBP solo cuando estén indicados, por el tiempo necesario, la dosis mínima eficaz y con prescripción facultativa. Menor inflamación en patologías autoinmunes y oculares con una dieta ajustada al perfil nutricional individual.

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