Esta mañana tuvo lugar en la Asociación Madrileña de la Prensa (APM) un seminario organizado por la Fundación Instituto Roche y la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS). Su temática estuvo dedicada a actualizar los datos y protocolos referentes a los distintos tipos de ensayos clínicos existentes en ...
Esta mañana tuvo lugar en la Asociación Madrileña de la Prensa (APM) un seminario organizado por la Fundación Instituto Roche y la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS). Su temática estuvo dedicada a actualizar los datos y protocolos referentes a los distintos tipos de ensayos clínicos existentes en la actualidad.
Pie de foto: Fernando Comas Venga junto a Consuelo Martín de Dios
Durante las palabras de bienvenida, tocó a la directora gerente del Instituto Roche, Consuelo Martín de Dios, poner en valor la investigación clínica como parte de la medicina de precisión que permite practicar a los profesionales sanitarios una ciencia clínica cada vez más personalizada. Además de alabar los avances experimentados hasta la fecha en la genómica y el resto de las disciplinas ómicas, la directiva aseguró que la responsabilidad social corporativa no sólo debe hacer que la industria farmacéutica lleve cada día más lejos las fronteras del conocimiento, sino también trabajar para lograr que todos esos avances sean comprensibles para el conjunto de la sociedad a la que va dirigida la investigación.
Pie de foto: Fernando Comas Venga (ANIS)
Abundó también en el papel investigador y social de los laboratorios, Fernando Comas Vega, vicepresidente de ANIS, tras presentarse como directivo con amplia experiencia profesional en la industria farmacéutica, rompió otra lanza en favor de los laboratorios. Contradijo en sus primeras palabras también que las compañías solo busquen tratamientos para patologías crónicas y, como prueba de ello, citó los antivirales de acción directa para la curación de la hepatitis C en múltiples casos. Tampoco se olvidó el interviniente de citar el reglamento europeo 2017/745, por el que se establece que los requisitos generales de seguridad y funcionamiento de los ensayos clínicos son responsabilidad del promotor de la investigación.
Pie de foto: Francisco Abad Santos (Hospital de la Princesa, Madrid)
El encargado de revisar el modelo de investigación basado en ensayos clínicos fue el doctor Francisco Abad Santos, farmacólogo clínico del Hospital de La Princesa. Tras afirmar que en la actualidad estamos en la etapa molecular, o racional, tras haber superado los momentos tradicional y empírico, aclaró que conseguir un solo medicamento precisa descartar previamente 9.999 moléculas aparentemente prometedoras. También expresó lo dilatado de los tiempos de desarrollo de medicamentos, al citar la Quetiapina, cuyo descubrimiento tuvo lugar en el año 1984 y no pudo ser comercializada hasta el 1997, 13 años más tarde.
A continuación, Abad Santos resumió las fases a las que puede corresponder un ensayo clínico:
Fase I, o de farmacología humana, comprueba que la molécula es segura y tolerable para las humanos, a partir de modelos animales. Se vale de la farmacocinética y la farmacodinámica para observar si hay patologías concomitantes o posibles interacciones con otros medicamentos. Son estudios unicéntricos, con un año de duración como máximo y sólo unas decenas de pacientes con características homogéneas.
Fase II, o de estudios terapéuticos exploratórios. Determinan la eficacia de la molécula para determinar la dosis de mayor efectividad. Suelen ser controlados con placebo. Precisan varios cientos de pacientes y duran entre 6 meses y 2 años.
Fase III, o de estudios terapéuticos de confimación. Se aplican sobre población heterogénea en número no superior a los 3.000 pacientes. Son controlados con placebo y pueden llegar hasta los cuatro años. Se basan en la eficácia y la seguridad para ser el último requisito antes de la autorización de comercialización.
Fase IV, o de estudios de uso terapéutico. Con ellos se completa el conocimiento post comercialización del fármaco y son imprescindibles para autorizar nuevas indicaciones, ejercer la farmacovigilancia, los controles de fabricación y los estudios farmacoeconómicos. Si confirman una mala relación riesgo-beneficio, pueden motivar la retirada del fármaco.
Pie de foto: Araceli Parra (Roche Pharma)
A continuación, tomó la palabra Araceli Parra, encargada de calidad y formación para la realización de ensayos clínicos en Roche Pharma. Salvando algunos puntos de coincidencia con su predecesor, la ponente detalló que existen ensayos controlados y no controlados; paralelos, cruzados y factoriales; además de secuenciales, confirmatorios y aleatorios o randomizados; y sin olvidar su condición de unicéntricos o multicêntricos.
En cuanto a los estudios bayesianos, en honor a Thomas Bayes, auguran según numerosos expertos un cambio de paradigma en el mundo de la estadística, al proponer que las conclusiones no dependerán en pocos años del tamaño de la muestra, como afirmaba la estadística clásica. Mientras tanto, por su lado, los estudios secuenciales proponen combinar investigaciones transversales y longitudinales.
Parra añadió que siguen las normas GCP-ICH como estándar ético ajustado a la declaración de Helsinki, relativa a la transparencia de la información en los ensayos clínicos. Igualmente, disertó sobre la solictud de número de EudraCT y solicitud de ensayo clínico (CTA).
Pie de foto: José Javier García (Pivotal)
Completó la terna de expertos convocada por el Instituto Roche el doctor José Javier García, CEO de la compañía Pivotal, experta en la subcontrata de ensayos clínicos por parte de la industria farmacéutica. Como premisa inicial, afirmó que la estadística es una ciencia encargada de medir lo que no tiene medida como, por ejemplo, la variabilidad de la práctica clínica. Razonamiento al que añadió que no siempre lo que tiene importancia en términos estadísticos, tiene relevancia clínica para la salud de los pacientes.
Como rasgo destacable de los ensayos clínicos complejos, el doctor García citó la ramdomización como mejor vía para cubrir los riesgos que supone la aleatoridad. Entre otras ventajas de ese enmascaramiento, el ponente señaló la preservación del efecto placebo y su impacto comparativo en los resultados de los ensayos clínicos.
Sobre los ensayos de fase III, el doctor explicó que siempre son comparativos y que buscan demostrar la eficacia de una molécula para un perfil de seguridad adecuado. Son, además, enmascarados a doble ciego para evitar sesgos y lo suficientemente concluyentes para permitir registrar el nuevo fármaco.
Seguidamente, García definió el término intervalo de confianza aplicable a cada brazo de ensayo. Sobre el test de comparación afirmó que expresa la diferencia de eficacia entre los brazos, de cara a poder precisar la respuesta obtenida. Calculada dicha confianza como "p", el ponente atribuyó un valor del 95% para valores inferiores a 0,05. De igual forma, García habló de end-points subrogados o compuestos, y de ensayos de superioridad y no-superioridad. Sin salir de los nuevos tipos de ensayo, García mencionó los estudios secuenciales y adaptativos (modelos bayesianos).
En general, los ponentes destacaron el efecto dinamizador y de ahorro de tiempo que supuso la entrada en vigor del real decreto de ensayos clínicos (1090/2015) en España, con el que está siendo posible conseguir la aprobación de contratos para estas investigaciones en sólo 74 días, cuando antes eran de 100 días como media.