La obesidad infantil en España se mantiene estable entre 2006 y 2012, aunque en unos niveles excesivamente altos, que la sitúan en una de las tasas más altas del mundo. A pesar de esta estabilización, en ese mismo período, crece la percepción parental errónea del exceso de peso infantil. El ...
La obesidad infantil en España se mantiene estable entre 2006 y 2012, aunque en unos niveles excesivamente altos, que la sitúan en una de las tasas más altas del mundo. A pesar de esta estabilización, en ese mismo período, crece la percepción parental errónea del exceso de peso infantil. El porcentaje de padres que perciben erróneamente el exceso de peso de sus menores aumentó del 60,8%, en 2006-2007, al 71,4%, en 2011-2012. Así lo indican los datos extraídos del estudio "Exceso de peso infantil en España 2006-2012. Determinantes y error de la percepción parental", publicado en Revista Española de Cardiología (REC).
"Las posibles causas de la percepción errónea del exceso de peso de los menores tienen que ver con la normalización de la obesidad", explica el Dr. Miguel Ángel Royo Bordonada; investigador y jefe de área de estudios de la Escuela Nacional de Sanidad; y uno de los autores de la investigación. Otros posibles factores son la estigmatización social y la evitación de sentimientos de culpabilidad.
La prevalencia de exceso de peso fue el 30,1%, en 2006-2007, y del 29,7% en 2011-2012. La obesidad infantil en España afectaba al 9,6% de los menores en 2006-2007; y al 9% en 2011-2012. Entre los factores asociados a la obesidad están la ingesta de bebidas azucaradas y las dietas altamente energéticas y deficientes en fruta y verduras, el escaso número de horas de sueño y el excesivo sedentarismo.
En este sentido, se ha observado una disminución del porcentaje de consumidores a diario de refrescos y aperitivos del 6,4 y el 3,7% respectivamente. El cumplimiento de las recomendaciones sobre horas de sueño disminuyó un 5%, mientras que el de las relativas al tiempo máximo de actividad sedentaria no varió.
Las conclusiones del estudio indican que las políticas de mejora de la salud infantojuvenil deberían incluir planes de concienciación del problema de la obesidad, dirigidos a la población general y a los padres, quienes son fundamentales en el establecimiento de hábitos saludables; y medidas específicas para las clases sociales desfavorecidas, que presentan cifras más altas de obesidad y peores hábitos de alimentación, sueño y sedentarismo, asociadas a sus menores recursos y capacidades para superar las barreras que dificultan la adquisición y mantenimiento de hábitos saludables de alimentación y actividad física en un entorno fuertemente obesogénico.
"Hacen falta campañas de concienciación sostenidas en el tiempo. Esto debería ir acompañado de un trabajo a nivel clínico, que debe implicar a todos los profesionales sanitarios en colaboración con los padres, quienes tienen un papel esencial en la modificación de hábitos de sus hijos", afirma Royo Bordonada, quien asegura también que, pese a la aparente estabilización de la obesidad infantil, no debemos bajar la alerta, pues "las cifras no animan a ser optimistas".
Recomendaciones de la FEC
Por su parte, la Fundación Española del Corazón (FEC) recuerda que, según la encuesta "Children in the city", el 85% de los niños no cumple la recomendación de practicar al menos una hora de actividad física diaria, lo que afecta directamente, junto con una dieta poco equilibrada, al exceso de peso.
En este sentido, el Dr. Carlos Macaya, presidente de la FEC apunta que "dedicar un tiempo para realizar actividad física en familia es la vía más constructiva para lograr que los niños huyan de la tendencia sedentaria, ya que ven un ejemplo en su propia casa y adquieren este buen hábito desde la infancia para mantenerlo de por vida".
La FEC recomienda, además, seguir una dieta mediterránea clásica muy rica en verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, aceite de oliva virgen extra, pequeñas cantidades de frutos secos, lácteos semidesnatados y pescado tres a cuatro veces por semana.