La Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) se ha sumado a la Declaración de Cracovia sobre el Yodo, suscrita por epidemiólogos, endocrinólogos y nutricionistas de toda Europa para poner freno a las graves consecuencias de la deficiencia de yodo en la salud pública, considerada por la Organización ...
La Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) se ha sumado a la Declaración de Cracovia sobre el Yodo, suscrita por epidemiólogos, endocrinólogos y nutricionistas de toda Europa para poner freno a las graves consecuencias de la deficiencia de yodo en la salud pública, considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la causa más prevalente de retraso mental prevenible a nivel mundial.
El Área de Endocrinología y Nutrición de la SEMG, cuya responsable es la doctora Guadalupe Blay, ha apoyado y trabajado desde su creación por la corrección de la deficiencia de yodo y sus graves efectos. Sus integrantes, entre las que se encuentran los doctores José Muñoz y Mª Carmen Millón, proponen traer las medidas que contiene la Declaración de Cracovia sobre el Yodo "al terreno de lo cotidiano, en el día a día de la atención al ciudadano a nivel de la Atención Primaria de salud, con consejo, asesoramiento y evaluación de actuaciones".
Desde la SEMG proponen tres medidas para hacer frente a este problema de salud pública. En primer lugar, recomendar la utilización de sal yodada a la población. "No es necesario aumentar la ingesta de sal, sino utilizar la sal que aporta el yodo necesario para el funcionamiento diario del tiroides (síntesis de tiroxina), imprescindible para la vida", según la Dra. Millón. En concreto, las necesidades de yodo son de 150 microgramos de yodo en el adulto, mientras la mujer embarazada y en periodo de lactancia necesita 250 microgramos de yodo diarios.
La segunda medida que proponen es evaluar la nutrición en yodo a nivel poblacional desde Atención Primaria, puerta de entrada al sistema de salud. Esto se haría realizando estudios de los trastornos relacionados con la deficiencia de yodo (TDY), tanto en población infantil y adolescente, como en embarazadas y adultos: bocio en todas las edades, trastornos de crecimiento y desarrollo en niños, hipo o hipertiroidismo en niños y adultos y, especialmente, en embarazadas.
La tercera y última propuesta pasa por vigilar la aparición de efectos indeseables e investigar su posible relación con la sal yodada (por defecto o por exceso), con el compromiso de hacer visible los resultados y comunicarlos a sociedades científicas y a la población.
La yodación universal de la sal ha demostrado ser la medida más barata, eficaz y eficiente de corregir la deficiencia de yodo. Y, aparte de las recomendaciones a los Gobiernos, que deben velar por un adecuado producto (producción, distribución y control del comercio y utilización) "somos los profesionales sanitarios a todos los niveles los encargados de velar por la salud de la población, educando, aconsejando, investigando, pero, sobre todo, acompañando a nuestros pacientes y cuidando de que las medidas no queden en el papel", concluye la Dra. Millón.
La deficiencia de yodo durante el embarazo puede condicionar un menor desarrollo intelectual al producir daños en el desarrollo del sistema nervioso central, que serán irreversibles al nacer. Así mismo, las consecuencias de la deficiencia de yodo en la población se traducen en una alta prevalencia de bocio, nódulos tiroideos, hipo e hipertiroidismo. También se ha relacionado con un peor curso de enfermedades crónicas físicas y mentales (cardiovasculares, músculo-esqueléticas, depresión, demencia) y el aumento de cuadros de hiperactividad y déficit de atención en niños y adultos.