Con la premisa de que se necesitan actuaciones concretas en los sectores clave del sistema de salud más que concebir la salud como la simple ausencia de enfermedad, nace la estrategia de Cataluña 2016-2020. Para ello, se destinaron 8.876,11 millones de euros durante 2017 en materia de salud, en un ...
Con la premisa de que se necesitan actuaciones concretas en los sectores clave del sistema de salud más que concebir la salud como la simple ausencia de enfermedad, nace la estrategia de Cataluña 2016-2020. Para ello, se destinaron 8.876,11 millones de euros durante 2017 en materia de salud, en un sistema que se enfrenta a tres retos importantes: fortalecer la equidad en el acceso, potenciar la eficiencia y alcanzar la máxima calidad, con el n último de impulsar la justicia social.
Plan proactivo y predictivo
El plan de salud surge para dar respuesta a las necesidades sociales vigentes y como consecuencia de la aplicación de los avances cientícos actuales. Se trata, pues, de integrar el trabajo interdepartamental e intersectorial con la revisión del modelo de AP y salud comunitaria. Para ello resultan fundamentales, por ejemplo, la promoción de mejoras en la adherencia al tratamiento, teniendo en cuenta que, según estudios recientes, uno de cada seis pacientes en Cataluña no inicia su tratamiento. Como respuesta, el Plan de Salut 2016-2020 promueve actuaciones desde una vertiente predictiva, preventiva y, en definitiva, proactiva, más que adoptar una postura reactiva, esto es, impulsar la protección de la salud y la prevención de las enfermedades mediante el desarrollo de planes interdepartamentales que aborden de forma transversal los objetivos.
Los efectos de la crisis se han dejado sentir en una comunidad en la que el 22,5 de la población durante 2016 se encontraba en riesgo de pobreza o exclusión social, según los datos del Instituto de Estadística de la Generalitat de Cataluña. Ello repercute en la gestión y planteamiento del sistema de salud pública, que se propone como principal reto reducir las desigualdades sociales en salud, seguido de otros aspectos de enorme interés, entre los que se encuentran: la prestación de una atención social y sanitaria más integral e integrada; la mejora de la accesibilidad y de la resolución de conflictos –extendiendo, por ejemplo, las unidades de subagudos, hospital de día de cronicidad o las unidades expertas en complejidad–; la potenciación del liderazgo de los profesionales y de la participación activa de los ciudadanos; y el impulso de un sistema más transparente, junto con la ampliación del uso de las tecnologías de la información.
Propuestas de futuro
A cada uno de los retos le corresponde una propuesta de futuro en el Plan 2016-2020. Así, por ejemplo, para luchar contra la desigualdad sanitaria la nueva estrategia de salud propone la potenciación del Plan interdepartamental de Salud Pública (PINSAP), junto a la puesta en marcha de otros programas como Plan interdepartamental de atención e interacción social y sanitaria (PIAISS) o el Plan integral de Salud Mental.
Uno de los problemas más urgentes es la cronicidad frente a la que se establecen planes de choque, como el programa de prevención y atención a la cronicidad, a partir del cual, todos los territorios disponen de las rutas asistenciales y mecanismos de integración de servicios para la diabetes o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
La eficacia y eficiencia de estos planes específicos se muestra a través de los resultados obtenidos. Así, por ejemplo, se calcula que el incremento de recursos asistenciales de unidades de subagudos y postagudos de hospitales de día de cronicidad, y la identificación de 150.000 pacientes crónicos complejos –para los que se ha implantado un plan de intervención individualizado compartido (PIIC) –, ha favorecido la disminución de las hospitalizaciones urgentes relacionadas con los ingresos de enfermos crónicos. Todo un éxito dentro de las medidas orientadas a frenar el aumento de la cronicidad, que en nuestro país afecta a la mitad de la población, es decir, más de 20 millones de personas sufren, al menos, una enfermedad crónica. Y pasados los 65 años tienen de media cuatro, según el informe de la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA). Además, estas patologías suponen el 80% de las consultas de AP y el 60% de los ingresos.
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