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Los efectos psicológicos del aislamiento social son mediados por un neuropéptido

El antagonismo farmacológico en su receptor previene la agresividad en ratones y podría ser utilizado con fines terapéuticos.

29/05/2018

Investigadores del Instituto Chrissy Chen de Nerurociencia han identificado una proteína clave en el desarrollo de la agresividad, miedo persistente e hipersensibilidad a las amenazas, asociadas al aislamiento social crónico (ASC). Se trata del neuropéptido conocido como neurokinina B (NkB), que en ratones es producido por neuronas de la amígdala ...

Investigadores del Instituto Chrissy Chen de Nerurociencia han identificado una proteína clave en el desarrollo de la agresividad, miedo persistente e hipersensibilidad a las amenazas, asociadas al aislamiento social crónico (ASC). Se trata del neuropéptido conocido como neurokinina B (NkB), que en ratones es producido por neuronas de la amígdala o el hipotálamo, regiones cerebrales que controlan las emociones y el comportamiento social.

El ASC está muy extendido en humanos y tiene efectos deletéreos para la salud, afirman los autores en la correspondiente publicación, aparecida en la prestigiosa revista Cell. Aunque ya se sabía que hormonas como la liberadora de corticotropina juegan un papel fundamental en la respuesta al estrés asociado al ASC, hasta ahora se desconocía la función de las taquikininas en este ámbito. El nuevo trabajo pone de manifiesto que el ASC aumenta la expresión del gen codificante de la NkB y que el bloqueo de los receptores de este neuropéptido restablece el comportamiento normal en los ratones. Inversamente, el incremento por medios artificiales de los niveles de NkB en animales en un contexto social normal condujo a que éstos se comportaran como si hubieran estado expuestos a ASC.

El estudio también revela que la NkB y su receptor median diferentes funciones en diferentes áreas cerebrales, ya que su supresión en la amígdala suprime el miedo pero no la agresión. David Anderson, director del equipo investigador, afirma que los humanos exhiben un sistema de señalización análogo al de los ratones, por lo que los hallazgos podrían tener un futuro impacto clínico.

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