Un estudio dirigido por el investigador Diego Bohórquez revela la existencia de un circuito neuronal previamente desconocido en el intestino. Está constituido por un subgrupo de células enteroendocrinas, denominadas neurópodas, que contienen las moléculas de adhesión presináptica necesarias para establecer sinapsis con neuronas vagales. La identificación de las células neurópodas ha ...
Un estudio dirigido por el investigador Diego Bohórquez revela la existencia de un circuito neuronal previamente desconocido en el intestino. Está constituido por un subgrupo de células enteroendocrinas, denominadas neurópodas, que contienen las moléculas de adhesión presináptica necesarias para establecer sinapsis con neuronas vagales.
La identificación de las células neurópodas ha sido posible gracias al uso de un virus monosináptico de la rabia marcado con fluorescencia, demostrándose también que éstas son productores de glutamato, un neurotransmisor excitatorio. Éste es esencial en la transmisión de mensajes procedentes del intestino, ya que el bloqueo de su liberación en este órgano inhibe la llegada de las señales de las células neurópodas al cerebro. Bohórquez subraya que el circuito originado en estas células usa una sola sinapsis para conectar ambos órganos. Hasta ahora se creía que la comunicación entre ellos estaba mediada principalmente por hormonas reguladoras de la saciedad.
La existencia del nuevo mecanismo tiene profundas implicaciones en el entendimiento del apetito, prosigue Bohórquez, ya que muchos de los supresores farmacológicos de aquél están dirigidos a estas hormonas. Estudios previos de su laboratorio en la Universidad de Duke ya habían señalado la existencia de células sensoriales intestinales que compartían características con células del epitelio nasal y de la lengua.