Según el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), Julio Bobes, la Psiquiatría goza de buena salud. "Si la comparamos con nuestro pasado, hemos mejorado muchísimo, fundamentalmente en las dos últimas décadas". Se ha consolidado una excelente formación médica tanto trasversal como genérica "y sobre todo una buena formación de las competencias específicas", y se han dado pasos muy notorios "en la consecución de la nueva especialidad médica de Psiquiatría de la Infancia y de la Adolescencia". Pese a la suspensión de la ley de troncalidad, indica que hace un año y medio se reiniciaba la formación de las nuevas especialidades de infancia y adolescencia y que, en su tramitación, tan solo resta ahora el visto bueno del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. "Ambas especialidades, además, van a pasar a tener una extensión en su formación de cinco años", una petición muy demandada.

Otro ejemplo de la buena salud de la especialidad de psiquiatría es la creación "de un grupo de excelencia en investigación de salud mental, el CIBERSAM (Consorcio Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental)", con el que en una década no solo se ha demostrado "el buen nivel de investigación asistencial y aplicada, sino que cada vez más en términos de productividad y factor de impacto hemos subido y nos hemos colocado dentro de los primeros CIBER. No solo competimos en la división de honor de la investigación clínica española, sino que estamos entre los primeros cuatro grupos". Esta circunstancia, unida a la capacidad de formación de la especialidad, "nos ha hecho penetrar muchísimo en la sociedad y en las labores preventivas". Por todo ello, Bobes reconoce que "estamos bastante satisfechos pero hay que aspirar a más. Estamos en el top 10 de las especialidades médicas españolas, pero hemos de ir más allá". Y es que a día de hoy existe una alta prevalencia de las enfermedades mentales y de los trastornos de salud mental en la sociedad, "que provoca que haya una demanda muy importante y sobre todo demanda no suficientemente cubierta y retos notorios". Uno de estos retos es "tener más posibilidades de prevenir, con la tecnología que tenemos en la actualidad, el caso de suicidios y de las conductas autolíticas". "No hemos sido capaces de disminuir las tasas de suicidios. En el pasado eran inferiores a seis por cada 100.000 habitantes, eran tasas bajas, pero hemos ido pasando lenta y progresivamente a tasas en torno al ocho y, con ello, a estar calificados por la OMS como un país de bajo riesgo de comportamientos autolíticos a ser un país de riesgo medio". En este sentido, señala que "no hemos sido capaces de bajar las tasas de suicidio y estamos convencidos de que es una situación a batir que podemos modificar, pero necesitamos más medio".

Asimismo, desde la SEP recuerdan que "la parte del presupuesto de Sanidad que se destina al desarrollo de nuestras funciones es muy bajo dada la alta prevalencia de enfermedades mentales y muy inferior a las recomendaciones de la OMS, que habitualmente recomendaba que el 5% del gasto en Sanidad se destinase a salud mental". A todo esto se une que "el coste de la enfermedad, directo y global, va a ir además en aumento". La previsión es que en 2025 la depresión sea la primera causa de incapacidades laborales permanentes y de discapacidad.

Por todo ello, desde la SEP esperan "más financiación para investigación cualitativa sobre los trastornos mentales y el comportamiento, sobre todo aquellos que originan discapacidad o incapacidad permanente, y poner en marcha medidas de prevención ante los comportamientos suicidas, que es donde no hemos sido capaces de mejorar las tasas", indica Bobes.

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