Las infecciones de transmisión sexual constituyen un importante problema de salud pública, tanto por la magnitud que alcanzan a nivel mundial (actualmente se encuentran entre las causas más frecuentes de morbilidad mundial con un marcado crecimiento en las últimas décadas), como por su elevada morbilidad entre la población joven, la ...
Las infecciones de transmisión sexual constituyen un importante problema de salud pública, tanto por la magnitud que alcanzan a nivel mundial (actualmente se encuentran entre las causas más frecuentes de morbilidad mundial con un marcado crecimiento en las últimas décadas), como por su elevada morbilidad entre la población joven, la que está en edad reproductiva y en los recién nacidos (por la transmisión perinatal, intrauterina, durante el parto o por la lactancia materna), además de por sus posibles complicaciones y secuelas (enfermedad inflamatoria pélvica, infertilidad, embarazo ectópico, cáncer de cérvix, e incluso muerte) si no se realiza un diagnóstico y tratamiento precoz. A esto hay que añadir las implicaciones sociales y psicológicas que a veces pueden asociarse a estas patologías, y que pueden tener mayor importancia que las implicaciones biológicas.
El término de ITS (Infecciones de Transmisión Sexual) es más amplio que el anteriormente utilizado ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) ya que abarca aquellas infecciones que se pueden transmitir no sólo por las relaciones sexuales, sino también por otras vías y pueden no tener aún manifestación clínica. No siempre se pueden considerar un cuadro urgente en cuanto a su gravedad, y necesidad de tratamiento inmediato.
Sin embargo, son numerosas las pacientes que acuden a los servicios de urgencias por este motivo, dado lo florido del cuadro, la incomodidad de sus síntomas, las consideraciones sociales, el riesgo de contagio a su pareja sexual o el miedo en las embarazadas a las posibles consecuencias en el feto. Los síntomas más frecuentes son dolor abdominal bajo, sangrado vaginal, lesiones genitales y flujo vaginal excesivo o molesto, dependiendo del caso.
Vulvovaginitis
Las molestias vulvovaginales y la leucorrea suponen un importante número de pacientes en las urgencias ginecológicas, y se calcula que son motivo de consulta en ginecología en hasta el 20% de los casos. La mayoría de las pacientes son mujeres jóvenes. Las vulvovaginitis (VV) son en muchas ocasiones asintomáticas, y en otras son causadas por más de un microorganismo, y al existir una gran frecuencia en los autodiagnósticos y autotratamientos, es difícil establecer su incidencia y el tipo de germen implicado. Cursan con aumento de flujo vaginal, prurito genital, irritación, ardor o dispareunia vaginal y mal olor.
Existen diferentes factores que favorecen la infección al desequilibrar la flora vaginal: el uso de antibióticos, anticonceptivos hormonales, dispositivos intrauterinos (DIU), estrés, relaciones sexuales, alteraciones hormonales, etc. Las entidades más frecuentes son la candidiasis vaginal (aunque no se considera una infección de transmisión sexual, la abordaremos en este tema dada la alta prevalencia que supone en nuestro medio), la vaginosis bacteriana y la trichomoniasis vaginal.
- Candidiasis. La candidiasis vaginal es la causa más frecuente de vaginitis en Europa. Este tipo de vulvovaginitis no es considerada una enfermedad de transmisión sexual. En el 80-92 % de los casos, la candidiasis vaginal está originada por Cándida albicans, y aunque este patógeno se identifique en un cultivo, en ausencia de síntomas no hay indicación para iniciar tratamiento; ya que puede formar parte de la flora vaginal normal sin dar lugar a patología. Los factores que predisponen para la aparición de esta infección vaginal, además de los citados anteriormente, incluyen embarazo, diabetes mellitus, ropas ajustadas o de tejidos sintéticos, duchas vaginales, ferropenia, inmunosupresión, etc.
La clínica se caracteriza por prurito y escozor vulvovaginal, sensación de quemazón, dispareunia, disuria. Las paredes vaginales aparecen eritematosas y la vulva edematosa y eritematosa. No siempre aparece alteración de la secreción vaginal, y si la hay, su apariencia suele variar, o bien líquida, o bien blanquecina espesa, adherente, con grumos similares al yogur. Entre el 10 y el 50 % de las mujeres en edad reproductiva son portadoras asintomáticas.
- Vaginosis bacteriana. En la vaginosis bacteriana existe un desequilibrio de la flora, que implica un descenso de los bacilos de Doderlein y la presencia de Gardenella vaginalis y Mycoplasma hominis. Es la causa más prevalente de secreción vaginal y/o mal olor vaginal. Aunque se puede trasmitir por vía sexual, no se considera una ITS ya que se ha demostrado que mujeres vírgenes pueden llegar a padecerla. La clínica de la vaginosis bacteriana se caracteriza por un flujo blanquecinogrisáceo, homogéneo, maloliente y excesivo. No suele existir inflamación vulvar ni vaginal.
- Trichomoniasis vaginal. Es una infección de transmisión sexual causada por la tricomonas, un parásito del trato urogenital. Se trata claramente de una infección de transmisión sexual, siendo la ITS no vírica más frecuente, aunque su incidencia ha disminuido últimamente, quizás debido a que está siendo infravalorada dado que al menos el 50% de las mujeres y hasta el 90% de los hombres la cursan de forma asintomática. Tiene un período de latencia de cinco a 28 días en el 70% de las mujeres y de hasta seis meses en el 30% de las mujeres. Los síntomas incluyen secreción vaginal espumosa, amarillo verdosa, maloliente y abundante; prurito, disuria, eritema y/o edema de vulva y vagina. En la colposcopia se observa "cérvix en fresa" (cérvix con puntos rojos).
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