Un paciente al borde de la muerte del Hospital Gregorio Marañón salvó su vida gracias a una aorta personalizada fabricada con una impresora 3D. Es el ejemplo más reciente de la enorme utilidad de esta técnica aplicada al campo sanitario, pero, tal y como se ha podido comprobar en la ...
Un paciente al borde de la muerte del Hospital Gregorio Marañón salvó su vida gracias a una aorta personalizada fabricada con una impresora 3D. Es el ejemplo más reciente de la enorme utilidad de esta técnica aplicada al campo sanitario, pero, tal y como se ha podido comprobar en la última jornada del 37º Seminario de Ingeniería Hospitalaria Congreso Nacional, no es un hecho puntual. Por el contrario, su uso está propiciando cada vez más el acercamiento a la medicina personalizada facilitando la fabricación de implantes, audífonos, prótesis, instrumental quirúrgico y otros tantas tantas herramientas.
"La impresión 3D tiene muchas y valiosas ventajas. Es muy importante como aumenta la posibilidad de planificación preoperatoria y como mejora de la precisión del proceso quirúrgico, así como el ahorro de tiempo en las intervenciones, lo que significa que el paciente tendrá menos probabilidad de infección o sangrado", detalla Rafael Bienvenido, profesor titular del Departamento Ingeniería Mecánica Escuela Superior de Ingeniería de la Universidad de Cádiz. Sin embargo, no todo son ventajas. Aún queda mucho por mejorar en esta técnica. "La precisión es mejorable, y también es destacable el aumento de costes", explica el experto.
En este contexto, desde el departamento al que pertenece han llevado a cabo un estudio dedicado al instrumental quirúrgico y especializándose en metales , un material, que según explica, "tiene muchas ventajas, como la libertad del diseño y la posibilidad de reducción de peso". Por ejemplo, en esta experiencia han conseguido varias mejoras. "Fabricamos un separador de Hoffman con un peso reducido al 60%", apunta. Por otra parte, en el caso del separador de Farebeuf "estudiamos la posibilidad de reducir el peso y el tamaño, y conseguimos prácticamente una disminución del 70% del peso y el tamaño casi a la mitad, de 20 a 10 centímetros", detalla.
Además, consiguieron mejorar el separador de rang, viendo la necesidad de aplicar este aparato para cirugía infantil. Bienvenido explica que realizaron otro estudio para adaptarlo al tamaño según la edad y la complexión del paciente. "Analizando varias posibilidades de mejora funcional, se descubrieron distintas posibilidades de mejora. Durante el desarrollo surgió el realizar la prueba en un paciente y en 10 días pudimos hacer el diseño de un nuevo separador adaptado al tamaño del paciente. Como resultado, hemos conseguido un modelo diferenciado y en trámite de patente".
Síndrome del edificio enfermo
Por otro lado, durante la misma mesa se ha presentado una aplicación para la prevención de riesgos para la salud derivados de la calidad del aire, que permitirá disponer de una mejor solución en el control ambiental dentro de los entornos hospitalarios. En este contexto, Guadalupe Ortiz, profesora titular del Departamento de Ingeniería Informática de la Escuela Superior de Ingeniería de la Universidad de Cádiz se refiere al síndrome del edificio enfermo. "Pasamos muchas horas en interiores y es muy importante que la calidad del aire en casa o en el trabajo sea buena. Hay síntomas que se muestran que la calidad del aire no es adecuada, sin embargo, no hay forma de detectarlo. Por eso estamos desarrollando un software para estudiarlo".
La experta incide en que actualmente todo es inteligente, los smartphones, las smart houses, las smart cities... Y también se está trabajando hacia los smarth health, smart hospitals y smart workspaces, centrados en el ser humano. "Los hospitales inteligentes lo son en muchos sentidos: eficiencia técnica, logística y de flujos de personal sanitario y pacientes". Pero también, añade, "tenemos varios focos de interés en pro de la sostenibilidad, a través del uso de las nuevas tecnologías y las comunicaciones". Es ahí donde pone el foco en la salud inteligente, es decir, "en el uso de herramientas de infraestructuras de las smart cities al servicio de la salud. El objetivo es mejorar la salud y la calidad de vida. Gracias a estas tecnologías vamos a simplificar los procesos y agilizar los trámites, adaptarnos al contexto del paciente y la prevención de los riesgos de la salud".
Por ello, en la Escuela de Ingeniería han desarrollado varios casos de estudio. Uno de ellos es Air4 People, una herramienta para estudiar la calidad del aire en el exterior. "La contaminación del aire nos afecta a todo, pero es especialmente dañina para personas con enfermedades respiratorias. La Junta nos va mandando información y el usuario puede consultar la calidad del aire y recibir alertas personalizadas en momentos de riesgo", explica Ortiz.
También está en proceso de creación AlergiApp. "Cada vez hay más información sobre los niveles de alérgenos ambientales, pero cada vez hay mucha gente que lo pasa mal. Dependiendo de la temporada la sintomatología es diferente. Así que, centrándonos en esto, desarrollamos una aplicación móvil que te facilita los niveles de alérgenos en la localidad en la que se encuentre el usuario, pero que también permite la colaboración ciudadana, procesando esa información para, si se repite, enviar una notificación al resto de usuarios indicándoles que es posible que pueda sufrir ese síntoma. Estamos en proceso de registrar el software".
A partir de esos estudios, Guadalupe Ortiz lanza una reflexión a modo de conclusión. "Tenemos que remarcar la importancia de los grandes datos y los pequeños datos. Esto, unido a la colaboración y que actualmente es muy sencillo obtener el contexto de los ciudadanos, acaba siendo el camino hacia la sostenibilidad".