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Un año de pandemia

La crisis sanitaria provocada por el Covid-19 es quizá la más difícil de la historia de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hay que remontarse a 1918-1920, cuando tuvo lugar la conocida como gripe española, para pensar en una situación en nuestro país de la magnitud a la que estamos viviendo. El último año ha estado marcado por la pandemia y por eso es protagonista de parte de este anuario.

08/02/2021

Poco imaginaba con lo que iba a tener que lidiar Salvador Illa cuando fue nombrado ministro de Sanidad en enero de 2020. Le pusieron como reto conseguir que la Sanidad mantenga sus cotas de eficacia y seguridad. Ya anteriormente se había notificado el primer caso de coronavirus en el mundo; ...

Poco imaginaba con lo que iba a tener que lidiar Salvador Illa cuando fue nombrado ministro de Sanidad en enero de 2020. Le pusieron como reto conseguir que la Sanidad mantenga sus cotas de eficacia y seguridad. Ya anteriormente se había notificado el primer caso de coronavirus en el mundo; pero nos parecía que Wuhan, en China central, se encontraba muy lejos como para que nos pudiera afectar.

En ese mismo mes en el que Illa entraba a formar parte del Gobierno, el día 10, se publicó el modelo genético completo del virus, algo que ha sido de gran utilidad a la hora de buscar frenos a la enfermedad. El primer muerto por Covid-19 en China es de un día después, el 11. El 13 se conoció la primera infección fuera del gigante asiático, mientras que el 23 se cerró Wuhan. Empezábamos a mirar las noticias con cierta expectación. Crecían los argumentos de que era una gripe más fuerte de lo normal.

A principios de febrero, el día 4, se celebraba el primer Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS) de Illa, el primero que tenía como protagonista al coronavirus, el primero de muchos. En él, Ejecutivo y CC AA abordaron la situación de esta enfermedad, de la que en ese momento sólo había registrado un caso en nuestro país, en la isla canaria de La Gomera. La valoración conjunta, en palabras del ministro, fue que "nuestro SNS está preparado para atender a la situación". Subrayó que habían convenido los pilares sobre los que se asentaba la gestión de este tema: el criterio de los profesionales y expertos, un seguimiento permanente y diario de la situación y los casos, la coordinación y un compromiso absoluto con la transparencia informativa. El lema de trajo que se hizo fue "prepararse para lo peor y esperar lo mejor". Aún no se sabía que vendría lo peor. El 13 de febrero nos enfrentamos a la primera muerte en España por esta enfermedad.

El 25 de febrero, la situación del coronavirus volvió a ser único punto del día del pleno del Consejo Interterritorial. "Hemos decidido actualizar lo que se conoce como la definición de caso. Hemos ampliado las zonas de riesgo. Y hemos calificado como zonas de riesgo China, Corea del Sur, Japón, Singapur, Irán y cuatro regiones de Italia. Todas las personas que presenten síntomas de una situación gripal y que hayan estado en zonas de riesgo 14 días antes han de ser consideras como caso y se han de someter a una prueba. Todas aquellas personas que estén ingresadas en centros hospitalarias y tengan causas desconocidas serán consideradas caso", afirmó el titular de Sanidad al término de la reunión. Aseguró que se aumentarían las medidas para la detección precoz de las personas con coronavirus. En esos momentos, en nuestro país había tres casos importados y, por ello, el escenario era de contención con medidas de detección precoz.

"Donde son necesarias las mascarillas las habrá. No es necesario el uso de mascarilla. En los hospitales sí las hay. Hago un llamamiento a la ciudanía para que no haya alarmismo. No es necesario ir con mascarilla por la calle", aseveró, en alusión a los desabastecimientos que había ya en algunas farmacias españolas. Prometió que había mascarillas para quien las necesitaba. La situación empezaba a complicarse en España. Poco a poco, la preocupación fue creciendo y empezamos a ver a personas, no muchas, con mascarilla por la calle. Había quien mantenía la tesis de que esto era como una gripe más fuerte y había que avisaba de que iba a ser mucho más grave de lo que parecía.

El inicio

Marzo fue el mes en el que cambió todo para los ciudadanos españoles. El día 3, el coronavirus obligaba a suspender congresos, jornadas, seminarios o cursos con profesionales sanitarios. El Ministerio anunciaba, en coordinación con las CC AA, la adopción de dos medidas adicionales para contener el Covid-19 en España. "Seguimos en fase de contención, con las medidas que hemos venido recomendando de detección precoz". Así comenzaba esa tarde Illa su comparecencia ante los medios de comunicación para darlas a conocer. "Hemos trabajado en ellas con el Consejo Superior de Deportes y las federaciones concernidas. Hemos dictado una recomendación cuya ejecutividad dependerá de las CC AA. Hace referencia a las competiciones deportivas. Aquellos eventos de competiciones deportivas profesionales en los que se espere una alta presencia de aficionados que provengan de las zonas de riesgo, que son cuatro regiones del norte de Italia, China, Japón, Corea del Sur, Irán y Singapur, la recomendación es que se celebren a puerta cerrada", señaló.

La segunda medida tomada era la de "suspender-cancelar todos aquellos congresos, jornadas, seminarios o cursos que impliquen a profesionales sanitarios; en la línea de lo que ha recomendado la Organización Médica Colegial (OMC) y el Consejo General de Enfermería". "Les agradezco esta sensatez a la hora de recomendar esta medida. Necesitamos que los profesionales sanitarios estén en perfectas condiciones y máximamente disponibles en los próximos días y semanas. Por tanto, todo aquello que entendemos que es prescindible pues aconsejamos que se cancele y no se celebre", añadió. Informó de que había 13 personas del ámbito sanitario que estaban en ese instante en proceso de aislamiento. Aseveró que "los profesionales sanitarios son esenciales" y que "sobre ellos descansa la respuesta del coronavirus". Del mismo modo, defendió que no era una banalidad seguir las medidas de higiene. Era el inicio del mensaje de las tres emes que tanto hemos interiorizado en estos meses; de manos (lavado), de metros (distancia interpersonal) y de mascarilla.

Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), se convertía en la persona que nos iba a trasladar los datos. Hubo una época en la que los explicaba todos los días, después de lunes a viernes y en la actualidad suele hacerlo los lunes y los jueves. Madrid preocupaba y el 11 de marzo saltaban a todos los mentideros la posibilidad de cerrar la Comunidad. Se pedía a la población responsabilidad. Había 2.002 casos notificados en España, 126 pacientes en la UCI (el 81% está en Madrid) y 47 fallecidos.

Dos días más tarde, el 13, vino la noticia que ya casi todos temíamos. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, declaraba el estado de alarma por el coronavirus. Hizo una declaración institucional este viernes a las 15:30 para anunciarlo. "Todo el esfuerzo de las autoridades sanitarias está dirigido a evitar la propagación de la enfermedad", pronunció. Expuso que los profesionales sanitarios merecen el reconocimiento de todos. Trasladó un mensaje especial a los mayores y a las personas con defensas bajas, para que evitasen los contactos y la exposición al coronavirus. A los jóvenes, les recordó que podían actuar como transmisores, para que actuasen con prevención. "El heroísmo consiste también en lavarse las manos y en quedarse en casa", remarcó. Vaticinó que tardaríamos semanas, cuando realmente están siendo meses, pero que superaremos esta crisis amparándonos en la ciencia.

Pulverizando récords

A partir de ahí, fuimos pulverizando récords. El 2 de abril, se superó el millón de contagios en el mundo. El 3 de abril, 10.000 muertes acumuladas en España. El estado de alarma se fue prorrogando. La única conversación prácticamente versaba sobre el Covid-19. Estaba claro que era lo que preocupaba. En gran parte de nuestras informaciones, siempre estaba el coronavirus. Las mascarillas era un codiciado objeto. Las empresas donaban material sanitario. Nos faltaban respiradores. Se instalaban hospitales de campaña, se medicalizaban hoteles. El Gobierno se preparó, por si hacía falta, para trasladar pacientes de una a otra comunidad autónoma. No fue necesario. Los laboratorios farmacéuticos se pusieron manos a la obra, con todos los recursos posibles, en busca de la ansiada vacuna. Doblegamos el pico de la primera ola. El 21 de junio, llegó el fin del primer estado de alarma en España. Por otro lado, el 25 de junio ya China aprobaba una vacuna de uso militar.

El papel de la industria farmacéutica fue muy relevante en esa etapa. "Fuimos un sector esencial y nuestro principal objetivo era asegurar que los 25 millones de españoles que toman medicación a diario la tuviera. Si hubiera habido desabastecimiento de medicamentos, hubiéramos tenido situaciones dantescas. Es una buena noticia el que nuestras 84 plantas de producción en España han funcionado a pleno rendimiento. Y hemos conseguido que los fármacos que se producen fuera de España llegaran a nuestro país. En un entorno de guerra comercial, esto no ha sido fácil", describió Martín Sellés, quien era presidente de Farmaindustria en ese momento. Alabó la "ejemplar coordinación" de la industria con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y con el Ministerio de Sanidad. Hasta julio, se habían puesto en marcha en España más de 90 ensayos clínicos, siendo el país número cuatro a nivel mundial, en lo que es la búsqueda de la vacuna. "Se están asumiendo riesgos por el bien de todos y no porque esto vaya a ser un negocio. Hay más de 150 vacunas en desarrollo. Mi previsión es que al final tendremos tres, cuatro o cinco vacunas. Y de ésas una, dos o tres serán las mejores, con las mejores ratios de protección. Las demás se quedarán por el camino", reflexionó. Se mostró convencido de que defiende que las vacunas para el Covid-19 acabarán sorprendiendo por su bajo precio.

Tuvimos un verano relativamente tranquilo. En la segunda ola, los protagonistas de las ruedas de prensa inicialmente eran los brotes. La situación estaba más o menos controlada, que no superada. En septiembre Sanidad avisaba de que el incremento de casos se traduce en potenciales hospitalizaciones. La segunda ola se diferenciaba de la primera en cómo se iba moviendo por el territorio de forma diferente. En octubre, la segunda ola no era ya una amenaza, sino una realidad en toda Europa. Illa repetía que estábamos "ante semanas que van a ser muy duras". Se vivió como el Gobierno regional de Madrid y el Ejecutivo central mostraban sus diferencias en público acerca de las medidas a adoptar. El día 21 de ese mes se superaba el millón de contagios en España y el 25 se activaba el segundo estado de alarma, todavía en marcha.

Esperanza

La parte positiva es que llegaban buenas noticias relativas a las vacunas. El 2 de diciembre, Reino Unido autorizaba la vacuna de Pfizer. Se ponía el acento en el plan de Navidad de Sanidad. Las autonomías lo apoyaron mayoritariamente. "No sólo se trata de celebrar la Navidad de una manera diferente, sino de seguir celebrando muchas Navidades más. Es verdad que las tradiciones forman parte de nuestra vida. Este año, la mejor manera de celebrar estas Navidades es haciendo aquello que sabemos para mantener el virus a raya. Es decir, cuidándonos y llegando a las mejores condiciones para la vacunación", pedía Illa. En el mes de diciembre, si insistió en que tenemos que llegar a la vacunación en las mejores condiciones posibles. Mantuvo que estamos preparados como país para administrar a la ciudadanía la vacuna siguiendo el plan de vacunación: "Esto no va a ser de golpe, va a durar unos meses y mientras dure va a haber que mantener las medidas de precaución". El virus no estaba derrotado (hoy por hoy, tampoco) y llamaba a no caer en un optimismo precipitado. La preocupación por la tercera ola, una vez que se había doblegado el pico de la segunda, era creciente.

Con la aprobación de las vacunas por parte de Europa y el inicio de la vacunación en España, ya estábamos "en el principio del fin". Si bien, según Illa, "hemos de mantener la guardia alta, porque la evolución de la pandemia no está yendo en la dirección que nos gustaría".

Se acabó el 2020 con unas cifras preocupantes, que luego fueron a peor. En las últimas 24 horas previas al 31 de diciembre, se registraron, con los datos individualizados notificados por las CC AA a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (al sistema SiViEs), 10.217 nuevos diagnosticados de coronavirus, llegando hasta 1.928.265. Los diagnosticados en los últimos 14 días habían sido 131.449, lo que implicaba una incidencia de 279,51 por 100.000. El número de fallecidos se elevó a 50.837. El total de pacientes Covid hospitalizados en ese momento era 11.535 (9,49% de las camas ocupadas). El número de pacientes Covid en UCI era 2.018 (21,21% de las camas ocupadas). El informe comunicaba que un total de 211.064 casos habían precisado hospitalización y un total de 18.251 casos habían ingresado en UCI. Esos datos en enero fueron a peor. De hecho, la incidencia subió hasta casi los 900 por 100.000. A finales de enero, teníamos contabilizados 100 millones de contagios en el mundo. Llevamos un año de pandemia y aún quedan meses para superarla. Carolina Darias se ha puesto al frente de su gestión como nueva ministra de Sanidad y, en su primer Consejo Interterritorial, ha mantenido su compromiso de que en verano el 70% de la población esté vacunada.

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