Remarcaba este jueves la viceconsejera de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, Catalina García, durante la primera conferencia de la 2ª Jornada Precongresual 22 Congreso Nacional de Hospitales y Gestión Sanitaria, la necesidad y la urgencia de que exista una atención sociosanitaria integrada. Es una creencia unánime entre ...
Remarcaba este jueves la viceconsejera de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, Catalina García, durante la primera conferencia de la 2ª Jornada Precongresual 22 Congreso Nacional de Hospitales y Gestión Sanitaria, la necesidad y la urgencia de que exista una atención sociosanitaria integrada. Es una creencia unánime entre los gestores de los distintos ámbitos sanitarios, como han expresado los participantes en una mesa redonda del evento organizado por Sedisa y Ande dedicada a la atención sociosanitaria durante el covid-19.
Como han comentado, en la primera ola, el 20% de los casos confirmados correspondían a personas institucionalizadas, y el 17,3% estaban en residencias de mayores. En vista de ello, el 20 de marzo de 2020 la consejería de salud instaba a la adopción de medidas en centros sociosanitarios, cualquiera que fuera su titularidad y tipo de gestión. Juan Carlos Morilla Herrera, director Unidad Gestión Clínica de Gestión de Casos de Málaga, detalla cómo la red de enfermeras gestoras de casos, apoyada por las enfermeras de familia, "realizaron un seguimiento proactivo diario de la totalidad de los centros de mayores y de discapacidad". En la línea de este seguimiento, "se contempló la elaboración de un mapa diario con la incidencia de casos nuevos, con el fin de planificar las intervenciones".
Explica que en el momento de la pandemia, en la unidad de residencia atendían a 68 residencias con 2.800 camas. "Nos encontramos con 112 instituciones de dependientes, de niños, de gente con múltiples problemas, que no atendíamos normalmente desde nuestra unidad. Unas 5.500 camas. Nos encontramos desbordados, y optamos por quitar la línea que nos separaba funcionalmente a las unidades gestoras de casos y a la unidad de enfermeras de residencias y atender juntos las tareas de la pandemia".
Una de las cuestiones principales que los ocupó aquellos días fue crear una atención homogénea. "Creamos una lista de chequeo automática que se iba actualizando día a día. Toda la información sobre la seguridad clínica que tenían las residencias en cada momento, se pasaba a la delegación provincial e incluso a las ONGs que nos ayudaban". De esta forma, añade, "cada uno de los actores pudo arropar a las estos en un momento crítico donde faltaba de todo".
En definitiva, "compartir el trabajo con mucha gente": PICUIDA, UMA, enfermeras gestoras de casos y trabajadores sociales, inspección de servicios sociales y salud, ONGs, delegación de salud, medicina interna, etc. "Toda esta red estaba ya montada, así que para nosotros esto fue solamente levantar teléfono", admite Morilla. El éxito de la red se manifestó en los datos. "En Málaga, el porcentaje de casos en residencias fue el tercero más bajo de Andalucía y estuvimos por debajo de la media, al igual que en muertes en población mayor de 65 años y en tasa de fallecimientos en residencias". Aunque estas estadísticas, a su juicio, tienen un componente de suerte, "no quiero desmerecer a nadie y creo que todos hemos dado lo mejor de nosotros mismos".
Del hospital a las residencias
Por otro lado, como consecuencia de la respuesta rápida que hubo que dar ante lo que estaba pasando en las residencias, tanto el Hospital Virgen del Rocío como el distrito de atención primaria de Sevilla, articularon en marzo un programa coordinado de medicalización in situ de las residencias afectadas.
Manuel Ollero Baturone, jefe de Servicio de Medicina Interna del Virgen del Rocío, ha presentado los resultados de esta experiencia. La cuestión clave para poner en marcha esta medida fue que "nos dimos cuenta de que el problema desde AP y desde el hospital era el mismo. Y ante un problema común lo mejor es responder con una respuesta colaborativa, con el objetivo de conseguir una atención sanitaria de excelencia, manteniendo la confortabilidad, la integralidad, la continuidad asistencial, y disminuyendo la morbimortaldiad de los pacientes. Porque teníamos la conciencia de que estos pacientes en el hospital iban a ir fatal".
Sobre la marcha, "adaptamos el protocolo que había en el hospital al entorno residencial. Es decir, partir de una protocolización de las pautas que teníamos que seguir". En segundo lugar, la presencia de la tecnología y de profesionales hospitalarios, junto a los de AP, estuvo también en el centro. "Fuimos incluso puliendo el procedimiento, cuyas claves son que en 24 horas se hace el despliegue de equipos conectados a la red SSPA, al igual que el montaje de una sala virtual, de tal manera que la prescripción se hacía desde el módulo hospitalario, con acceso a todos los fármacos. Dotamos de una ecografía al punto de atención del paciente, de instrumental hospitalario y dispositivos de oxigenoterapia. Y el acceso a la cama hospitalaria para que los ingresos fueran directos". "También conseguimos generar conocimiento porque conseguimos sacar herramientas pronóstias para la toma de decisiones que han sido publicadas", añade.
Igualmente, la continuidad en la atención fue otro de los elementos clave gracias a la atención 24x7, los equipos mixtos de primaria y hospital, adaptando recursos a la fase de la epidemia y el brote, al apoyo a los médicos residentes y al papel nocturno del DECCU. Así como el equipo. "Profesionales de Atención Primaria, hospital y sociosanitarios, compartiendo espacios y pacientes, ha sido una experiencia muy satisfactoria. Parafraseando a Joan Carles March, equipos con Halma (honestidad, humildad, hechos, humor, habilidades y heroísmo)", relata.
En la primera ola, cuesta acerca de los resultados, "tuvimos una tasa de éxito global del 21%, acordando con familiares y pacientes cuando iban a ser trasladados al hospital". En la segunda ola, en mas de 400 pacientes y más de 700 residentes, "el porcentaje fue todavía más alto y la mortalidad bajó clarísimamente, al igual que las intervenciones, porque vimos que cada vez la intervención era más pronta". Al final, en la tercera ola, "la mortalidad en residencias cae aún más, hasta el 7% y además las derivaciones fueron mínimas".
La logística de la dispensación
Ante la pandemia, los servicios de farmacia de los hospitales también se tuvieron que adaptar rápidamente. Por otro lado, los dispositivos extrahospitalarios se transformaron en unidades de hospitalización para absorber el elevado número de pacientes que debían tratarse y aislarse. Para garantizar la distribución de los medicamentos y la calidad de la atención farmacéutica, los sistemas de dispensación han sufrido a la vez, transformaciones. Así lo ha detallado Sandra Flores Moreno, jefa de Servicio de Farmacia Hospitalaria H. U Virgen del Rocío de Sevilla.
"Cuando se nos plantea al servicio de farmacia hospitalaria la necesidad de medicalizar todos los centros sociosanitarios de nuestra área, aquello se vivió como un tsunami del que no sabíamos muy bien como salir. Porque además, la situación que entonces existía sobre la prescripción y la prestación farmacéutica en las residencias de nuestra comunidad estaba en un limbo".
La falta de protocolos y experiencia en una enfermedad nueva, con una presentación atípica en la población más vulnerable, "han sido algunos de los principales problemas en hospitales y aún más en centros sociosanitarios, donde el personal y los recursos sanitarios son escasos, y los pacientes, complejos, frágiles y polimedicados", expresa Flores. "No sabemos cómo hacerlo, solo que hay que hacerlo ya. Sin duda entendemos que no íbamos a hacer una medicina basada en la evidencia como la que estábamos acostumbrados, sino una medicina basada en la emergencia y en las existencias".
Pero el primer planteamiento les duró 48 horas. No funcionó, porque después de intentar implantarlo llegó la realidad. "Y la realidad es que los facultativos que atendían las residencias no solo eran de nuestro hospital, y ni conocen ni tenían por qué conocer nuestro sistema". Además, "el pase de sala no tenía nada que ver con el habitual de un hospital, aquello no se cerraba a las 15.00 y había cambios a todas horas. Los botiquines eran habituales, pero no estaban preparados para dispensar la medicación a nuestra manera, y el personal de las residencias no formaba parte del SAS, no podía acceder a los programas de prescripción".
Frente a toda esta situación se decide una reorganización, cambiando los sistemas de prescripción, los de información y la logística de dispensación de medicamentos a estos centros medicalizados. "Todo tiene un fin, y nada que tiene que ver el desembarco del mes de marzo con lo que vino después. Hemos visto la luz, ya está todo muy regularizado", detalla.
Desde su punto de vista, ha sido vital la comunicación, tanto dentro como fuera del servicio de farmacia, y también la información. "Nos hemos dado cuenta de que somos especialmente dependientes de los sistemas de información y de la tecnología y que si tenemos que salir del hospital tenemos que adaptarlos para que funciones fuera. Hay que invertir en ello".
Además, "tenemos que tener una coordinación mucho transversal y colaborativa entre los distintos niveles asistenciales. Y seguir pensando que la atención farmacéutica es nuestra prioridad, es decir, la gestión del stock de los medicamentos tiene que ser un medio pero nunca un fin, para lograr que al atención farmacéutica a los pacientes sea de calidad". La farmacéutica recuerda para concluir que, como decía Charles Darwin, "el factor más importante de la supervivencia no es la inteligencia o la fuerza, sino la capacidad de adaptación. Y así lo hemos demostrado todos los sanitarios durante la pandemia".