La pandemia ha sido un desafío para la atención sociosantiaria, y ha obligado a poner en marcha soluciones creativas, como las que han compartido los ponentes de la mesa Buenas prácticas en la atención sociosanitaria, enmarcada en la 2ª Jornada Precongresual 22 Congreso Nacional de Hospitales y Gestión Sanitaria de ...
La pandemia ha sido un desafío para la atención sociosantiaria, y ha obligado a poner en marcha soluciones creativas, como las que han compartido los ponentes de la mesa Buenas prácticas en la atención sociosanitaria, enmarcada en la 2ª Jornada Precongresual 22 Congreso Nacional de Hospitales y Gestión Sanitaria de Sedisa y ANDE. Fernando Jesús Robledo es desde marzo el coordinador provincial de centros sociosanitarios en Huelva, cuya situación antes de la pandemia era de "absoluta variabilidad", en todos los sentidos, porque no todos son residencias de personas mayores.
De modo que la pandemia llegó "para desestabilizarlo todo". El primer reto que enfrentaron fue convertir un centro sociosanitario, que la parte sanitaria creciera enormemente hasta el límite de ser capaces de poder ser capaces de gestionar la crisis sanitaria con los recursos y los profesionales que tenían allí.
Además, "teníamos dos grandes condicionantes. Uno, el espacio, puesto que las residencias suelen tener todas sus plazas cubiertas e incluso son habitaciones dobles la mayoría de las veces. Pero hacía falta ganar espacio. Y los profesionales no tenían una visión más allá de lo que venían haciendo cada día".
Para superar esos desafíos, han trabajado estrategias en dos líneas. Una de seguimiento, donde ha sido "clave" la labor de la enfermería gestora de casos. Conocían los centros, los espacios, el funcionamiento, etc. Otra de las grandes bazas es el tema de la medicalización, a la que añade la vertiente cualitativa porque es "esencial". "La medicalización ha sido en muchas residencias beneficiosas porque ha dado la oportunidad de que los profesionales sociosanitarios trabajen en conjunto con profesionales sanitarios. Eso ha servido mucho a la hora de crecer profesionalmente. No traigo datos, traigo experiencias".
Así pues, de todo esto han aprendido que "los centros sociosanitarios son más sanitarios, y además los propios profesionales sanitarios son más conscientes de la realidad social. Ha habido una mezcla de culturas entre unos y otros".
El abordaje de la salud mental en Andalucía, por su parte, corre a cargo de Diego Arenas Ros, director Médico del Centro Asistencial San Juan de Dios de Málaga, quien expone los retos a los que se han enfrentado en su centro, que cuenta con una zona hospitalaria y una residencial, en la gestión de la pandemia. "Inicialmente ha habido un reto compartido que es el miedo de los profesionales". Pero específicamente, "nosotros nos encontramos con personas vulnerables, con dificultades cognitivas, que tenían que entender las medidas que tomábamos y cuya calidad de vida depende mucho de las numerosas actividades que realizamos, muchas de ellas salidas al exterior. Entonces, para nosotros el reto era conjugar la seguridad con mantener esa calidad de vida de los internos".
Respecto a los que, a su juicio, han sido los elementos clave de una gestión efectiva, manifiesta que "siempre que hay una crisis de este tipo hay un peligro y una oportunidad. El peligro está claro, y la oportunidad es la resiliencia. Nos ha hecho ser mejores y transformarnos".
En este sentido, "reaccionamos rápido, generamos un grupo de trabajo covid-19 que ha sido básico para generar confianza de los trabajadores, así como una formación para ellos. Y un poco más adelante, algo muy bueno ha sido la coordinación con el servicio publico y con la unidad de residencias. Esto nos ha permitido entender errores que teníamos, mejorar las prácticas, y no solamente prestar una buena asistencia a los casos complejos, sino seguir funcionando para poder ayudar a desahogar al sistema".
Ahora bien, ahora toca afrontar otros retos en salud mental. Curiosamente al principio pensaron que iba a haber un aumento "increíble" de la demanda de salud mental, pero no ha sido tanto así. De hecho, las cifras de suicidios consumados incluso bajaron. "Pero al final ha sido una crisis larga. Al principio la resiliencia es alta, pero conforme seguimos, empieza a haber agotamiento y cansancio. Eso, junto a que seguramente vayamos a entrar en un periodo de crisis económica, van a incrementar las consultas en salud mental. Entonces, el sistema debería prepararse para reforzar ese tipo de asistencia".
Y luego como en toda crisis, "el paciente con enfermedad mental grave corre el riesgo de quedarse fuera de contexto. Aunque los equipos de salud mental han hecho un esfuerzo por priorizar su asistencia y hay iniciativas buenas que pueden paliar estas circunstancias".
A continuación, Susana Padrones Fernández, directora de Salud Distrito Atención Primaria Sevilla expone su experiencia en el manejo de la atención primaria y domiciliara en un distrito compuesto por 35 centros de salud pertenecientes a dos áreas hospitalarias diferentes, que además tiene cinco unidades de dispositivo de apoyo. De ellas, "la de salud pública y vigilancia epidemiológica ha sido crucial para la gestión de la pandemia. La integración de estas unidades en los distritos de AP, que ya existía, ha supuesto una enorme ventaja para la coordinación y gestión de los brotes", apunta.
En cuanto a los principales cambios que tuvieron que implementar con el covid-19, enumera, fueron "la reestructuración asistencial de los centros, con la implantación de nuevos protocolos de diagnóstico y tratamiento que cambiaban casi a diario, detección precoz de casos, seguimiento de rastreo, atención clínica de pacientes covid-19, organización de teleconsultas, un auto covid para la realización de PCRs, adaptación de protocolos a los centros, gestión de brotes, cribado de pruebas, formación y apoyo a los profesionales, etc".
Remontándose a los inicios de la crisis, recuerda que el momento real en el que fue consciente de la magnitud de la pandemia fue con el primer brote en una residencia de ancianos en Sevilla. "Fueron días y noches muy duros e intensos. Fue tan solo tres días después de que declarara el estado de alarma, por lo que existía un gran desconocimiento de las características del virus al que nos enfrentábamos, había falta de EPIs y mascarillas, inexistencia de protocolos, incertidumbre y miedo". Finalmente, este brote alcanzó 177 casos confirmados, con 134 residentes afectados (un 79% de los residentes). De estos, tan solo un 8% quedaron asintomáticos y un 11,3%, en ingresos.
Desde aquel primer brote "del que aprendimos mucho", prosigue, "al tiempo que supuso un enorme esfuerzo y emocional en Sevilla capital hemos sufrido 119 brotes en centros sociosanitarios. De estos, 13 han requerido medicalización. En otros 106, el seguimiento, control y asistencia ha sido por parte de AP, con el consejo siempre de medicina interna".