Uno de cada cinco pacientes diagnosticados de trombosis venosa tiene cáncer y esta es la segunda causa de mortalidad en los pacientes con neoplasia, según alertan desde la la Fundación Española del Corazón (FEC) y la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Como explica la doctora Teresa López Fernández, coordinadora del ...
Uno de cada cinco pacientes diagnosticados de trombosis venosa tiene cáncer y esta es la segunda causa de mortalidad en los pacientes con neoplasia, según alertan desde la la Fundación Española del Corazón (FEC) y la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
Como explica la doctora Teresa López Fernández, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cardio-Oncología de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), el cáncer aumenta hasta cinco veces el riesgo de trombos. En concreto, detalla que, aunque el riesgo de trombosis venosa varía a lo largo del proceso del cáncer, es mayor en algunos tumores, como el de cerebro, páncreas y estómago; en los primeros meses tras el diagnóstico y durante las hospitalizaciones tras la cirugía oncológica.
"El estadio avanzado del cáncer, algunos tratamientos antitumorales, problemas de coagulación previos, la preexistencia de cardiopatías, enfermedades renales o pulmonares y el sedentarismo también se asocian a mayor riesgo de trombos", añade.
No obstante, la trombosis venosa asociada al cáncer se puede prevenir y tratar con anticoagulantes, lo que mejora el pronóstico si se hace precozmente. "El tratamiento anticoagulante es eficaz porque, por un lado, disminuye la formación de nuevos trombos y, por otro, evita que los que ya se han formado crezcan", apunta la especialista en cardiología del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
Los tipos de anticoagulantes empleados con más frecuencia en los pacientes con cáncer son la heparina subcutánea y los nuevos anticoagulantes orales de acción directa (ACOD). Sin embargo, el acceso a estos últimos no está asegurado en pacientes con cáncer y es desigual entre comunidades autónomas.
En este sentido, la doctora López Fernández recuerda que "en las últimas guías de práctica clínica europeas y americanas, los anticoagulantes orales de acción directa se posicionan como una alternativa segura y eficaz en pacientes con trombosis asociada al cáncer". También defiende que es imprescindible personalizar el tratamiento anticoagulante en función del escenario clínico, así como garantizar el acceso de los pacientes a tratamientos basados en la evidencia.
Decálogo del paciente con cáncer anticoagulado
Así, la FEC y la AECC consideran que el paciente con cáncer y sus cuidadores tienen que ser involucrados también en las estrategias de prevención y adherencia al tratamiento. Por eso, han elaborado un decálogo de recomendaciones para el paciente anticoagulado.
En este sentido, recomiendan seguir siempre las recomendaciones del médico; organizar horarios para evitar olvidos con el tratamiento; consultar antes de iniciar otros tratamientos; acudir a los controles programados; aprender a reconocer los síntomas de alarma (hinchazón y dolor en una pierna, falta de aire, dolor en el pecho, taquicardia no explicada por otros motivos); controlar la tensión arterial; dejar de fumar y evitar el consumo de alcohol; hacer ejercicio de forma regular; vigilar la alimentación, y estar informado consultando fuentes fiables.