La tecnología en Medicina está suponiendo muchas revoluciones. Una de ellas afecta a los campos de la Ómica y la Patología, como se ha podido comprobar en la jornada organizada por la Fundación Merck Salud, `Retos de la Medicina del futuro´ que se celebra este jueves en la Fundación Francisco Giner de Madrid. Estas dos disciplinas están viviendo un momento de actividad sin parangón debido, además, a la dinámica cada vez más prevalente de los equipos multidisciplinares.

En lo que afecta a la ómica, Carlos Chiesa, de la Unidad de Cirugía Reconstructiva-Oncológica en la Universidad de Donostia, ha explicado que consiste en el manejo de grandes volúmenes de datos. En el caso de la rama que nace de ella y basa su sistema en imágenes, la radiómica, permite evaluar "ciertas características clínicas" solo con el análisis de una imagen.

La ha calificado como una buena herramienta de diagnóstico "no invasivo" y es útil, ha agregado, para realizar el seguimiento, la evolución de esa lesión y ver cómo esta se comporta. Una práctica que se ha apresurado a precisar que sigue "en fase experimental".

En la parte técnica ha complementado el panorama de la radiómica su compañero Manuel Graña, del Computational Intelligence Group de la Facultad de Informática UPV/EHU. El profesor ha concretado que, de momento, esta disciplina es "un soporte" a la decisión "automatizada". Si bien es experto en el campo tecnológico, Graña ha defendido la necesidad de mantener una medicina personalizada entendida como "una persona que atiende a otra persona".

En cualquier caso, la extracción de datos a partir de imágenes sirve para ponerlos a disposición de herramientas como Inteligencia Artificial para el desarrollo final de modelos predictivos. Eso sí, ha advertido de la importancia de estar atentos a la hora de interpretar esas imágenes, porque a la IA se le puede engañar.

En Medicina, puede dar lugar a diagnósticos erróneos. "Que un melanoma pase de un diagnóstico benigno a un maligno. Esto también ocurre con la interpretación de los textos, cambiando el resultado de las palabras", ha puesto como ejemplos.

No obstante, son algunos de los riesgos inherentes al uso de tecnología y el manejo de enormes cantidades de datos. Para facilitar y agilizar los procesos están trabajando algunas compañías, como Philips. De la integración de todas las ómicas bajo una visión desde la Inteligencia Artificial (IA) se ha ocupado de hablar el experto en Patología Digital de Philips, Juan Carmona Fernández.

Para cualquier tipo de procedimiento hace falta la integración de los datos mediante un proceso multi-ómico, porque requiere de una "visión holística y detallada de ese individuo". Como podría ser, ha comparado, con las técnicas de secuenciación de nueva generación (NGS, por sus siglas en inglés).

Si bien esto plantea retos generales, como la presencia de valores perdidos o el desequilibrio de clases, u otros más específicos, como ruidos o complejidades de datos ómnicos, ya que a veces son "patrones sutiles", ha advertido Carmona. Pero hay más: la denominada "maldición de la dimensionalidad", que puede derivar en que lo algoritmos se sobreajusten "y no vean la realidad asistencial".

Por último, otro de los retos que ha identificado es la heterogeneidad. Son solo algunas de las barreras en la actualidad con el fin último de que los algoritmos den soluciones y permitan valorar "la practicidad clínica".

Pero herramientas como Machine Learning o Deep Learning podrían ser igual de válidas para la medicina y, en lo que atañe a Carmona, en la parte de interacción de datos multi-ómicos. A más complejidad, más capas y más profundidad. Aunque requeriría de un primer proceso de datos multi-ómicos "que habrá que limpiar y normalizar".

Cómo cambia el trabajo del patólogo

Una de esas revoluciones llegó con los biomarcadores. Estos se identifican y registran a través de diversos métodos: imagen o los moleculares. Estos los ha introducido el moderador de esta mesa redonda, el profesor Ángel Carracedo, Catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Santiago de Compostela. Miembro del Patronato de la Fundación Merck Salud.

"En definitiva", ha señalado, "es algo que se pueda medir y cuantificar". Con el objetivo final de desarrollar sistemas de prevención que permitan asentar sistemas sanitarios sostenibles.

Los biomarcadores son el día a día para los patólogos del siglo XXI, disciplina a la que pertenece el doctor José Luis Rodríguez Peralto, Jefe de Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Universitario 12 de octubre.

"Hemos entrado en una nueva dimensión", ha comenzado su intervención, señalando que la entrada de biomarcadores y la medicina de precisión, además de la personalizada, han revolucionado el trabajo de los patólogos al cambiar su papel y su participación en los grupos multidisciplinares.

"De esta manera, la medicina personalizada sacó al patólogo de su despacho. Ahora damos el factor diagnóstico y el factor predictivo. Por ejemplo, dando un biomarcador que es el va a incidir en que el tumor se tratara de una forma u otra diferente dependiendo de este".

También ha dedicado parte de su coloquio a la NGS, que ha conseguido reducir los tiempos de análisis y diagnóstico. "Podemos hacer con un panel de cientos de genes estos estudios en 48 horas. Nos llega el tejido, hacemos la extracción y determinaciones moleculares, y en dos días tenemos los resultados y así poner el tratamiento cuanto antes para evitar que el paciente se deteriore". Eso sí, sin dejar de lado otras técnicas con una sensibilidad mayor, como pudiera ser la PCR digital.

Por último, volvió a reiterar la importancia de que la NGS esté en integrada en la cartera de servicios, como hizo este miércoles durante otra jornada, en este caso centrada en la Medicina de Precisión, organizada por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) conjuntamente con la Sociedad Española de Anatomía Patológica (SEAP).