Un equipo de científicos del Institut Pasteur y médicos del Grupo del Hospital Universitario de Psiquiatría y Neurociencias de París (GHU) han descubierto una nueva vía farmacogenética que allana el camino para nuevas estrategias terapéuticas para prevenir enfermedades mentales después de una infección como las provocadas por una sepsis. Los investigadores ...
Un equipo de científicos del Institut Pasteur y médicos del Grupo del Hospital Universitario de Psiquiatría y Neurociencias de París (GHU) han descubierto una nueva vía farmacogenética que allana el camino para nuevas estrategias terapéuticas para prevenir enfermedades mentales después de una infección como las provocadas por una sepsis.
Los investigadores utilizaron técnicas farmacogenéticas para identificar un circuito neural que comprende el núcleo central de la amígdala y el núcleo del lecho de la estría terminal. La activación de este circuito en las primeras horas de la sepsis induce un comportamiento ansioso dos semanas después de que la infección haya desaparecido. Este comportamiento observado en ratones imita el trastorno de estrés postraumático observado en pacientes que se recuperan de sepsis.
"Este descubrimiento allana el camino para nuevas estrategias terapéuticas para la sepsis: observamos que la administración de un agente capaz de prevenir la hiperactivación de este circuito reduce los riesgos de desarrollar trastornos de ansiedad", explica el profesor Pierre-Marie Lledo, Institut Pasteur y CNRS. Se cree que este efecto está relacionado en parte con la activación reducida del centro de integración aferente vagal.
Este estudio es de particular interés porque identifica tanto un circuito dedicado para la ansiedad posterior a la sepsis como un posible tratamiento farmacológico. Este último pronto se probará en un ensayo terapéutico aleatorizado multicéntrico. Al revelar el vínculo entre la neuroinflamación y los trastornos psiquiátricos, esta investigación resuena con el contexto actual de la pandemia de COVID-19 y la larga duración de la COVID.
Los investigadores recuerdan que el cerebro es capaz de detectar y regular la inflamación sistémica o localizada mediante el uso de dos vías de comunicación. El primero, humoral, hace uso de estructuras cerebrales específicas que permiten que los mediadores inflamatorios circulantes entren en el cerebro. El segundo, neural, involucra nervios cuyas aferentes sensoriales transmiten la señal inflamatoria detectada a nivel local.
Por lo tanto, el nervio vago utiliza receptores identificados para detectar una inflamación digestiva o pulmonar. Las estructuras y redes cerebrales específicas perciben e integran estos mensajes humorales y neurales y orquestan una respuesta reguladora que involucra elementos neuroendocrinos, neurovegetativos y conductuales. Estas intervenciones correctivas están controladas respectivamente por el hipotálamo y la hipófisis, el sistema nervioso autónomo y el sistema límbico.
La activación neuroendocrina se caracteriza por la liberación de cortisol, la principal hormona del estrés. La respuesta autonómica implica la activación combinada de los sistemas simpático y vagal, y se cree que este último induce una respuesta antiinflamatoria local. Los cambios de comportamiento afectan el estado de ánimo, la atención, el sueño y el apetito. El objetivo de la respuesta general es controlar la inflamación para preservar la integridad corporal u homeostasis. Pero en algunas circunstancias, puede estar mal adaptado y puede conducir a trastornos inmunológicos y/o psicológicos.
Una infección grave conocida como sepsis es la condición más común capaz de inducir esta estrategia de defensa contra el estrés inflamatorio. La sepsis es la principal causa de muerte en todo el mundo y representa un importante desafío para la salud pública. Lo que empeora la situación es que la sepsis también se asocia con trastornos psicológicos crónicos como la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático.
Estas condiciones aumentan significativamente el riesgo de suicidio y tienen un impacto duradero en la vida personal, social y profesional de los pacientes. "Hasta ahora, ningún tratamiento preventivo ha demostrado ser eficaz, probablemente debido a la falta de comprensión de la fisiopatología de estos trastornos, especialmente de las redes neuronales implicadas en su aparición", explica el profesor Tarek Sharshar, jefe del Departamento de Neurología de Sainte-Anne.