Tras un infarto, el cuerpo humano es incapaz de reparar el tejido perdido debido a la incapacidad del corazón para generar nuevo músculo. Sin embargo, el tratamiento con células progenitoras cardíacas podría dar lugar a la formación de células cardíacas funcionales en los lugares lesionados, según los hallazgos de un ...
Tras un infarto, el cuerpo humano es incapaz de reparar el tejido perdido debido a la incapacidad del corazón para generar nuevo músculo. Sin embargo, el tratamiento con células progenitoras cardíacas podría dar lugar a la formación de células cardíacas funcionales en los lugares lesionados, según los hallazgos de un equipo internacional publicados en la revista científica ´Nature Cell Biology´.
Ahora, su objetivo es iniciar estudios clínicos en los próximos dos años. Se calcula que cada año mueren 18 millones de personas por enfermedades cardiovasculares, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), por lo que este tema es objeto de investigación en todo el mundo.
Una posible respuesta podría ser el tratamiento con un conjunto enriquecido de progenitores ventriculares derivados de células madre pluripotentes humanas, o HVP para abreviar. Un equipo internacional formado por la Universidad Técnica de Múnich (Alemania) y su hospital universitario Klinikum rechts der Isar, el Karolinska Institutet sueco, la empresa biotecnológica sueca Procella Therapeutics y la compañía biofarmacéutica AstraZeneca ha investigado este enfoque.
Muchas enfermedades cardíacas provocan la muerte de las células del músculo cardíaco y los vasos sanguíneos. Éstos son sustituidos por tejido cicatrizal fibrótico, que provoca un mayor deterioro de la función cardíaca. Algunos animales, en particular los anfibios y los peces, pueden reparar estos daños, una capacidad casi totalmente ausente en el corazón de un ser humano adulto.
Un enfoque experimental para restaurar el tejido cardíaco perdido es la terapia con células madre. En estudios anteriores se han utilizado células cardíacas cultivadas a partir de células madre, concretamente: cardiomiocitos. Sin embargo, se produjeron frecuentes efectos secundarios, como latidos irregulares y arritmias mortales.
En cambio, el equipo está investigando las células progenitoras ventriculares humanas. Estas células desempeñan un papel crucial en la formación del corazón durante el desarrollo. Con el tiempo, se diferencian en los distintos tipos de células del corazón, incluidos los cardiomiocitos.
El equipo ha conseguido producir un gran número de estas HVP a partir de células madre pluripotentes embrionarias humanas. "Esto representa la culminación de dos décadas de nuestro trabajo tratando de encontrar la célula ideal para reconstruir el corazón", afirma Kenneth R. Chien, catedrático de Investigación Cardiovascular del Karolinska Institutet.
Con estas células, los científicos estudiaron los complejos procesos moleculares que intervienen en la reparación de las zonas dañadas del músculo cardíaco. "En las investigaciones de laboratorio, pudimos demostrar cómo las HVP pueden, en cierto modo, rastrear las regiones dañadas del corazón, migrar a los lugares de la lesión y madurar hasta convertirse en células cardíacas funcionales. También evitan activamente la formación de tejido cicatricial mediante la interacción con los fibroblastos, como llamamos a las células que forman el marco estructural del tejido conectivo no funcional", afirma otro de los responsables de la investigación, el profesor Laugwitz.
Como siguiente paso, el equipo interdisciplinar utilizó cerdos para estudiar la eficacia del tratamiento de un corazón dañado con PVH. Fisiológicamente, los corazones de los cerdos son bastante similares a los de los humanos. Por ello, los experimentos con cerdos suelen realizarse poco antes de iniciar los estudios en pacientes humanos. Los resultados demuestran que los daños en el corazón pueden repararse de forma fiable incluso en animales grandes sin que se observen efectos secundarios graves.
"El tratamiento demostró con éxito la formación de nuevo tejido cardíaco y, lo que es más importante, la mejora de la función cardíaca y la reducción del tejido cicatricial", afirma la doctora Regina Fritsche-Danielson, directora de Investigación y Desarrollo Temprano de AstraZeneca.