Las enfermedades neurodegenerativas, incluida la enfermedad de Parkinson, el Alzheimer y la esclerosis múltiple y la lateral amiotrófica comparten muchas similitudes, aunque sus síntomas clínicos y la progresión de la enfermedad pueden parecer muy diferentes. La incidencia de estas patologías aumenta con la edad. Son progresivas e implacables, y provocan ...
Las enfermedades neurodegenerativas, incluida la enfermedad de Parkinson, el Alzheimer y la esclerosis múltiple y la lateral amiotrófica comparten muchas similitudes, aunque sus síntomas clínicos y la progresión de la enfermedad pueden parecer muy diferentes. La incidencia de estas patologías aumenta con la edad. Son progresivas e implacables, y provocan una pérdida gradual de tejido cerebral.
Dentro del organismo, largas cadenas de proteínas se pliegan para formar formas funcionales que les permiten realizar tareas específicas como crear anticuerpos para combatir infecciones, apoyar células o transportar moléculas. A veces, este proceso registra fallos, lo que da como resultado proteínas "mal plegadas" que se agrupan para formar agregados. Estas puede crecer, fragmentarse y expandirse por todo el cerebro para formar nuevos grupos. La acumulación de proteínas de desecho comienza temprano en el proceso de la enfermedad neurodegenerativa, mucho antes de la aparición de los síntomas y la pérdida de capacidad cerebral.
investigadores de la Universida de Monash (Australia), pretendieron estudiar si la eliminación o retraso de la propagación de estas proteínas de desecho podría frenar la progresión de la enfermedad neurodegenerativa.
Para su estudio, partieron del hecho de que el sistema glinfático elimina los desechos del cerebro, incluidas las proteínas tóxicas. Esta red de espacios llenos de fluidos en todo el cerebro, conocida como espacios de Virchow-Robin, se detiene, principalmente, mientras se permanece despierto y se pone, de nuevo en funcionamiento, durante el sueño para distribuir compuestos esenciales para la función cerebral y para deshacerse de los desechos tóxicos. Esto puede explicar por qué todas las criaturas, grandes y pequeñas ( incluso las moscas ), necesitan dormir para sobrevivir.
A medida que las personas envejecen, la calidad del sueño disminuye y aumenta el riesgo de enfermedades neurodegenerativas, incluida la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Al respecto, la investigación ha demostrado que una sola noche sin dormir puede provocar una mayor acumulación de proteínas de desecho tóxico en el cerebro. Como tal, pensamos que la función glifática podría verse involucrada en la ELA.
El sueño incluye tanto el movimiento ocular rápido (REM) como el sueño no REM. Esta última etapa incluye el sueño de ondas lentas, cuando el sistema glinfático está más activo . Las terapias del sueño que mejoran esta fase pueden resultar particularmente beneficiosas para prevenir enfermedades como la ELA.
Mejorar el aclaramiento glifático.
Las investigaciones realizadas en roedores han demostrado que el aclaramiento glifático es más eficaz en la posición lateral (o de lado para dormir), en comparación con las posiciones supina (boca arriba) o boca abajo (acostado de frente). Las razones de esto aún no se comprenden completamente, pero posiblemente se relacionen con los efectos de la gravedad, la compresión y el estiramiento del tejido.
Los cambios de estilo de vida también pueden ser útiles para mejorar la función glifática. Durante mucho tiempo se ha considerado que el omega-3 , que se encuentra en el pescado de origen marino, es beneficioso para la salud y reduce el riesgo de enfermedades neurodegenerativas. Una nueva investigación muestra que estos beneficios pueden deberse en parte al efecto positivo de Omega-3 en la función glifática.
Asimismo, se ha demostrado que el ejercicio es beneficioso y que el consumo moderado de alcohol mejora la eliminación de residuos. En estudios con ratones, se demostró que la exposición a pequeñas cantidades de alcohol, tanto a corto como a largo plazo, estimula la función glifática, mientras que las dosis altas tienen el efecto contrario.
Todos estos estudios muestran que pequeños cambios en el estilo de vida pueden mejorar la eliminación de desechos cerebrales para minimizar el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
Los expertos consideran que la investigación debe centrarse, seguidamente, en terapias dirigidas directamente al sistema glinfático para ayudar a quienes ya padecen estas enfermedades debilitantes.