Investigadores del Instituto Buck de California (EEUU) han demostrado por primera vez un vínculo entre la dieta, los ritmos circadianos, la salud ocular y la esperanza de vida. Si estudios previos habían demostrado en humanos una asociación entre los trastornos oculares y la mala salud, este nuevo estudio, según su ...
Investigadores del Instituto Buck de California (EEUU) han demostrado por primera vez un vínculo entre la dieta, los ritmos circadianos, la salud ocular y la esperanza de vida. Si estudios previos habían demostrado en humanos una asociación entre los trastornos oculares y la mala salud, este nuevo estudio, según su autor principal, el profesor Pankaj Kapahi, del Instituto Buck, argumenta que "es más que una correlación, ya que la disfunción del ojo en realidad puede generar problemas en otros tejidos. Ahora estamos demostrando que este, en realidad, juega un papel que puede influir en la esperanza de vida".
De ahí que, incluso, advierten que "mirar fijamente las pantallas de las computadoras y los teléfonos, y estar expuesto a la contaminación lumínica hasta bien entrada la noche son condiciones muy perturbadoras para los relojes circadianos", según Kapahi. "Daña la protección del ojo y eso podría tener consecuencias más allá de la visión, afectando al resto del organismo y el cerebro".
Dado que los fotorreceptores son solo neuronas especializadas, según este investigador, "el vínculo más fuerte que destacaría es el papel que desempeña la función circadiana en las neuronas en general, especialmente con restricciones dietéticas, y cómo se pueden aprovechar para mantener la función neuronal a lo largo del envejecimiento".
Las claves de la conexión
La explicación de esta conexión, según Hodge, se encuentra en los "relojes circadianos", la maquinaria molecular dentro de cada célula de cada organismo, que ha evolucionado para adaptarse al estrés diario, como los cambios en la luz y la temperatura causados por la salida y puesta del sol. sol. Estas oscilaciones de 24 horas, los ritmos circadianos, afectan los comportamientos animales complejos, como las interacciones depredador-presa y los ciclos de sueño/vigilia, hasta ajustar la regulación temporal de las funciones moleculares de la transcripción de genes y la traducción de proteínas.
El estudio se centró en la mosca de la fruta, que tiene una vida útil tan corta, lo que la convierte en un modelo interesante para detectar muchos aspectos a la vez. Así, se comenzó con un análisis sobre qué genes oscilan de manera circadiana cuando las moscas con una dieta sin restricciones se compararon con las alimentadas con solo el 10 por ciento de la proteína de la dieta sin restricciones.
Los investigadores percibieron que numerosos genes que respondían a la dieta también mostraban altibajos en diferentes puntos de tiempo, o "rítmicos". Después detectaron que los genes rítmicos que se activaban más con una restricción dietética parecían provenir del ojo, específicamente de los fotorreceptores, las neuronas especializadas en la retina del ojo que responden a la luz.
Una vez que los investigadores comprendan cómo funcionan estos procesos, pueden comenzar a apuntar al reloj molecular para desacelerar el envejecimiento, indicó Brian Hodge, científico en Fountain Therapeutics en el sur de San Francisco, y agregó que es posible que los humanos puedan ayudar a mantener la visión activando los relojes dentro de nuestros ojos. "Podría ser a través de la dieta, las drogas, los cambios en el estilo de vida... Queda por delante una gran cantidad de investigaciones realmente interesantes".