¿Cuál es el grado de salud y bienestar ocular de la población española? Miranza, grupo oftalmológico especialista en salud ocular con más de 30 centros en España, presentó este miércoles el segundo Barómetro sobre Bienestar Ocular.

Éste es un estudio que, en los días previos al Día Mundial de la Visión (13 de octubre), analiza y profundiza en el estado ocular de los españoles, a partir de una encuesta realizada a 1.000 personas de más de 25 años. Arroja numerosos datos interesantes que responden, entre otras, a cuestiones como: ¿Cómo afectan nuestros hábitos de vida a la visión? ¿Qué problemas oculares son los más comunes? ¿Qué alteraciones visuales tienen mayor impacto en nuestro día a día? ¿Qué valoración damos al estado de nuestra visión? ¿Qué edad supone un punto de inflexión en dicha percepción? Asimismo, refleja diferencias significativas por tramos de edad, sexo y hábitos de vida, e incluye un índice numérico final, que valora sobre 10 el grado de bienestar ocular de los españoles, así como recomendaciones de los especialistas para mejorar en este aspecto.

La presentación del estudio estuvo conducida por la periodista Mónica Carrillo, que fue planteando pregunta. El índice de bienestar ocular es de 5,24 sobre 10, un aprobado raspado. Jaime Iramberri, director médico de Miranza Ókular, señaló que efectivamente la nota no es muy boyante y que ésta es peor que la percepción de la salud general. Esto es posible por la frecuencia con la que tenemos problemas oculares y que las molestias oculares afectan a nuestra calidad de vida. Recordó que el 80% de las percepciones del mundo que nos rodea es visión.

Todo el mundo es consciente de que no está bien del todo. María Gessa, directora médica de Miranza Virgen de Luján, comentó que hay que entender que casi todos los pacientes ven sus patologías como una normalidad, y no es normal que te pique el ojo, por ejemplo. Y eso afecta a la calidad de vida.

Somos optimistas. La mayor parte de la población considera tener una salud ocular razonable. El 74% de los encuestados opina que ésta es "normal", "buena" o "excelente". Si se pone el foco en estos dos últimos grupos, el porcentaje se reduce al 35%. Gessa matizó que hay un efecto de acostumbramiento. El grupo de edad comprendido entre 41 y 65 es el más pesimista. Iramberri aclaró que es cuando empiezan, por lo general, los problemas. Es cuando empiezas a tener que alejar las cartas en los restaurantes por la presbicia. Es "una constatación de tu envejecimiento". Posiblemente, no han encontrado la solución ideal. Empiezan con las gafas de farmacia, a la vez que somos muy activos laboralmente y hay mucho estrés, igualmente por la vida familiar, y cansancio, lo que contribuye a una peor percepción de la salud.

Gessa aseveró que la realidad es que "se puede hacer mucho" y que para ello hay que diagnosticar los problemas. Además, somos responsables de nuestra salud y es fundamental ir al médico oftalmólogo. En las consultas se dispone de aparatología precisa para alcanzar ese diagnóstico. Recordó que siguen la evidencia científica. Iramberri remarcó que se ha dado la vuelta a muchas enfermedades, pero que la precocidad en el diagnóstico y el tratamiento son esenciales. "Si hay una especialidad con alta tasa de éxito, es la oftalmología moderna", celebró. Uno ha de agendar las visitas con los especialistas. La primera visita obligatoria es entre los tres y cuatro años, que es cuando se detecta el ojo vago. Recomendó revisiones anuales hasta los 50 A partir de los 50, anuales.

No podemos vivir en que nuestra anormalidad sea normal. Gessa insistió en que tener un ojo rojo o que pique no es algo normal. Siempre hay que consultarlo por si hay algo problemático detrás.

Un dato sorprendente del estudio es que muchas personas diagnosticadas de una patología no se someten a un tratamiento después. Más de la mitad de los encuestados. Iramberri sopesó que podría ser porque la ven como una patología no importante y que se pierde adherencia. Si bien, hay patologías importantes, como el glaucoma, porque es una carrera de fondo. Ves que llevas con gotas seis meses y que está todo igual. Dejas de ponértelas para ver qué pasa. Remarcó que el glaucoma es en el 90% de los casos asintomática. Y son 15 años en los que no se percibe nada. Él, en ocasiones, percibe la picardía de los pacientes que no se las ponen. El 30% de los pacientes de glaucoma no cumple con el tratamiento. Y eso que las gotas funcionan muy bien. Avisó que, cuando no se ponen las gotas, la tensión ocular es alta. La misión del oftalmólogo es educar al paciente. El premio es que, cuando se tenga 70 años, se vea bien, al módico precio de ponerse una gota diaria desde los 50. El paciente falla porque no tiene premio a corto plazo. Otro caso es el miope o astigmatismo de una dioptría que no se pone la gafa y, si estás ocho horas delante del ordenador, el cerebro es el que compensa con el autofocus y conlleva vista cansada o dolores de cabeza. Es, por tanto, importante conocer tu graduación. No hay problema en acostumbrarse a unas gafas y "ver perfecto". El que no necesita las gafas (o lentillas), no entiende el problema, y no se da cuenta de que son una prótesis.

En palabras de Gessa, a ellos les da más miedo un usuario de lentillas, por las infecciones, o por la mala higiene, que puede acarrear problemas, que una cirugía refractiva.

Los ojos son parte del organismo, parte del cuerpo. Hay que cuidarlos desde jóvenes, y plantearse un estilo de vida saludable. Todo influirá en ellos, como el mal dormir. A veces, el ojo es el primer síntoma. No hay una clara percepción de la importancia de los hábitos saludables en la vista. Sólo el 40% de los encuestados aprecia correlación significativa entre su salud ocular y factores como dormir poco, el clima, fumar o beber, dieta poco equilibrada o llevar una vida sedentaria. Salvo la influencia de la herencia genética (66%) y, en menor medida, la contaminación (62%), parece que somos poco conscientes de los aspectos que afectan a nuestra vista y en lo que podemos incidir para mejorarla.

Por último, comentaron que la sintomatología se manifiesta principalmente al usar dispositivos. "El ojo humano está diseñado para el paleolítico. La vida sedentaria y el trabajo de cerca. Las pantallas informáticas. Los móviles. Las tablets. ¿Cuándo miro de lejos? Esto ha roto un equilibrio", analizó Iramberri. Y los aires acondicionados no favorecen a un órgano que tiene que vivir en un ambiente húmedo y que está expuesto constantemente. Y le sometemos a un enfoque constante de ocho horas. Se sabe que la luz azul puede tener un cierto efecto tóxico, pero no hay una evidencia clara de recomendación de gafas que usen filtros. Hay que acordarse de parpadear mientras se está en la oficina; si se necesita, ponerse lubricación, desde suelo fisiológico a lágrimas artificiales; y seguir normas de higiene ocular, como la del 20-20-20, para tomarse cada 20 minutos un descanso de un minuto y mirar a lo lejos.