La prevalencia de linfedema en mujeres operadas de cáncer de mama es de entre un 10% y un 67%, dependiendo de los tratamientos realizados, tipo de cirugía, la quimioterapia y la radioterapia, advierten desde la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) que recomienda, tras la cirugía, acudir al ...
La prevalencia de linfedema en mujeres operadas de cáncer de mama es de entre un 10% y un 67%, dependiendo de los tratamientos realizados, tipo de cirugía, la quimioterapia y la radioterapia, advierten desde la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) que recomienda, tras la cirugía, acudir al especialista si se empieza a notar el brazo más pesado.
Con motivo del Día Internacional contra el cáncer de mama, que se celebra el 19 de octubre, la SERMEF ha explicado que aumenta su probabilidad cuando se realiza linfadenectomía axilar (procedimiento quirúrgico en el que se extraen los ganglios linfáticos en la axila), y se aplican tratamientos de radioterapia y quimioterapia con taxanos.
Para su prevención y tratamiento es "imprescindible" el seguimiento por parte del médico de Medicina Física y Rehabilitación. De esta forma, la sociedad científica apunta que en pacientes tratadas de cáncer de mama que no han desarrollado inicialmente un linfedema, es importante enseñarles medidas de prevención para evitar que aparezca, como ejercicios diarios de miembros superiores, mantener buena higiene e hidratación de la piel, evitar heridas o picaduras de insectos con el uso de guantes y mangas largas, y en caso de sufrirlas observarlas y tratarlas para prevenir que se infecten.
Asimismo, hay que tener especial cuidado en la manicura o corte de uñas, evitar usar prendas que comprimen o pulseras o relojes, extracción sanguínea o toma de tensión arterial, así como calor excesivo y cambios de temperatura bruscos, y no manipular grandes pesos.
Desde la SERMEF subrayan que es fundamental recordar e insistir en la importancia de medidas preventivas como la realización diaria de ejercicios de miembros superiores e informar de los signos de alarma de una posible infección del brazo afecto (piel roja, calor local, fiebre o febrícula, malestar general), ante los que se debe acudir a un Servicio de Urgencias para iniciar su tratamiento lo antes posible.
Además, destacan que debe ser valorado precozmente por el médico rehabilitador para que establezca el grado de afectación o severidad. En función del estadio, se debe decidir el tratamiento adecuado cuyo objetivo es disminuir y controlar lo máximo posible el linfedema, y mantenerlo posteriormente con la prescripción de prendas de compresión específicas y medidas higiénico-dietéticas.
Lo más importante y la base del tratamiento del linfedema es el uso de la manga de compresión, ya que evita por sí misma el aumento del líquido linfático, y por tanto el volumen de la extremidad, así mantiene la integridad de la piel y la protege.