El próximo 19 de octubre se celebra el día internacional de la lucha contra el cáncer de mama. La alimentación juega un papel fundamental en cualquier tipo de evolución de procesos oncológicos. Es más, una correcta alimentación puede ayudar a prevenir muchos de los cánceres determinados genéticamente. Por ello, llevar ...
El próximo 19 de octubre se celebra el día internacional de la lucha contra el cáncer de mama. La alimentación juega un papel fundamental en cualquier tipo de evolución de procesos oncológicos. Es más, una correcta alimentación puede ayudar a prevenir muchos de los cánceres determinados genéticamente. Por ello, llevar un control de lo que comemos es prioritario en la prevención, pero, también en la evolución y durante el tratamiento de procesos oncológicos.
Evitar el sobrepeso es uno de los pilares fundamentales para no desarrollar cánceres relacionados con la obesidad, como pueden ser el cáncer de mama, de vejiga o el cáncer de colon. Este sobrepeso, puede desembocar en una elevación de estrógenos producidas por el tejido graso, llegando a producir el crecimiento de células con capacidad cancerígena en la mujer.
Por ello, si no se ha hecho antes, una vez diagnosticado el cáncer es importante modificar nuestros hábitos dietéticos. Estos nos ayudarán a su vez a controlar síntomas como la retención de líquidos, inflamación y molestias digestivas, que habitualmente vienen asociadas a la medicación o a los cambios hormonales.
Para prevenir o mejorar una vez que ha sido diagnosticada esta enfermedad, compartimos consejos de la Dra. Conchita Vidales, responsable de la unidad de nutrición en la clínica Martín del Yerro | Amselem.
Incluiremos en nuestra dieta saludable, alimentos que contengan antioxidantes como frutas y verduras (pueden ser zumos y licuados naturales), probióticos (yogur y Kéfir) y alimentos que mejoran la inmunidad del organismo.
A parte de estos, existen muchos alimentos beneficiosos que pueden ayudar en el proceso oncológico, entre los que se encuentran: la cúrcuma, la granada, los vegetales verdes, el ajo, la cebolla, legumbres, nueces, soja, mariscos, carnes bajas en grasa o huevos, avena, espirulina o alimentos que contienen quercitina como las cebollas rojas, las manzanas o el brócoli, además de las que contienen flavonoides, cítricos, piña o pera.
Asimismo, alimentos con vitaminas como frutas, verduras, legumbres, salvado de trigo, alimentos con licopeno como el tomate (mejor en salsa), sandía, fresa, naranja toronja, guayaba o papaya, antocianinas y fenoles como las uvas, ciruelas o berenjenas. Alimentos con luteolina, como la lechuga, el melón o las espinacas.
También todos los que contienen sulforafano como el brócoli, reconocido como quimio-protector del cáncer. Además de todos los que contienen isotiocianato, ya que pueden detener el proceso de proliferación celular de las etapas iniciales del cáncer. Encontrados a parte de en el brócoli, también en la col, la coliflor, los berros, el nabo y los rábanos. Todos los que contengan ácidos grasos omega 3, 6 y 9 y que se encuentran en pescados como las sardinas, caballas, bonito, atún y boquerones. Frutos silvestres, setas como shiitake y maitake, fibra y ajo por sus propiedades antioxidantes, antisépticas y anticancerígenas.
Por otro lado, también tendremos en cuenta evitar sustancias como los azúcares, el sodio, los alimentos procesados y obviamente el alcohol y el tabaco.
Tenemos que tener en cuenta la importancia de la hidratación. Es fundamental beber muchos líquidos y agua. Debemos consumir de 1,5 a 2 litros al día.
Además, realizar una actividad física moderada. Mantenerse activo físicamente, mejora la calidad de vida además de provocar bienestar y placer. Este efecto de nuestro organismo tiene consecuencias muy positivas como la relajación mental y corporal.