La evolución respecto a los biomarcadores en Medicina es tan vertiginosa que se asiste a una auténtica revolución en cuanto a estas herramientas. Se han convertido en la base de la Medicina estratificada y personalizada. Puede ir más allá de la determinación analítica, hasta llegar a la selección terapéutica. Incluso ...
La evolución respecto a los biomarcadores en Medicina es tan vertiginosa que se asiste a una auténtica revolución en cuanto a estas herramientas. Se han convertido en la base de la Medicina estratificada y personalizada. Puede ir más allá de la determinación analítica, hasta llegar a la selección terapéutica. Incluso ya se habla de biomarcadores volátiles, digitales, entre otros, dados los avances de que se dispone actualmente, como se puso de manifiesto en la LXXIV Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología, celebrada en Sevilla.
Tal como especificó el Dr. David Ezpeleta, del Servicio de Neurología, Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid, actualmente, "hay una gran variedad de biomarcadores clínicos, desde diagnósticos, de monitorización farmacodinámica, de respuesta a tratamiento, hasta de pronóstico, seguridad y de susceptibilidad o riesgo".
Sin embargo, como advirtió, "la puesta en marcha de un biomarcador en marcha cuesta mucho tiempo, incluso años, sobre todo al principio desde que se busca, se descubre hasta su posible utilización en la práctica clínica".o,
Biomarcadores en Neurología
La Dra. Alicia Alpuente, de la Unidad de Cefaleas del Servicio de Neurología, del Hospital Universitario Vall d´Hebron, de Barcelona, se centró en una actualización sobre los biomarcadores más conocidos en el caso de las cefaleas, sobre todo, en las cefaleas primarias, trigémino-autonómicas, en racimos y, fundamentalmente, en la migraña. "Ayudan a fenotipar mejor a los pacientes desde diferentes puntos de vista con el fin de tender hacia una medicina personalizada, aunque, actualmente, no hay ningún biomarcador validado para la migraña", según señaló.
A partir de la suma de varias `ómicas´, actualmente también en boga, junto con otros factores como los ambientales, además de la información clínica, se pueden obtener biomarcadores genéticos o epigenéticos, moleculares, de neuroimagen, de neurofisiología, entre otros. Sus aplicaciones son, principalmente, diagnósticas, de monitorización, de respuesta al tratamiento, de predicción y de pronóstico.
Centrándose en los biomarcadores moleculares sobre la migraña, "los más avanzados actualmente, y, por tanto, a día de hoy, los más fiables", según indicó. "Principalmente, han sido medidos en suero y en saliva. Ayudan a entender mejor la fisiopatología de la enfermedad así como a predecir y monitorizar la respuesta a los tratamientos", explicó.
Durante su intervención, la Dra. Alpuente se refirió a algunos de los biomarcadores que cuentan con mayor respaldo de evidencia científica y que han contribuido a fenotipar a pacientes desde el punto de vista molecular: péptido relacionado con el gen de la calcitonina (CGRP); glutamato relacionado con la migraña crónica; el factor de crecimiento neuronal, así como algunas moléculas implicadas en inflamación y/o en estrés oxidativo, tales como el neuropéptido polipéptido de la adenilato ciclasa de la pituitaria (PACAP, por sus siglas en inglés). Otros más novedosos como los neurofilamentos, potencial diana también para la migraña.
"En el futuro, nos tendremos que basar en una combinación de biomarcadores, en forma de panel, para el abordaje de este tipo de patologías. Y es que poder caracterizar y objetivar biomarcadores específicos es fundamental para una medicina de precisión", concluyó.
Durante la sesión también se aludió a los grandes retos respecto a los biomarcadores en enfermedades cerebrovasculares. "Nuestro gran reto es poder aplicar los biomarcadores en la práctica clínica, al igual que sucede en otras especialidades como cardiología, por ejemplo", apuntó el Dr. Joan Montaner Villalonga, del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Virgen Macarena, Sevilla, y director del Programa de Investigación Neurovascular (IBIS-HVM-HVR).
A partir de su investigación, principalmente, en circulación sanguínea, expuso su aplicación en relación con la fisiopatología de este tipo de enfermedades cerebrovasculares, también como dianas terapéuticas. "Se hace inevitable trabajar con paneles de biomarcadores y combinarlo con información clínica como en el caso de la proteína gliofibrilar ácida (GFAP), que se eleva muy rápidamente ante una hemorragia cerebral, además de otros como los CRP para la predicción de un ictus".
"En el campo de los biomarcadores hay que trabajar no solo describiendo asociaciones sino también buscando intervenciones y realizarlas", concluyó.
Con respecto a otro campo como el de la Neurooncología, en el que el neurólogo juega un papel activo en el abordaje integral y tratamiento no solo sintomático, sino también etiológico de tumores celebrales, el Dr. Jaime Gállego, del Departamento de Neurología, Clínica Universitaria de Navarra, Pamplona, se centró principalmente, en biomarcadores en torno a los gliomas difusos, tumores del sistema nervioso central, frecuentes en el adulto, y constituyen un grupo heterogéneo de tumores con pronóstico muy variable, contribuyendo el hallazgo de biomarcadores a su un conocimiento más preciso.
"La incorporación de marcadores moleculares al diagnóstico histopatológico ha permitido redefinir la clasificación de los gliomas difusos, y ha impulsado una serie de cambios que van a proliferar en los próximos años, lo cual lleva importantes implicaciones en los tratamientos de este tipo de tumores", según expuso.
Asimismo, destacó la importancia de la Identificación de biomarcadores circulantes en sangre que faciliten el diagnóstico y seguimiento, la monitorización y respuesta al tratamiento de la enfermedad en la práctica clínica.