Actualmente, se asiste a una auténtica epidemia de ictus, al igual que en otros países occidentales, con un aumento considerable del número de ingresos en los hospitales españoles a consecuencia de esta patología, con el consiguiente consumo de recursos sanitarios. Hay constancia, además, del elevado índice de mortalidad, no en ...
Actualmente, se asiste a una auténtica epidemia de ictus, al igual que en otros países occidentales, con un aumento considerable del número de ingresos en los hospitales españoles a consecuencia de esta patología, con el consiguiente consumo de recursos sanitarios. Hay constancia, además, del elevado índice de mortalidad, no en vano "es la primera causa de muerte en mujeres y la tercera en hombres, después de las enfermedades cardíacas y del cáncer", según destacó el jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Reina Sofía, de Córdoba, Dr. Manuel Anguita, durante su participación en la LXXIV Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología (SEN), celebrada en Sevilla.
Como recordó, se conoce una variedad de tipos de ictus, de todos ellos, el 88%, aproximadamente, se tratan de ictus isquémicos, de los cuales el 77% son no lacunares, caracterizado por lesiones de pequeño diámetro, un 35%, son cardioembólicos y un 45%, criptogénicos, se sospecha que la mitad de este tipo tienen un origen cardíaco.
En relación a los ictus cardioembólicos, la principal causa, según señaló, está relacionada con la fibrilación auricular, que, entre la población española mayor de 40 años, la prevalencia de este trastorno está en torno al 4,5%, similar en hombres y mujeres, disparándose por encima de los 80 años, hasta casi el 20%. Asimismo, la incidencia anual de ictus en pacientes con fibrilación auricular no anticoagulados es de un 5%, de tal forma que en 10 años uno de cada dos pacientes con fibrilación auricular, si no están correctamente anticoagulados, tienen un alto riesgo de desarrollar un ictus, de acuerdo con los datos expuestos por el Dr. Anguita.
Tal como señaló dicho cardíologo, "una mala calidad del control de la anticoagulación se asocia con mayor riesgo. La incidencia de ictus isquémico y de hemorragias mayores, ha disminuido claramente desde 2015, debido, probablemente, a un aumento del uso de anticoagulantes de acción directa".
"Asedio etiológico"
En la actualidad, "encontrar la fibrilación auricular en pacientes con ictus isquémico de origen indeterminado (ESUS), un subgrupo de los ictus criptogénicos, supone todo un reto para los neurólogos" aseguró, por su parte, el Dr. Juan Francisco Arenillas, del Servicio de Neurología del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, participante, también, en dicho seminario.
El síndrome ESUS implica, básicamente, detección de infarto cerebral y ausencia de estenosis superior al 50% en los grandes vasos extra-intracraneales. "Tras el mismo, pueden subyacer diversas etiologías tales como enfermedad ateromatosa no estenosante, binomio cáncer-ictus, patología valvular, disfunción del ventrículo izquierdo, además de cardiopatía atrial y fibrilación auricular", según explicó.
Ante dicho síndrome, añadió, "los pacientes no van a responder igual ante cualquier tratamiento antritombótico". El Dr. Arenillas recomendó, al respecto, "individualizar, realizar, desde la unidad de ictus, un `asedio etiológico´ a partir del ingreso hospitalario para encontrar la causa, repasar exhaustivamente las pruebas y utilizar técnicas avanzadas con el fin de intentar hallar enfermedad arterial oculta".
Asimismo, consideró que "la monitorización ECG de 24-72 horas es insuficiente para descartar fibrilación auricular en pacientes con este tipo de ictus", ante lo cual recomendó monitorización prolongada, iniciada durante el ingreso del paciente y continuada en régimen ambulatorio".