La epidemia de bronquiolitis que está afectando a la población pediátrica española está viviendo su pico de máxima incidencia según la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP). Aunque las consecuencias inmediatas de la bronquiolitis están relacionadas con la intensidad de los síntomas, "también es importante tener en cuenta las ...
La epidemia de bronquiolitis que está afectando a la población pediátrica española está viviendo su pico de máxima incidencia según la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP). Aunque las consecuencias inmediatas de la bronquiolitis están relacionadas con la intensidad de los síntomas, "también es importante tener en cuenta las consecuencias mediatas, que se relacionan con el hecho de que el VRS pueda inducir el desarrollo de asma en edades posteriores", ha advertido el Dr. Antonio Nieto, del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe de Valencia.
De hecho, "haber tenido una bronquiolitis por VRS, antes de los 3 años de vida, multiplica por 2,5 el riesgo de ser diagnosticado de asma a los 6 años de edad según sugieren algunos estudios", ha precisado el experto.
La bronquiolitis es una infección de los pulmones y del aparato respiratorio del niño, por lo general menor de 2 años, que puede ser causada por varias clases de virus. El más frecuente es el denominado virus respiratorio sincitial, conocido comúnmente por sus siglas VRS.
En España, la bronquiolitis no es una enfermedad de declaración obligatoria. Dado que la mayoría de los casos son leves, en muchas ocasiones no se suele acudir a las urgencias hospitalarias, por lo que es difícil saber con precisión la incidencia que está teniendo en la actualidad.
Sin embargo, analizando los datos comparativos que algunas comunidades autónomas han publicado hasta ahora, se puede constatar que, en la semana 48 del año, la incidencia de bronquiolitis en 2022 está siendo el doble que en el periodo 2019-2020, entre 12 y 15 veces superior que en el periodo 2020-21 (en pleno aislamiento por la pandemia de COVID), y un 50% superior a la del año pasado.
Tratamiento y prevención, ¿es posible?
"La evidencia disponible sugiere que, hasta hoy, no existen métodos que puedan prevenir eficazmente la bronquiolitis", ha explicado el Dr. Nieto. "El uso de antibióticos está absolutamente desaconsejado, ya que, al tratarse de una infección viral, su utilización indiscriminada, además de ser inútil, puede contribuir al desarrollo de resistencias bacterianas".
Según ha declarado este experto, los fármacos antivirales tampoco han mostrado una eficacia consistente. "Hay que tener en cuenta que el precio de los anticuerpos monoclonales anti-VRS, como palivizumab, limita su uso a poblaciones de riesgo (niños con cardiopatías congénitas, niños con displasia broncopulmonar grave…), además de que, si bien el VRS es el virus causante de la bronquiolitis en la mayoría de los casos (sobre todo en lactantes menores de 6 meses), en algunos casos los responsables son otros virus, como rinovirus o metapneumovirus. Por tanto, al ser palivizumab un tratamiento específicamente anti-VRS, no sería eficaz en estos otros casos".Inmunidad innata entrenada
"En los últimos tiempos, ha cobrado fuerza la posibilidad de prevenir las infecciones virales mediante el uso de vacunas dirigidas a entrenar la inmunidad innata", ha señalado el Dr. Nieto en un artículo publicado este mes en la revista Current Opinion in Allergy and Clinical Immunology. Estas vacunas, novedosas conceptualmente, confieren protección inespecífica pero duradera, al tiempo que favorecen respuestas adaptativas frente a eventuales infecciones concurrentes.
Según un estudio clínico randomizado en fase III, publicado en la revista American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, el tratamiento activo con MV130, un preparado polibacteriano en investigación que se administra en forma spray sublingual, compuesto de bacterias enteras totalmente inactivadas, y desarrollado por la empresa española INMUNOTEK, reduce los ataques de sibilancias en niños menores de 3 años.
"En este estudio paralelo, doble ciego y controlado frente a placebo, se administró, diariamente, durante 6 meses y de forma aleatoria, el compuesto activo (MV130) o un placebo. Luego se suspendió y se evaluaron los resultados durante los 12 meses tras el inicio del tratamiento (6 meses de tratamiento + 6 meses de seguimiento)", ha detallado el experto, que participó en dicho estudio.
En términos de eficacia, el uso de MV130, en comparación con placebo, redujo de forma muy significativa el número de episodios de sibilancias, el número total de días con sibilancias, las puntuaciones de síntomas tanto respiratorios como de otra índole (fiebre, dificultad para respirar…), y el uso de antibióticos, corticoides inhalados y orales o broncodilatadores. "Asimismo, se redujeron significativamente el uso de recursos sanitarios (visitas al pediatra, visitas a urgencias), los días de guardería perdidos, y los días de trabajo perdidos por el cuidador", ha ampliado el experto. En términos de seguridad, no hubo efectos secundarios relevantes ni en el grupo activo ni en el placebo.
"Existe una importante reluctancia entre la clase médica a aceptar que compuestos bacterianos puedan servir para luchar contra infecciones virales", ha apuntado el Dr. Nieto. "Sin embargo, los resultados de un número creciente de estudios clínicos junto con los avances en el conocimiento de la respuesta inmune innata frente a patógenos y los nuevos conceptos como "inmunidad entrenada", han cambiado la visión de la inmunidad innata como una parte de la inmunidad `menor´, de emergencia, carente de memoria inmunológica, lo que está propiciando el desarrollo de una nueva generación de vacunas antivirales de amplio espectro basadas en bacterias", concluye el Dr. Nieto.