Un estudio realizado por médicos y farmacéuticos de Atención Primaria de Castilla y León ha concluido que existe una elevada proporción de peticiones de niveles y prescripciones de dosis altas de vitamina D no justificadas. "Existe una elevada proporción de peticiones de niveles y prescripciones de dosis altas de vitamina D ...
Un estudio realizado por médicos y farmacéuticos de Atención Primaria de Castilla y León ha concluido que existe una elevada proporción de peticiones de niveles y prescripciones de dosis altas de vitamina D no justificadas.
"Existe una elevada proporción de peticiones de niveles y prescripciones de dosis altas de vitamina D no justificadas", han explicado Alfonso Ángel Díaz Madero y María Jesús Hernández Arroyo, miembros de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP) y autores del estudio, publicado en la revista de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
La vitamina D es un nutriente con múltiples funciones que se obtiene fundamentalmente de la exposición solar y que tiene un papel imprescindible en la regulación de la homeostasis del calcio y del fósforo, y en la regularización de la mineralización y el remodelado óseo.
Se estima que una concentración sérica de 20 ng/mL o superior de vitamina D es suficiente en la mayoría de las personas para mantener la salud de los huesos y la salud general. La aplicación de este nivel como punto de corte, sin embargo y según señalan los expertos, ha contribuido al abuso de determinaciones analíticas como cribado y a la suplementación de la población.
En la línea de otras investigaciones, el número de determinaciones de vitamina D ha aumentado de manera exponencial en los últimos años en muchos lugares del mundo, multiplicándose por ejemplo por 80 en Estados Unidos en apenas una década (2000-2010) o por 8 en Francia en un lustro (2008-2013).
Concretamente, en la investigación, que fue premiada por la Academia de Farmacia de Castilla y León, se hizo un seguimiento a 212 pacientes mayores de 14 años que ya estaban siendo tratados con dos de los principales suplementos de Vitamina D, colecalciferol (104) y calcifediol (108).
Según los resultados, un 83 por ciento de los pacientes tenía determinación previa de niveles de vitamina D al inicio de la suplementación. Sin embargo, esa determinación solo estaba justificada en el 52 por ciento de los casos, siendo las causas más frecuentes el uso crónico de fármacos que afectan a la síntesis o degradación de vitamina D (33,1%) y la presencia de obesidad (27,9%).
En casi uno de cada cuatro pacientes, además, la prescripción no estaba justificada por carecer de factores de riesgo con suficiente evidencia sobre el efecto beneficioso del tratamiento con vitamina D. Por último, los autores también destacan un "inadecuado seguimiento del tratamiento". No en vano, a casi cuatro de cada diez pacientes (38,2%) no se le había realizado ninguna nueva determinación de vitamina D tras un año de tratamiento.
"En base a los resultados de nuestra investigación podemos concluir que es recomendable incorporar a las historias clínicas electrónicas herramientas de apoyo a la prescripción que puedan ayudar a los profesionales en la toma de decisiones; mejorar la comunicación entre los distintos niveles asistenciales, así como consensuar con los laboratorios de análisis clínicos los valores de referencia y basarlos en las recomendaciones actuales. Y, por último, incrementar la formación a todos los profesionales en relación a las situaciones clínicas que justifican la medición de niveles de vitamina D y en cuanto a criterios de inicio, seguimiento y mantenimiento del tratamiento", han reflexionado los autores.
Todas estas recomendaciones no son algo baladí, ya que, como advierten los miembros de SEFAP, no hacer un seguimiento de la prescripción de vitamina D o prescribirla sin estar justificado e, incluso, sin tener niveles previos de vitamina D, puede tener efectos secundarios no deseados en los pacientes.
"Prescribir vitamina D sin justificación clínica y sin revisión periódica de su necesidad puede conducir a la aparición de efectos adversos (hipercalcemia, hipercalciuria, arritmias cardíacas, nefrolitiasis, etc.), especialmente cuando se utilizan presentaciones de dosis acumuladas, pues existe mayor riesgo de errores de prescripción o de mala interpretación de la posología por parte del paciente. Además, es necesario realizar una revisión y valoración periódica de la relación beneficio-riesgo de los tratamientos y plantear la deprescripción cuando el beneficio sea dudoso", han afirmado los investigadores.