Las personas con trastorno del espectro del autismo (TEA) son más propensas a experimentar problemas de salud que la población general, aunque actualmente no hay muchos estudios que se orienten a conocer las comorbilidades del autismo con otros trastornos. Por ello, la Confederación Autismo España acaba de publicar en la ...
Las personas con trastorno del espectro del autismo (TEA) son más propensas a experimentar problemas de salud que la población general, aunque actualmente no hay muchos estudios que se orienten a conocer las comorbilidades del autismo con otros trastornos. Por ello, la Confederación Autismo España acaba de publicar en la prestigiosa revista Frontiers in Psychiatry un estudio epidemiológico mostrando el estado de salud y los factores que pueden estar relacionados con la presencia de enfermedades.
Se trata del primer acercamiento a conocer el estado de la salud de los niños/as, adolescentes y personas adultas autistas en España. Para ello, los y las profesionales del área de Investigación de Autismo España han analizado los datos de 2.629 personas con autismo, incluidos en el registro sociodemográfico que la Confederación viene desarrollando desde 2015, con el objetivo de conocer la prevalencia de otros problemas asociados al autismo en la población española.
La proporción de hombres y mujeres fue de 4 a 1, aunque posiblemente el diagnóstico en las mujeres está infraestimado por una comprensión del autismo centrada en las manifestaciones masculinas y la falta de instrumentos y procedimientos diagnósticos que tengan en cuenta este sesgo de género.
Principales resultados
La muestra analizada presentaba diagnósticos del sistema nervioso (12,9%), de salud mental (17,8%) así como otras comorbilidades (25,4%).
Los problemas de ansiedad eran los más frecuentes y aparecían ya diagnosticados desde la edad escolar, aunque la edad se asocia a mayor presencia de este diagnóstico y de prescripción de antidepresivos y ansiolíticos. Por el contrario, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es más frecuente en los participantes más jóvenes, habiendo un posible retraso en su diagnóstico.
Las mujeres, las personas más mayores y aquellas con discapacidad intelectual presentan más probabilidades de padecer comorbilidades y de recibir tratamientos psicofarmacológicos. Las mujeres también son más propensas a sufrir discapacidad intelectual y funcional. Además, ser mujer también se asocia a mayor grado de discapacidad intelectual y a más necesidades de apoyo.
Casi todas las personas participantes tienen más probabilidades de tener problemas de funcionamiento adaptativo, especialmente aquellas con discapacidad intelectual (que son el 50% de la muestra). La discapacidad intelectual está asociada a padecer más problemas de salud, lo cual se apreció también en nuestra muestra. A excepción de los trastornos de la personalidad y el TDAH, todos los demás problemas psiquiátricos eran más frecuentes en las personas con discapacidad intelectual.
Casi la mitad de los participantes tenían prescritos psicofármacos desde la infancia (antipsicóticos y antiepilépticos principalmente). Esto sorprende, pues el porcentaje de prescripción de estos fármacos es superior al de diagnóstico de los problemas psiquiátricos o neurológicos a los que se dirigen. Las personas con discapacidad intelectual, las de más edad y las mujeres presentan más probabilidades de recibir prescripción de más de un psicofármaco. Hay que tener en cuenta que las guías de práctica clínica no recomiendan estos tratamientos para abordar los síntomas centrales del autismo.
A más edad, hay una mayor probabilidad de tener problemas de salud. Teniendo en cuenta que en el estudio no hay participantes mayores de 60 años, se puede asumir que las personas autistas experimentan las enfermedades de forma prematura respecto a la población general. La presencia de estas enfermedades se asocia a más tratamientos farmacológicos y peores habilidades adaptativas.
Por último, conviene señalar que las personas autistas con menos necesidades de apoyo (especialmente las mujeres) podrían estar infrarrepresentados en este estudio, pues no forman parte de las entidades que prestan servicios especializados al colectivo y, por tanto, no habrían podido ser incluidas en el análisis.