Un estudio publicado por ´The BMJ´ demuestra que no solo la exposición a altas dosis de radiciacón puede producir riesgo de cardiopatías, sino que las dosis más bajas también están relacionadas con un aumento moderado del riesgo de cardiopatía. Un ejemplo de estas dosis bajas de radiación que también pueden dañar ...
Un estudio publicado por ´The BMJ´ demuestra que no solo la exposición a altas dosis de radiciacón puede producir riesgo de cardiopatías, sino que las dosis más bajas también están relacionadas con un aumento moderado del riesgo de cardiopatía.
Un ejemplo de estas dosis bajas de radiación que también pueden dañar el corazón serían la dosis de radiación dispersa procedente de la radioterapia o del trabajo en la industria nuclear.
Para llegar a esta conclusión, un equipo internacional de investigadores examinó las bases de datos científicas en busca de estudios que evaluaran los vínculos entre una serie de enfermedades cardiovasculares y la exposición a la radiación (principalmente radioterapia y exposiciones ocupacionales).
Excluyeron los conjuntos de datos poco informativos o los que duplicaban en gran medida otros, dejando 93 estudios, publicados principalmente durante la última década, aptos para el análisis. Estos estudios abarcaban una amplia gama de dosis, exposiciones breves y prolongadas, y evaluaban la incidencia y la mortalidad de diversos tipos de enfermedades vasculares.
Tras tener en cuenta otros factores importantes, como la edad en el momento de la exposición, los investigadores hallaron pruebas consistentes de un aumento dependiente de la dosis de los riesgos cardiovasculares en una amplia gama de dosis de radiación.
Por ejemplo, el riesgo relativo por gray (Gy) aumentó para todas las enfermedades cardiovasculares y para tipos específicos y hubo un mayor riesgo relativo por unidad de dosis en rangos de dosis más bajos (menos de 0,1 Gy).
A nivel poblacional, el exceso de riesgo absoluto osciló entre el 2,33 por ciento por Gy para una población actual de Inglaterra y Gales y el 3,66 por ciento por Gy para Alemania, lo que refleja en gran medida las tasas subyacentes de mortalidad por enfermedades cardiovasculares en estas poblaciones. Los autores explican que esto equivale a un aumento modesto pero significativo del riesgo de muerte cardiovascular a lo largo de la vida de entre 2,3 y 3,9 muertes por cada 100 personas expuestas a un Gy de radiación.
Los investigadores aseguran que pocos estudios, de los que analizaron, evaluaron los posibles efectos modificadores del estilo de vida y los factores de riesgo médico sobre el riesgo de radiación. En particular, los principales factores de riesgo modificables de enfermedad cardiovascular como el tabaquismo, la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial y el colesterol alto, y afirman que es necesario seguir investigando en este ámbito.
Tras estas conclusiones, los investigadores afirman que "el perjuicio de la radiación podría haberse subestimado significativamente, lo que implica que debería replantearse la protección contra la radiación y la optimización a dosis bajas".
El profesor Anssi Auvinen, de la Universidad de Tampere (Finlandia), apoya esta opinión en un editorial vinculado, en el que señala que, aunque siguen existiendo incoherencias y lagunas en las pruebas que relacionan la enfermedad vascular con la exposición a dosis bajas de radiación, "pronto habrá que añadir a la lista existente de riesgos para la salud inducidos por la radiación las pruebas relativas a la enfermedad cardiovascular".
Esto implicará la revisión de conceptos y normas de protección radiológica, al tiempo que habrá que considerar normas más estrictas de justificación y optimización, especialmente para los procedimientos con dosis altas, explica. Su aplicación también requerirá formación para mejorar la concienciación, el conocimiento y la comprensión de los riesgos asociados a procedimientos específicos y a la exposición acumulativa, así como la comunicación de riesgos a los pacientes y al público, concluye.