Desde el Instituto Clínico Quirúrgico de Oftalmología (ICQO) aseguran que las pantallas azules provenientes principalmente de móviles, tablets u ordenadores, sumados a los sistemas de visión 3D como el cine o la televisión, hacen que los ojos trabajen más la acomodación (enfoque) y el tono muscular y, por el contrario, ...
Desde el Instituto Clínico Quirúrgico de Oftalmología (ICQO) aseguran que las pantallas azules provenientes principalmente de móviles, tablets u ordenadores, sumados a los sistemas de visión 3D como el cine o la televisión, hacen que los ojos trabajen más la acomodación (enfoque) y el tono muscular y, por el contrario, se trabaja menos la visión de lejos y el cambio de visión lejos-cerca, todo ello puede generar en el individuo fatiga visual, unido a visión borrosa, ojo seco y dolores de cabeza.
La fatiga visual se debe a una mala coordinación entre los ojos, para lo que existe un tratamiento denominado terapia visual. Esta se basa en ejercicios que pueden mejorar la calidad de vida y de visión del paciente, tras realizarle un examen visual coordinado entre oftalmólogos y optometristas.
Los cambios de hábito provocados por las nuevas tecnologías han dado lugar a dolores de cabeza, ojo seco y defectos de refracción y, para combatir los efectos de la fatiga visual hay que detectar cuál es el origen del problema.
La oftalmopediatra del ICQO, Nagore Urrrestarazu, señala que para corregir los trastornos ocasionados por las disfunciones de la visión binocular -el uso conjunto de los dos ojos para ver e integrar las dos imágenes en una sola y de forma tridimensional-, los pacientes tienen la posibilidad de realizar terapia visual, una alternativa clínica para corregir o mejorar determinadas disfunciones específicas de la visión binocular.
La aplicación de un programa de terapia visual depende de los síntomas que el paciente presenta, así como de los resultados del examen visual completo realizado por especialistas. Teniendo en cuenta ambos aspectos, es necesario realizar un diagnóstico que relacione los síntomas y la respuesta del análisis visual, descartando previamente la existencia de enfermedad.
Tras realizar un examen visual, el optometrista será quien desarrolle la terapia. Los ejercicios siempre deben ser personalizados y tienen en cuenta la disfunción a tratar, la edad y las habilidades de cada paciente. Una vez conocida la situación, el paciente deberá realizar los ejercicios recomendados tanto en la consulta como en casa. Suelen ser ejercicios de 15 o 20 minutos de duración que no alterarán su rutina pero que mejorarán significativamente su visión, y, en consecuencia, su calidad de vida.
Los programas de terapia visual tienen habitualmente una duración estimada de 2 a 4 meses, siendo 6 el tope de la misma. El tiempo que necesita cada problema visual a tratar depende, principalmente, de su gravedad y del tiempo que lleve instaurado el problema.