La mala calidad del sueño puede reforzar la susceptibilidad genética de una persona al asma, duplicando potencialmente su riesgo de ser diagnosticado con la enfermedad, sugiere un amplio estudio del Biobanco del Reino Unido, publicado en la revista de acceso abierto ´BMJ Open Respiratory Research´. Un patrón de sueño saludable parece ...
La mala calidad del sueño puede reforzar la susceptibilidad genética de una persona al asma, duplicando potencialmente su riesgo de ser diagnosticado con la enfermedad, sugiere un amplio estudio del Biobanco del Reino Unido, publicado en la revista de acceso abierto ´BMJ Open Respiratory Research´.
Un patrón de sueño saludable parece estar relacionado con un menor riesgo de asma, lo que lleva a los investigadores a sugerir que detectar y tratar precozmente los trastornos del sueño podría reducir los riesgos, independientemente de la predisposición genética.
Las personas asmáticas suelen presentar alteraciones del sueño, como sueño interrumpido/corto e insomnio, pero, según los investigadores, no está claro si la calidad del sueño en sí puede influir en el riesgo de asma o si unos patrones de sueño saludables pueden reducirlo.
Para averiguarlo, recurrieron a 455.405 participantes del Biobanco del Reino Unido que tenían entre 38 y 73 años cuando se inscribieron entre 2006 y 2010.
Se preguntó a los participantes sobre sus patrones de sueño, basándose en cinco rasgos específicos: cronotipo precoz o tardío ("alondra matutina" o "búho nocturno"); duración del sueño; insomnio; ronquidos; y somnolencia diurna excesiva. Un patrón de sueño saludable se definió como un cronotipo precoz, que duerme entre 7 y 9 horas cada noche, nunca o rara vez tiene insomnio, no ronca y no tiene somnolencia diurna frecuente.
Según sus respuestas, 73.223 personas cumplían los criterios de un patrón de sueño saludable; 284.267, un patrón de sueño intermedio; y 97.915, un patrón de sueño deficiente.
La composición genética de todos los participantes en el Biobanco del Reino Unido se cartografía de forma rutinaria, y se elaboró una puntuación de riesgo genético de asma para cada una de las 455.405 personas de este estudio en función del número de variantes genéticas asociadas al asma en su genoma.
Aproximadamente 1 de cada 3 participantes se clasificó como de riesgo genético "alto" (150.429) y otro tercio (151.970) como de riesgo "intermedio". El resto se clasificó como de riesgo "bajo".
Se realizó un seguimiento de la salud respiratoria de los participantes hasta la fecha en que se les diagnosticó asma o fallecieron, o hasta el 31 de marzo de 2017, lo que ocurriera primero.
Durante un periodo de seguimiento de algo menos de 9 años, se diagnosticó asma a 17.836 personas. Estas personas tenían más probabilidades de presentar factores de riesgo potencialmente influyentes que aquellas a las que no se les diagnosticó la enfermedad.
Estos factores eran: menor nivel educativo y mayor probabilidad de tener hábitos y patrones de sueño poco saludables; obesidad; mayores puntuaciones genéticas de riesgo de asma; mayor consumo de tabaco y alcohol; hipertensión, diabetes, depresión, reflujo ácido; y mayor exposición a la contaminación atmosférica.
Durante el periodo de seguimiento se diagnosticó asma a 7.105 personas con alto riesgo genético y a 5.748 con riesgo genético intermedio. En comparación con las personas con bajo riesgo genético, las de mayor riesgo tenían un 47% más de probabilidades de ser diagnosticadas de asma, mientras que las que tenían un patrón de sueño deficiente tenían un 55% más de probabilidades.
Sin embargo, las personas con un riesgo genético elevado que también presentaban un patrón de sueño deficiente tenían un 122% más de probabilidades de ser diagnosticadas de asma que las que presentaban un patrón de sueño saludable y un riesgo genético bajo; en otras palabras, tenían más del doble de probabilidades de ser diagnosticadas de asma.
Los cinco rasgos del sueño se asociaron de forma independiente con un menor riesgo de asma, siendo el insomnio nunca/raro y la duración del sueño de 7-9 horas por noche los que parecían más influyentes, con reducciones del riesgo del 25% y el 20%, respectivamente.
Un análisis más detallado en un grupo más reducido de personas indicó que un patrón de sueño saludable podría reducir en un 37% el riesgo de asma en las personas con alto riesgo genético, lo que sugiere que un patrón de sueño saludable podría ayudar a contrarrestar el riesgo de asma, independientemente de la susceptibilidad genética, afirman los investigadores.
En teoría, a nivel poblacional, un riesgo genético bajo combinado con un patrón de sueño saludable podría traducirse en un 19% menos de casos de asma, sugieren los investigadores.
La relación entre el sueño y el asma puede ser bidireccional, sugieren, lo que ofrece algunas posibles explicaciones a sus hallazgos.
"El impacto negativo de los trastornos del sueño sobre el asma, que generalmente se considera una enfermedad inflamatoria crónica, podría estar mediado por la inflamación crónica inducida por el sueño --explican--. Estudios anteriores han demostrado que los trastornos del sueño, como la duración desfavorable del sueño y el insomnio, están asociados a la inflamación crónica".
"En teoría, la respuesta inmunitaria a la inflamación podría generar citocinas proinflamatorias que provocaran infiltración celular e inflamación de las vías respiratorias, aumentando aún más el riesgo de asma", escriben.
Se trata de un estudio observacional, y como tal no puede establecer la causa, y los investigadores reconocen varias limitaciones en sus hallazgos. Dado que el Biobanco del Reino Unido sólo proporcionó información sobre personas de entre 38 y 73 años, el efecto sobre los niños y los adultos más jóvenes aún no está claro, a lo que hay que añadir que los resultados sólo se aplican a personas de ascendencia europea. Por último, el Biobanco del Reino Unido puede estar sujeto a un sesgo de selección de "voluntarios sanos".
No obstante, los investigadores concluyen que, "teniendo en cuenta que un sueño deficiente combinado con una alta susceptibilidad genética produjo un riesgo de asma superior al doble, los patrones de sueño podrían recomendarse como una intervención eficaz en el estilo de vida para prevenir el asma en el futuro, especialmente en individuos con una genética de alto riesgo".