Está demostrado que la comida y el sueño tienen un estrecho vínculo. Sin embargo, pocos estudios han investigado cómo la dieta en sí misma afecta directamente el sueño. Precisamente, a ello han dedicado un trabajo investigadores de la la Universidad de Uppsala (Suecia). "Sobre esta cuestión, hasta ahora, han faltado ...
Está demostrado que la comida y el sueño tienen un estrecho vínculo. Sin embargo, pocos estudios han investigado cómo la dieta en sí misma afecta directamente el sueño. Precisamente, a ello han dedicado un trabajo investigadores de la la Universidad de Uppsala (Suecia). "Sobre esta cuestión, hasta ahora, han faltado los llamados estudios de intervención; diseñados para permitir aislar el efecto mecánico de diferentes dietas sobre el sueño", explicó el Dr. Jonathan Cedernaes, profesor asociado de biología celular médica en la citada Universidad.
Estudios epidemiológicos previos han demostrado que las dietas con mayor contenido de azúcar, por ejemplo, están relacionadas con un sueño más pobre. Sin embargo, el sueño es una interacción de diferentes estados fisiológicos, como argumenta el Dr. Cedernaes: "Por ejemplo, el sueño profundo puede verse afectado por lo que comemos. Pero ningún estudio había investigado previamente qué sucede si consumimos una dieta poco saludable y luego la comparamos con la calidad del sueño después de que esa misma persona sigue una dieta saludable".
De acuerdo con estos investigadores, hay que reconocer que el sueño es muy dinámico, consta de diferentes etapas con diferentes funciones, como el sueño profundo que regula la liberación hormonal, por ejemplo. Además, cada etapa del sueño está marcada por diferentes tipos de actividad eléctrica en el cerebro. Esto regula aspectos como la forma en que el sueño reparador es diferente en las diferentes regiones del cerebro. Pero la profundidad o integridad de las etapas del sueño también puede verse afectada negativamente por factores como el insomnio y el envejecimiento.
En el estudio participaron, en dos sesiones, 15 hombres jóvenes saludables de peso normal. Los participantes primero fueron evaluados en aspectos como sus hábitos de sueño, que tenían que ser normales y dentro del rango recomendado (un promedio de siete a nueve horas de sueño por noche).
En orden aleatorio, los participantes recibieron una dieta más saludable y una dieta menos saludable. Las dos dietas contenían el mismo número de calorías, ajustadas a los requerimientos diarios de cada individuo. Entre otras cosas, la dieta poco saludable contenía un mayor contenido de azúcar y grasas saturadas y más alimentos procesados. Las comidas de cada dieta tenían que consumirse en tiempos ajustados individualmente, que coincidían en las dos condiciones dietéticas. Cada dieta se consumió durante una semana, mientras que los horarios de sueño, actividad y comidas de los participantes se controlaron a nivel individual.
Después de cada dieta, los participantes fueron examinados en un laboratorio de sueño. Allí, primero se les permitió dormir una noche normal, mientras se midió su actividad cerebral para monitorear su sueño. Luego, los participantes se mantuvieron despiertos en el laboratorio del sueño, antes de que se les permitiera recuperar el sueño. Su sueño también se registró en este caso.
Menor actividad de onda lenta
"Curiosamente, observamos que el sueño profundo exhibió menos actividad de onda lenta cuando los participantes habían comido comida basur, en comparación con el consumo de alimentos más saludables. Este efecto también duró una segunda noche, una vez que cambiamos a los participantes a una dieta idéntica. Esencialmente, la dieta poco saludable resultó en un sueño profundo menos profundo. Es de destacar que cambios similares en el sueño ocurren con el envejecimiento y en condiciones como el insomnio. Se puede suponer, desde la perspectiva del sueño, que potencialmente se debería dar mayor importancia a la dieta en tales condiciones", explicó el Dr. Cedernaes.
Actualmente, se desconoce qué sustancias en la dieta poco saludable empeoran la profundidad del sueño profundo. Este tipo de dietas suelen contener mayores proporciones de grasas saturadas y azúcar como una menor proporción de fibra dietética. "Sería interesante investigar si hay algún factor molecular en particular que juegue un papel más importante", concluyó dicho investigador.