El Instituto #SaludsinBulos y la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) han alertado sobre el peligro creciente de la desinformación en salud con motivo del Día de las Redes Sociales, el 30 de junio, y han elaborado una serie de recomendaciones para reducir su impacto, a partir de ...
El Instituto #SaludsinBulos y la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) han alertado sobre el peligro creciente de la desinformación en salud con motivo del Día de las Redes Sociales, el 30 de junio, y han elaborado una serie de recomendaciones para reducir su impacto, a partir de la evidencia científica. Entre las áreas en las que más extendida se encuentra la desinformación sobre salud en redes sociales figuran las vacunas y la alimentación, que son las que concentran la mayoría de los bulos.
Uno de los consejos es mejorar las habilidades de comunicación de los profesionales sanitarios en las redes sociales para que el mensaje de la ciencia llegue a más personas y se establezcan relaciones de confianza. Así lo recoge un estudio de la Universidad de Taipei publicado en el último número de Journal of Conrolled Release. En él se concluye que "las personas que están expuestas a información errónea pueden ser menos propensas a adoptar comportamientos de salud preventivos y / o a adherirse a las recomendaciones de las autoridades de salud". Y citan como ejemplo que "la desinformación ha llevado a una tasa de vacunación contra la COVID-19 subóptima en muchos países". Los autores advierten que "el problema principal no es la prevalencia de la desinformación en sí, sino más bien la dificultad de desacreditarla y transformar la información correcta en recomendaciones procesables que puedan comunicarse de manera efectiva a varias audiencias". Por eso proponen mejorar la comunicación de los científicos a la población a partir de la escucha activa en las redes sociales.
Otra de las recomendaciones está en contrastar la información en redes sociales y no difundirla sin estar seguros de que es cierta. Investigadores británicos y norteamericanos han publicado una investigación en la edición de julio de la revista Cognition que demuestra que cuanta mayor es la exposición a contenidos falsos más probabilidad hay de que se perciban como verdaderos y se redifundan. También recogen que tan solo en un año se publicaron 1.1 millones de artículos falsos sobre el covid-19.
SEMERGEN y el Instituto #SaludsinBulos también aconsejan comprobar si la fuente de una información en redes sociales procede de cuentas identificadas como propagadores de contenidos falsos. Un estudio publicado en la última edición de Public Health Reports sobre el tratamiento a la vacunación del covid-19 en redes sociales en Estados Unidos encontró que unas pocas cuentas eran las responsables de la mayoría de los bulos sobre vacunas, y que eran muy similares los que se difundían en inglés con los que se propagaban en español. Un análisis realizado por #SaludsinBulos sobre la conversación sobre vacunas en Twitter también ha encontrado que las cuentas que consiguen más viralidad son las que difunden contenidos falsos, a menudo utilizando palabras con los que agrupan la conversación negacionista, como "plandemia", "farsa" o "grafeno".
"Una de las consecuencias de la desinformación en vacunas es que no solo hay una parte de la población que se niega a vacunarse sino que muchos profesionales sanitarios (una quinta parte, según algunos estudios) muestran reticencia vacunal, lo que tiene consecuencias muy graves, sobre todo en población vulnerable que, si no encuentra convencido a su profesional sanitario tiene una alta probabilidad de no vacunarse", explica Carlos Mateos, coordinador del Instituto #SaludsinBulos y de la iniciativa Confianza en la Vacunación, que realiza campañas educativas, formación a profesionales sanitarios y recomendaciones sobre la comunicación de las vacunas aprobadas en el calendario vacunal en colaboración con sociedades científicas y asociaciones de pacientes.
Otra de las consecuencias de la desinformación en salud en redes sociales es el aumento de trastornos mentales y de la conducta alimentaria. Un trabajo publicado en el último número de la revista Body Image indica que la conversación de adolescentes en redes sociales sobre imagen corporal implica un aumento de desórdenes de la alimentación.
"Estamos viendo cada vez más adolescentes que sufren trastornos obsesivos compulsivos, e incluso con ideas autolíticas, relacionados con la exposición a redes sociales. La importancia de los profesionales sanitarios en educar a la población sobre todo en el uso de las redes sociales es fundamental. Creo que debemos realizar actividades comunitarias en adolescentes", explica el doctor Javier Sanz, Coordinador del Grupo de Trabajo de Innovación Digital en Salud, de SEMERGEN. Por ese motivo, desde esta sociedad y #SaludsinBulos piden a los padres que conversen sobre el contenido al que acceden sus hijos menores de edad en las redes y que acudan a los profesionales sanitarios para aclarar dudas sobre salud y nutrición.
Recomendaciones
Las recomendaciones de SEMERGEN y el Instituto #SaludsinBulos son:
Para los profesionales sanitarios:
Para la población:
Para los padres de menores: