Este estudio, publicado en la revista ´Blood Advances´, arroja luz sobre el impacto del peso en las toxicidades y los resultados del tratamiento, y hace un llamamiento para que se estudie más a fondo el impacto del peso en la respuesta a diferentes regímenes de quimioterapia para la LLA. "Hace unos ...
Este estudio, publicado en la revista ´Blood Advances´, arroja luz sobre el impacto del peso en las toxicidades y los resultados del tratamiento, y hace un llamamiento para que se estudie más a fondo el impacto del peso en la respuesta a diferentes regímenes de quimioterapia para la LLA.
"Hace unos quince años que sabemos que la obesidad afecta a la supervivencia de los pacientes pediátricos tratados por LLA y, más recientemente, estamos reconociendo una relación similar en la población adulta --explica el Dr. Shai Shimony, becario avanzado del Instituto Oncológico Dana-Farber (Estados Unidos) y autor principal del estudio--, pero queríamos datos más granulares al respecto, para entender por qué existe esta correlación y hasta qué punto depende de la edad".
Los investigadores recopilaron datos de 388 AAJ de entre 15 y 50 años, con una edad media de 24 años, que estaban siendo tratados con regímenes pediátricos del Consorcio Dana-Farber para la LLA desde 2008 hasta 2021. Los investigadores examinaron la relación entre el IMC, la edad, las toxicidades y los resultados del tratamiento en la cohorte, con el objetivo de identificar cualquier correlación o tendencia.
En total, el 53,3% de los AAJ incluidos en el estudio tenían un IMC normal, mientras que el 46,6% estaban clasificados como obesos o con sobrepeso. En particular, los pacientes con un IMC de sobrepeso u obesidad mostraron una mayor tasa de mortalidad sin recaída (11,7% frente a 2,8%), una menor tasa de supervivencia sin eventos (63% frente a 77% a los 4 años) y una peor supervivencia global (64% frente a 83%) en comparación con los que tenían un IMC normal.
El estudio halló una supervivencia global equivalente entre los AAJ más jóvenes (15-29) y mayores (30-50) con IMC normal (83% frente a 85%, respectivamente), lo cual es un hallazgo increíblemente importante, ya que la edad suele considerarse una característica pronóstica adversa en la LLA.
Curiosamente, los investigadores descubrieron que el principal factor que empeoraba los resultados en toda la cohorte era la mortalidad sin recaída, más que la recaída de la enfermedad. En cuanto a la toxicidad, los niveles elevados de enzimas hepáticas y glucosa fueron más frecuentes en los pacientes considerados con sobrepeso u obesidad (60,7% frente a 42,2%, y 36,4% frente a 24,4%, respectivamente).
En el modelo multivariable para la supervivencia, un mayor IMC se asoció a una peor supervivencia, mientras que la edad no se asoció a la supervivencia, y los triglicéridos elevados (grasas en el torrente sanguíneo) se asociaron a una mejor supervivencia.
Los triglicéridos elevados reflejan la actividad de uno de los principales medicamentos quimioterápicos (asparaginasa) incluidos en el régimen, y este hallazgo sugiere el posible uso de esta asequible prueba de laboratorio como biomarcador de la eficacia del tratamiento. Sin embargo, los investigadores señalan que esto no debe considerarse un hallazgo adverso.
"Este estudio pone de relieve la relación entre el IMC elevado y el aumento de la toxicidad relacionada con el tratamiento, la mortalidad sin recaída y la disminución de la supervivencia global en los adolescentes que reciben tratamiento para la LLA con regímenes pediátricos intensivos", señala el Shimony. Los autores del estudio, los doctores Daniel DeAngelo y Marlise Luskin, también destacan la eficacia del régimen DFCI en pacientes de 18 a 50 años con IMC normal.
"De cara al futuro, esperamos que las mediciones de la obesidad se consideren una variable vital para determinar los regímenes de tratamiento más adecuados para cada paciente individual", concluye Shimony.