Un tercio de todos los veteranos que participaron en la Guerra del Golfo de 1991 siguen padeciendo, 30 años después, la denominada "enfermedad de la Guerra del Golfo" (GWI, por sus siglas en inglés). En la literatura médica es descrita como una afección de salud crónica con múltiples síntomas que ...
Un tercio de todos los veteranos que participaron en la Guerra del Golfo de 1991 siguen padeciendo, 30 años después, la denominada "enfermedad de la Guerra del Golfo" (GWI, por sus siglas en inglés). En la literatura médica es descrita como una afección de salud crónica con múltiples síntomas que incluyen fatiga, dolores de cabeza, dolores musculares, dolor en las articulaciones, diarrea, insomnio y deterioro cognitivo.
Pese a que todavía hay muchos interrogantes sin esclarecer sobre esta patología, se sospecha que su origen puede estar en la exposición de los soldados a las toxinas ambientales. Si bien en un principio, se ha sostenido que la inflamación que se produce es la fuerza impulsora de los síntomas, ya que los marcadores inflamatorios son ligeramente más altos en los afectados que en los controles sanos., sin embargo, en un estudio reciente, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego (EEUU) han pretendido arrojar más luz sobre esta extraña enfermedad.
Los hallazgos, publicados en la revista ´Scientific Reports´, proporcionan evidencia directa de que el deterioro de la función mitocondrial, y no la inflamación, es el principal impulsor de los síntomas de GWI y debería ser el objetivo principal de futuras intervenciones clínicas. "La inflamación parece estar relacionada con GWI, pero nuestro trabajo sugiere que, en realidad, es un efecto secundario del problema principal, que es el deterioro de la energía celular", explicó la Dra. Beatrice Golomb, profesora en la Facultad de Medicina de UC San Diego.
Replanteamiento de la patología
Para evaluar los roles respectivos de la función mitocondrial y la inflamación en GWI, los investigadores adquirieron biopsias musculares de los participantes del estudio y midieron los niveles de función de la cadena respiratoria mitocondrial (MRCF). La inflamación se evaluó a través de los niveles en sangre de los participantes de proteína C reactiva de alta sensibilidad (hsCRP), un marcador común de inflamación periférica.
Seguidamente, los investigadores compararon estos datos con los síntomas de GWI de los participantes y descubrieron que la gravedad de los síntomas podía predecirse por su grado de deterioro mitocondrial, pero no por su grado de inflamación. Otros análisis estadísticos encontraron que 17 de los 20 síntomas de GWI más comunes estaban estadísticamente relacionados con la función mitocondrial. En cambio, solo uno de los 20 síntomas cumplía este criterio de inflamación.
"Este es un replanteamiento radical de la patología de GWI. Para los veteranos que han luchado durante mucho tiempo para obtener una atención eficaz, este descubrimiento podría ser un verdadero cambio de juego", destacó la Dra. Golomb.
Otro conjunto de análisis reveló que el grado en que las mitocondrias de los participantes estaban comprometidas para convertir la grasa en energía estaba fuertemente relacionado con el grado de inflamación en los pacientes con GWI, pero no en los controles. Se sabe que la actividad reducida de este proceso, llamada oxidación de ácidos grasos, desencadena la muerte celular, lo que luego conduce a la inflamación. Por lo tanto, los investigadores dicen que esto sugiere que la disfunción mitocondrial puede ser la razón por la cual la inflamación es mayor en los pacientes con GWI.
Los investigadores apuntaron que muchos síntomas de GWI son resultados esperados de la disfunción mitocondrial. Por ejemplo, los músculos dependen en gran medida de la grasa para alimentarse, por lo que si la disfunción mitocondrial conduce a una oxidación deficiente de los ácidos grasos en pacientes con GWI, esto podría explicar los dolores musculares y la fatiga física que a menudo experimentan. De hecho, los síntomas musculares en GWI se correlacionaron más fuertemente con el grado de deterioro en la oxidación de ácidos grasos mitocondriales. Por el contrario, el cerebro depende principalmente del azúcar para obtener energía, y los síntomas cerebrales en GWI se relacionaron más fuertemente con el deterioro en la producción de energía mitocondrial usando azúcar como combustible.
Los hallazgos también tienen posibles implicaciones para otras condiciones de salud, incluidas diferentes formas de exposición a toxinas, envejecimiento e incluso enfermedades cardíacas. Muchas de estas condiciones se caracterizan por un aumento de la inflamación, pero a menudo no responden bien a los medicamentos antiinflamatorios. La Dra. Golomb y su equipo argumentaron que el deterioro mitocondrial puede ser una causa subyacente de estas afecciones "lo que crea oportunidades para nuevas estrategias terapéuticas", señalaron.
"Esta es la primera vez que se informa evidencia directa de la hipótesis mitocondrial de GWI. Esperamos que conduzca a mejores planes de tratamiento para los veteranos que han luchado durante mucho tiempo contra esta misteriosa enfermedad", concluyó la experta.