Investigadores chinos han establecido que las células madre mesenquimales (CMMs) derivadas de cordón umbilical humano reducen el prurito ocasionado por el polen de hierba en los ojos. La inyección de las CMMs bajo la conjuntiva, pero no por vía intravenosa, redujo la frecuencia de rascado y diversos índices clínicos de ...
Investigadores chinos han establecido que las células madre mesenquimales (CMMs) derivadas de cordón umbilical humano reducen el prurito ocasionado por el polen de hierba en los ojos. La inyección de las CMMs bajo la conjuntiva, pero no por vía intravenosa, redujo la frecuencia de rascado y diversos índices clínicos de alergia, incluyendo la inflamación de los párpados, el eritema y la quemosis. El tratamiento también redujo localmente el número de mastocitos y eosinófilos activados o degranulados, así como el de linfocitos T de tipo Th17 y Th2 en los ganglios linfáticos cervicales.
Haibin Tian, científico de la Universidad de Tongji y co-director del estudio, afirma que esta última observación es clave, ya que la fase temprana de la conjuntivitis alérgica se caracteriza por una excesiva activación de los Th2. Esta población linfocitaria migra desde los citados ganglios hasta la conjuntiva, donde libera mediadores quimiotácticos que atraen a células inflamatorias. La modulación linfocitaria por las CMMs se manifestó, además, en la mayor proporción de linfocitos T reguladores en los ganglios, células responsables del mantenimiento de la tolerancia inmunológica. En el examen del mecanismo subyacente a la represión de los Th2, los investigadores hallaron que las CMMs ejercen este efecto mediante la expresión del gen CRISPLD2, cuya inhibición mediante un ARN de interferencia resulta en un marcado aumento de la diferenciación de los Th2. Tian señala que la administración local de las CMMs reduce los potenciales efectos adversos sistémicos y facilita la concentración de la terapia en el área inflamada. En la reparación ocular, la inyección subconjuntiva ha mostrado ser la más eficaz, en comparación con la tópica, la intravenosa o la intraperitoneal, asegura el científico. El papel de CRISPLD2 en el mecanismo terapéutico adjudica a este gen potencial como diana terapéutica, concluyen los autores.