Personas que viven en regiones con niveles de contaminación del aire alterados tienen un riesgo de 56% más de desarrollar la enfermedad de Parkinson en comparación con aquellos que viven en regiones con un nivel de contaminación más bajo, según se desprende de un reciente estudio realizado en el Instituto ...
Personas que viven en regiones con niveles de contaminación del aire alterados tienen un riesgo de 56% más de desarrollar la enfermedad de Parkinson en comparación con aquellos que viven en regiones con un nivel de contaminación más bajo, según se desprende de un reciente estudio realizado en el Instituto Neurológico Barrow, en Phoenix (EEUU).
"A pesar de años de investigación tratando de identificar los factores de riesgo ambientales de la enfermedad de Parkinson, la mayoría de los esfuerzos se han centrado en la exposición a pesticidas", según indicó la prof. Brittany Krzyzanowski, investigadora del Instituto Neurológico Barrow, quien dirigió el estudio.
El estudio geográfico poblacional identificó a casi 90.000 personas con enfermedad de Parkinson de un conjunto de datos de casi 22 millones. Aquellos identificados con dicha patología fueron codificados geográficamente en el vecindario de residencia, lo que permitió a los investigadores calcular las tasas de enfermedad de Parkinson dentro de cada región. También se calcularon las concentraciones anuales promedio de partículas finas en estas regiones específicas.
Parkinson y calidad del aire
Después de ajustar por otros factores de riesgo, incluida la edad, el sexo, la raza, el historial de tabaquismo y la utilización de atención médica, los investigadores de Barrow pudieron identificar una asociación entre la exposición previa de una persona a partículas finas y su riesgo posterior de desarrollar la enfermedad de Parkinson.
"Los estudios geográficos poblacionales como este tienen el potencial de revelar información importante sobre el papel de las toxinas ambientales en el desarrollo y la progresión del Parkinson, y estos mismos métodos pueden aplicarse también para explorar otros resultados de salud neurológica", tal como señaló la prof. Krzyzanowski.
El estudio también encontró que la relación entre la contaminación del aire y la enfermedad de Parkinson no es la misma en todas partes de un país y varía en intensidad según la región. "Las diferencias regionales en la enfermedad de Parkinson podrían reflejar diferencias regionales en la composición de las partículas. En algunas zonas pueden haber partículas que contengan componentes más tóxicos que en otras", afirmó la prof. Krzyzanowski.
Los investigadores esperan que los datos de este novedoso estudio ayuden a hacer cumplir políticas más estrictas que reduzcan los niveles de contaminación del aire y disminuyan el riesgo de enfermedad de Parkinson y otras patologías asociadas. Asimismo,"este estudio sugiere que también deberíamos considerar la contaminación del aire como un factor que contribuye al desarrollo de la enfermedad de Parkinson", concluyó la prof. Krzyzanowski.