La SERAM (Sociedad Española de Radiología Médica) ha elaborado el informe “Recomendaciones de no hacer”, en el que se recogen 38 consejos para disminuir el número de pruebas radiológicas obsoletas y de dudosa eficacia y utilidad.
Dichos consejos están dirigidos tanto a los radiólogos como a los médicos prescriptores y a los pacientes y su objetivo “es mejorar la calidad y la seguridad en el paciente, buscando las alternativas menos agresivas y evitando la cascada de pruebas diagnósticas que puede acarrear la realización de pruebas innecesarias”. Según ...
Dichos consejos están dirigidos tanto a los radiólogos como a los médicos prescriptores y a los pacientes y su objetivo “es mejorar la calidad y la seguridad en el paciente, buscando las alternativas menos agresivas y evitando la cascada de pruebas diagnósticas que puede acarrear la realización de pruebas innecesarias”.
Según datos de la propia Sociedad, que agrupa a los radiólogos españoles, hasta un 30 % de las pruebas solicitadas no aportan información relevante y muchas de ellas podrían haberse evitado. Por ello, los radiólogos recomiendan hacer sólo las pruebas que hayan demostrado su utilidad y especialmente aquéllas en las que se reduzcan las dosis de irradiación sobre los pacientes y las que, por su menor coste y eficacia, incidan en la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud.
El informe, elaborado por 25 radiólogos de la SERAM con al menos 15 años de experiencia, considera “que antes de solicitar una prueba diagnóstica se deben contestar una serie de preguntas básicas, tales como si la prueba va a modificar el manejo del paciente en el contexto clínico, si es necesaria en el momento actual o se puede o debe demorar, y si la prueba que se solicita es la menos lesiva para el paciente y la que aporta más información”.
Para la SERAM, la radiografía de tórax no debería hacerse de forma sistemática a todos los pacientes que van a ser intervenidos quirúrgicamente, sino que debería limitarse a determinadas cirugías como la cardiopulmonar y los trasplantes, a los casos en los que se sospecha la presencia de un tumor maligno, y cuando existe la posibilidad de un ingreso en la UCI del paciente. El informe de la SERAM considera que, fuera de estos casos, se trata de una prueba “que irradia de forma innecesaria a los pacientes y no aporta información relevante al anestesista”.