El uso de píldoras anticonceptivas y otros anticonceptivos a base de hormonas eleva el riesgo de coágulos sanguíneos unas tres veces, pero ahora un nuevo estudio sugiere que este riesgo desaparece en gran medida entre dos y cuatro semanas después de dejar de usar estos anticonceptivos, según publican los investigadores ...
El uso de píldoras anticonceptivas y otros anticonceptivos a base de hormonas eleva el riesgo de coágulos sanguíneos unas tres veces, pero ahora un nuevo estudio sugiere que este riesgo desaparece en gran medida entre dos y cuatro semanas después de dejar de usar estos anticonceptivos, según publican los investigadores en la revista ´Blood´.
Los resultados, los primeros que proporcionan una orientación confirmatoria sobre el mejor momento para interrumpir el uso de anticonceptivos, pueden ayudar a pacientes y médicos a sopesar los beneficios y los riesgos de los anticonceptivos hormonales y orientar sobre cuándo interrumpir su uso antes de que se produzcan acontecimientos que podrían aumentar aún más el riesgo de coágulos peligrosos, como una intervención quirúrgica importante, periodos prolongados de inmovilidad o la reducción progresiva de la medicación anticoagulante tras un coágulo sanguíneo (trombosis venosa profunda o embolia pulmonar).
Basándose en estos resultados, los investigadores afirman que, en la mayoría de los casos, debería ser suficiente suspender los anticonceptivos con dos o cuatro semanas de antelación.
Se sabe desde hace tiempo que los anticonceptivos hormonales combinados aumentan el riesgo de coágulos sanguíneos, afectando aproximadamente a 10 de cada 10.000 personas que toman anticonceptivos con estrógenos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
Lo que no está tan claro es cuánto dura este efecto una vez que la persona deja de tomar anticonceptivos. Varias directrices médicas recomiendan suspender los anticonceptivos hormonales antes de determinados acontecimientos médicos, como una intervención quirúrgica mayor, pero la mayoría no especifica cuánto tiempo se debe dejar de tomarlos antes.
"Nuestro objetivo no era analizar el riesgo trombótico de los anticonceptivos, sino determinar cuánto tarda ese riesgo en normalizarse tras dejar de tomarlos --explica el doctor Marc Blondon, experto en medicina vascular de los Hospitales Universitarios de Ginebra (Suiza) y autor correspondiente del estudio--. Es tranquilizador saber que ese posible daño de la píldora desaparece rápidamente cuando se deja de tomarla".
El estudio se centró en los métodos anticonceptivos conocidos como anticonceptivos hormonales combinados, que incluyen píldoras anticonceptivas, anillos vaginales y parches transcutáneos. Estos métodos evitan el embarazo liberando estrógenos y progestágenos para detener la ovulación y son los anticonceptivos más comunes en Europa y Norteamérica.
Para el estudio, los investigadores recogieron muestras de sangre de 66 mujeres que tomaban anticonceptivos hormonales en seis momentos antes y después de dejar de utilizarlos. Las participantes dejaron voluntariamente de utilizar anticonceptivos hormonales por motivos personales. A continuación, el doctor Blondon y su equipo compararon las muestras con la sangre de un grupo de control de 28 mujeres que no utilizaban anticonceptivos hormonales.
Midieron varios biomarcadores asociados a los anticonceptivos hormonales combinados y a la actividad coagulante. Entre ellos se incluyen marcadores globales de activación de la coagulación debida a las hormonas y factores de coagulación individuales (factor VIII y factores que inhiben la coagulación).
Como esperaban, las participantes mostraron niveles elevados de marcadores de coagulación antes de dejar de utilizar sus anticonceptivos. Sin embargo, estos marcadores de coagulación descendieron precipitadamente una o dos semanas después de dejar de tomar anticonceptivos y, en la semana 12, todos los marcadores eran similares a los del grupo de control.
En general, alrededor del 80% del descenso total de los marcadores de coagulación observado en estas mujeres se produjo a las dos semanas de dejar de tomar anticonceptivos y el 85% del descenso se produjo a las cuatro semanas. Esto sugiere que la probabilidad de desarrollar coágulos debido a los anticonceptivos vuelve a niveles casi normales en las primeras semanas tras dejar de tomarlos.
"Estos hallazgos pueden ayudar a informar las discusiones en torno a si los anticonceptivos hormonales combinados son adecuados para el paciente, así como la discusión paciente-cirujano de si el beneficio de detener por un corto tiempo en realidad supera los riesgos --explica Blondon--. Es muy importante hablar de los beneficios de la anticoncepción porque es crucial evitar embarazos no deseados y que las mujeres tengan la opción de un embarazo planificado".
Añade que, además de reducir los riesgos de embarazos no deseados o no planificados, se ha comprobado que los anticonceptivos hormonales combinados alivian los trastornos de dolor pélvico, disminuyen el riesgo de anemia y reducen el riesgo de desarrollar cáncer de endometrio y ovario.
La interrupción precoz de los anticonceptivos hormonales cuando se produce un tromboenbolismo venoso (TEV) también puede provocar hemorragias uterinas anormales, un riesgo que, según explica el doctor Blondon, lleva a muchos médicos a aconsejar a las pacientes que sigan utilizando anticonceptivos hormonales durante un tiempo mientras toman anticoagulantes para tratar la TEV.
Los investigadores señalaron que el estudio se realizó en Suiza y que la mayoría de las participantes eran jóvenes, caucásicas y de peso saludable. Los análisis de subgrupos no mostraron indicios de que los resultados fueran distintos en mujeres mayores, grupos raciales diferentes o personas con sobrepeso, aunque sería necesario un estudio más amplio para aumentar la confianza en la generalizabilidad de los resultados entre grupos.
Además, Blondon añade que el estudio utilizó biomarcadores como indicadores del riesgo de coagulación, por lo que se necesitan estudios adicionales para confirmar si esto se traduce en una reducción del riesgo de coagulación real.