Investigadores de diversos centros japoneses han determinado que las células madre mesenquimales derivadas de sangre menstrual (CMMSM) de pacientes infértiles exhiben el mismo potencial regenerativo que las procedentes de voluntarias sanas. En la comparación entre ambos grupos de células se constataron tasas de crecimiento in vitro similares, incluso después de ...
Investigadores de diversos centros japoneses han determinado que las células madre mesenquimales derivadas de sangre menstrual (CMMSM) de pacientes infértiles exhiben el mismo potencial regenerativo que las procedentes de voluntarias sanas. En la comparación entre ambos grupos de células se constataron tasas de crecimiento in vitro similares, incluso después de periodos de congelación, así como la secreción de los mismos factores y proteínas al medio extracelular. En un modelo de daño endometrial, el trasplante intrauterino de CMMSM procedentes de una paciente infértil incrementó significativamente el grosor y el área del tejido, así como el grado de microvascularización, efectos que fueron acompañados por una reducción de la fibrosis.
Akihiro Umezawa, científico del National Center for Child Health and Development Research Institute y director del estudio, afirma que el tratamiento no se asoció a tumorigénesis ni a toxicidad, como confirmaron ulteriores exámenes de la bioquímica sanguínea y del peso de los órganos de los animales. Notablemente, los ratones con daño endometrial que recibieron el implante produjeron camadas con casi 2 crías más que los no tratados, lo que supone una mejora parcial de la infertilidad, según los autores. Umezawa señala que aunque múltiples estudios previos ya habían puesto de manifiesto el potencial de diversos tipos de células madre mesenquimales en el tratamiento del síndrome de Asherman, patología reproducida en el actual trabajo, el papel de las CMMSM había sido poco examinado. La obtención de estas últimas es sencilla y no invasiva, lo que representa una sustancial ventaja frente a la extracción desde el tejido adiposo o la médula ósea, concluye el investigador.