Científicos de la Universidad de Nantong han demostrado que las deficiencias en la autofagia de la microglía, causantes de la acumulación de placas de proteína beta amiloide en el Alzheimer, pueden ser contrarrestadas mediante la exposición transitoria a la hipoxia. En un modelo murino de Alzheimer, diez transiciones diarias de ...
Científicos de la Universidad de Nantong han demostrado que las deficiencias en la autofagia de la microglía, causantes de la acumulación de placas de proteína beta amiloide en el Alzheimer, pueden ser contrarrestadas mediante la exposición transitoria a la hipoxia. En un modelo murino de Alzheimer, diez transiciones diarias de normoxia a hipoxia durante 28 días resultaron en una reducción del área y del número de placas en el córtex y en el hipocampo, así como en una disminución de la activación de la microglía. En estas células el tratamiento también promovió la formación de lisosomas y de otros orgánulos encargados de la degradación y reciclado de proteínas disfuncionales.
Xueting Wang, co-directora del estudio, afirma que la terapia mejoró tanto el aprendizaje como la memoria espacial, sin afectar la fuerza muscular o inducir ansiedad en los animales. La potenciación del proceso de eliminación de las placas puedo ser recapitulado en experimentos in vitro con microglía expuesta al mismo régimen de hipoxia durante un solo día, asegura la científica. En el examen del mecanismo de acción los investigadores determinaron que la hipoxia estimula la actividad del factor de transcripción EB, el cual promueve la expresión de múltiples proteínas relacionadas con los lisosomas y la autofagia. Crucialmente, este factor de transcripción pudo ser también activado mediante un análogo de la curcumina, cuya administración in vivo tuvo un efecto similar al de la hipoxia sobre la eliminación de las placas. Wang señala que los resultados son consistentes con los de otros estudios, en los que la exposición a ciclos de hipoxia y normoxia ofreció beneficio en patologías que afectan a otros órganos. Sin embargo, todavía es necesario determinar el impacto de esta terapia sobre otras células del sistema nervioso central, concluye la investigadora.