Se conoce que los peques tienden a enfermar con más frecuencia que los adultos, al menos con afecciones leves. Estando su cuerpo todavía en desarrollo, sus sistemas inmunitario, digestivo, nervioso y cardiovascular son más vulnerables a trastornos en su salud. Infecciones víricas y bacterianas, así como intolerancias digestivas y otras ...
Se conoce que los peques tienden a enfermar con más frecuencia que los adultos, al menos con afecciones leves. Estando su cuerpo todavía en desarrollo, sus sistemas inmunitario, digestivo, nervioso y cardiovascular son más vulnerables a trastornos en su salud. Infecciones víricas y bacterianas, así como intolerancias digestivas y otras condiciones están a la orden del día en los primeros años de vida del ser humano.
Del mismo modo, los pediatras señalan que alrededor de uno de cada cuatro niños en edad escolar presenta alguna enfermedad o desorden crónico, entre las que sobresalen los del metabolismo, como la obesidad y sus trastornos asociados, la diabetes, las alergias y el asma, la epilepsia y los trastornos del neurodesarrollo y el aprendizaje, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Los trastornos del espectro autista (TEA) y problemas derivados de la prematuridad en el nacimiento, también destacan; estos últimos, debido al mayor número de partos pretérmino en los últimos años. Ante este escenario, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) hace hincapié en que el pediatra de AP es el profesional de la salud de referencia para la mayoría de las familias y, por tanto, debe ser el nexo con los docentes y padres para favorecer el correcto desarrollo de los alumnos con alguna dolencia crónica, en particular, con patología crónica compleja. "Los niños y niñas pasan una parte muy importante de su vida en el medio escolar y, aunque la mayoría goza de buena salud, es cada vez más frecuente que presenten problemas y patologías crónicas", remarca Pedro Gorrotxategi, vicepresidente segundo de AEPap.
Este aumento se debe a múltiples factores, como las mejoras en el diagnóstico desde Atención Primaria hasta a los hábitos de vida, que fomentan enfermedades como la obesidad infantil. "En esta situación, los pediatras de AP debemos ser un actor más en la comunidad escolar, pues estamos en condiciones de difundir habilidades y conocimientos entre docentes y familias para abordar las distintas situaciones que se pueden presentar en las escuelas y actuar en caso necesario", incide Gorrotxategi.
La pandemia de la obesidad
Mención especial merece la obesidad infantil, una enfermedad que ha alcanzado dimensiones de pandemia del siglo XXI. Es por eso que expertos de todas las especialidades están alertando continuamente del alto impacto que supone para nuestra sociedad. Los últimos en dar la voz de alarma son los especialistas en enfermedades cardíacas y obesidad infantil. En una declaración científica a través de la publicación oficial de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC, por sus siglas en inglés), hacen un llamamiento a la necesidad de abordar la obesidad y los factores de riesgo que la acompañan, ante la probabilidad de enfermedad cardiovascular (ECV) (y otras tantas patologías, como diabetes mellitus, colesterol y ácido úrico).
En base a datos de la OMS, en 1975 menos del 1% de los niños y adolescentes de 5 a 19 años eran obesos, mientras que en 2016 más de 124 millones (el 6% de las niñas y el 8% de los niños) lo eran. "El aumento mundial de la obesidad infantil, impulsado en gran medida por una mayor inactividad física, se ha relacionado con una mayor prevalencia de hipertensión arterial, lípidos en sangre y glucemia en la infancia. Esta combinación de factores está a su vez relacionada con daños en las arterias y el corazón, que pueden revertirse con ejercicio en los niños, pero mucho menos en los adultos" subraya el primer autor del texto, el profesor Henner Hanssen, de la Universidad de Basilea (Suiza).
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