Uno de cada 7 adolescentes en todo el mundo padece problemas de salud mental, que en su mayoría no se detectan ni se tratan, según ha alertado la Organización Mundial de la Salud (OMS). En todo el mundo, millones de adolescentes crecen expuestos a condiciones adversas, como las emergencias humanitarias, la ...
Uno de cada 7 adolescentes en todo el mundo padece problemas de salud mental, que en su mayoría no se detectan ni se tratan, según ha alertado la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En todo el mundo, millones de adolescentes crecen expuestos a condiciones adversas, como las emergencias humanitarias, la pobreza crónica y la violencia comunitaria. Muchos de ellos con dificultades emocionales. Sin embargo, pocos pueden acceder a la atención que necesitan, ya que en muchos países los servicios de salud mental para niños y adolescentes no existen, carecen de capacidad o son inaccesibles o inasequibles.
La mayoría de las personas que padecen trastornos mentales no reciben una atención basada en la evidencia, pero esto es especialmente cierto entre los adolescentes y en los países de ingresos bajos y medios que es donde reside la mayoría de este grupo poblacional en el mundo.
Novedosa estrategia
Para contribuir a paliar esta situación, la OMS, en colaboración con UNICEF, ha desarrollado un tipo de intervención psicológica breve, transdiagnóstica destinada a menores, entre 10 a 15 años, afectados por problemas relacionados con la depresión, la ansiedad y el estrés. Bajo la denominación Early Adolescent Skills (EASE), es la primera intervención psicológica de estas organizaciones para abordar la crítica escasez de atención de salud mental para adolescentes.
Dicha intervención se sustenta en una serie de estrategias o habilidades (identificación de sentimientos, gestión del estrés, activación conductual y resolución de problemas), basadas en las estrategias más comunes incluidas en los tratamientos basados en la evidencia para jóvenes con este tipo de trastornos.
EASE incluye siete sesiones grupales para adolescentes centradas en desarrollar habilidades para afrontar la angustia y tres sesiones grupales para sus cuidadores para promover un desarrollo saludable y ayudar a los adolescentes a practicar las habilidades. Estas están adaptadas a aspectos de la terapia cognitivo-conductual e incluyen psicoeducación, manejo del estrés, activación conductual y resolución de problemas. Las pruebas fueron llevadas a cabo en cuatro países: Jordania, Líbano, Pakistán y Tanzania, que incluyeron dos grandes ensayos controlados aleatorios en Jordania y Pakistán.