En un mundo cada vez más digitalizado, la seguridad de la salud se expone a una serie de amenazas, según ha identificado la Organización Mundial de la Salud (OMS), como son los ciberataques y la desinformación. Estos peligros no solo ponen en riesgo la integridad de los sistemas de atención médica, sino que también hacen mella en la confianza del público en la información crucial de salud.

Para proporcionar una comprensión más clara sobre estos riesgos y reducir su probabilidad y gravedad, la OMS ha trabajado ​en colaboración con INTERPOL, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la Oficina de Lucha contra el Terrorismo de las Naciones Unidas, la Oficina Internacional de Informática de las Naciones Unidas (CICE), el Instituto Interregional de Investigaciones sobre la Delincuencia y la Justicia de las Naciones Unidas y el Instituto CyberPeace.

Fruto de esta colaboración son dos informes que la OMS acaba de difundir en los que se analizan, por un lado, los impactos de gran alcance de los ciberataques a la atención sanitaria en la vida real que alcanzó su punto álgido durante la pandemia de la COVID-19, y por otro, los efectos de la desinformación en el contexto de las emergencias de la salud pública.

El ciberdelito en todas sus formas está evolucionando y creciendo. La pandemia de COVID-19 hizo que esto fuera visible", según indicó Glen Prichard, jefe de la sección de Delitos Cibernéticos y Lucha contra el Lavado de Dinero de la UNODC. "El informe destaca cuán vulnerable es la seguridad de los pacientes a los ciberataques y cuánto trabajo tenemos por delante para proteger vidas".

´Madurez cibernética´

Para abordar el creciente riesgo digital para la atención médica, es importante mejorar la madurez cibernética. La madurez en ciberseguridad es el nivel de preparación de una organización para defenderse a sí misma y a sus activos digitales contra los ciberataques. Esto implica invertir en personas, procesos y tecnología, incluso mediante capacitación en concientización cibernética y el desarrollo de planes de respuesta a incidentes que el personal ensayará antes de un ciberataque, según se desprende del trabajo impulsado por la OMS.

Ambos informes justifican la necesidad crítica de construir alianzas multisectoriales que puedan aprovechar los beneficios de las nuevas tecnologías para mejorar la salud y el bienestar mientras enfrentan amenazas constantemente emergentes.

Ante estos desafíos, la Organización Mundial de la Salud y sus asociados han emitido una llamada a la acción. Se insta a los gobiernos, instituciones de salud y empresas privadas a invertir en ciberseguridad, promover la alfabetización digital y científica, y colaborar estrechamente para identificar y abordar la desinformación.