La mayor parte de la piel humana está compuesta por una matriz extracelular rica en colágeno, que es producida, organizada y mantenida por fibroblastos en la dermis. La más manifiestamente nociva de estas alteraciones cutáneas relacionadas con la edad se produce en la matriz extracelular dérmica, que durante el envejecimiento ...
La mayor parte de la piel humana está compuesta por una matriz extracelular rica en colágeno, que es producida, organizada y mantenida por fibroblastos en la dermis. La más manifiestamente nociva de estas alteraciones cutáneas relacionadas con la edad se produce en la matriz extracelular dérmica, que durante el envejecimiento se fragmenta y desorganiza, lo que provoca una mayor incidencia de hematomas y desgarros en la piel y un retraso en la cicatrización de las heridas. Las alteraciones relacionadas con la edad en la matriz extracelular dérmica también crean un entorno que promueve el desarrollo del cáncer.
La piel protegida del sol posee numerosos haces largos e intactos de colágeno tipo I que actúan como un andamio estable al que se unen los fibroblastos dérmicos a través de receptores de la superficie celular. Mientras, la exposición crónica de la piel a la luz ultravioleta provoca envejecimiento prematuro o fotoenvejecimiento. A medida que la piel sufre fotoenvejecimiento, los haces de colágeno tipo I, que se encuentran en la dermis debajo de la capa superior de la piel y brindan fuerza y soporte a la piel, se fragmentan, causando arrugas, fragilidad y pérdida de soporte y elasticidad.
Los fibroblastos mecánicamente relajados demuestran un fenotipo fotoenvejecido, caracterizado por una producción relativamente disminuida de procolágeno tipo I y una mayor producción de metaloproteinasas de matriz. Estos cambios crean un ciclo que se perpetúa a sí mismo, en el que se produce una mayor alteración de la matriz extracelular dérmica y colapso de los fibroblastos.
Hay ya evidencia de que la inyección del relleno dérmico ácido hialurónico reticulado (CL-HA) en piel fotoenvejecida podría revertir ciertos cambios, estimulando a los fibroblastos para que adopten una morfología estirada y sinteticen procolágeno tipo I. El ácido hialurónico (HA) es una molécula de azúcar de cadena larga de vida corta que se encuentra naturalmente en la piel. La reticulación química del HA mejora su longevidad, formando la base de los rellenos inyectables utilizados para mejorar el volumen de la piel y reducir las líneas y arrugas. Cuando se inyectan, por ejemplo, en áreas típicas, como los pliegues nasolabiales, estos rellenos producen una mejoría clínica que dura al menos 6 a 9 meses.
Estimulación del colágeno
Precisamente, a través de un nuevo estudio llevado a cabo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan (EEUU), sus autores observaron que la inyección de ácido hialurónico reticulado, en la piel fotoenvejecida podría revertir los cambios dérmicos asociados con el fotoenvejecimiento.
Estos rellenos generalmente se inyectan en la piel para reducir las líneas y arrugas. Se cree que proporcionan una mejora clínica al agregar volumen a la piel, pero los investigadores han podido comprobar que el ácido hialurónico reticulado también estimula la producción de nuevo colágeno tipo I en la dermis.
El relleno lo hace rápidamente, estimulando la producción de colágeno varias semanas después de la inyección, y es duradero, promoviendo la acumulación de más colágeno en el transcurso de un año.
Estos hallazgos indican cómo el relleno mejora la apariencia de la piel a corto plazo: una combinación de relleno de espacios y colágeno. Además, dado que el colágeno dérmico recién formado dura años, los hallazgos constatan que colágeno dérmico tipo I maduro e intacto es muy estable, "con una vida media estimada de aproximadamente 15 años", según se desprende del estudio.
"Una sola inyección de relleno dérmico de ácido hialurónico reticulado puede conducir a una mejora rápida y duradera de la piel al estimular la deposición de colágeno y, además, las inyecciones repetidas pueden agregar más colágeno, reduciendo eventualmente la necesidad de un nuevo tratamiento", según explicó el Dr. Frank Wang, profesor titular de Dermatología Clínica en la Facultad de Medicina de la UM.